A 30 años de El Silencio de los Inocentes: una actriz que el director no quería, varios rechazos y el mejor villano de la historia

Hace tres década se estrenó una de las películas de terror más inquietantes de la historia. Muchos actores de primera línea rechazaron el papel que recayó en Anthony Hopkins. Sus lecturas sobre asesinos seriales que le sirvieron de inspiración para crear a Hannibal Lecter. La relación de Jodie Foster con el FBI. Y el récord que consiguió en los Oscars

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Jodie Foster y Anthony Hopkins. "El Silencio de los Inocentes" puso a los films de terror en otro nivel
Jodie Foster y Anthony Hopkins. "El Silencio de los Inocentes" puso a los films de terror en otro nivel

La historia tenía una trampa. Era muy atractiva de entrada. Pero a medida que alguien se involucraba en ella, y se ponía a pensar cómo interpretar a los personajes principales, cómo narrarla o en la puesta en escena, declinaba. Nadie quería sumergirse de tal manera en el horror, nadie quería sentirse responsable por crear a un asesino serial idílico, o por banalizar sus crímenes. Se imponía la repulsión.

La tarea era delicada. Director, guionista y actores debían hacer equilibrado sobre un camino muy delgado. Cualquier exceso podía hacer naufragar la historia. Los riesgos eran varios: de convertirla en una película de terror Clase B a un film involuntariamente paródico o inconscientemente cruel.

Como (casi) todos los proyectos de Hollywood, El Silencio de los Inocentes pasó por muchísimas manos antes de concretarse.

Quien lo impulsó fue Gene Hackman. Compró los derechos, habló con productores, buscó director. Quería ser Hannibal Lecter. Esos papeles que cualquier actor sueña. También deseaba dirigirla. Le parecía que ese best seller podía transformarse en una gran película. Mientras intentaba desarrollar el proyecto, decidió que su papel debía ser el de Jack Crawford, el jefe de la sección de estudio de las conductas de los asesinos seriales del FBI. El papel principal lo reservaría para una gran estrella, prestigiosa y taquillera. Los nombres eran los de siempre. Actores intensos: Robert De Niro, Jack Nicholson, Al Pacino, Dustin Hoffman.

Pasado un tiempo, Hackman vendió su parte en los derechos y se desentendió. El estudio llamó a Jonathan Demme y le propuso ser el director mientras Ted Tally, un experimentado guionista, avanzaba en la adaptación.

El trailer de El Silencio de los Inocentes

Demme había filamdo varios films. Las últimas dos habían tenido cierto éxito y lo habían mostrado como un hábil y confiable narrador: Something Wild y Casada con la Mafia. Pero, unos años antes, ya había dirigido una obra maestra: Stop Making Sense, el registro de Talking Heads en vivo, David Byrne con el traje gigante en una de sus (muchas) cumbres artísticas. La película empezaba con la interpretación de Psychokiller, temática que volvería a transitar en El Silencio de los Inocentes.

En un momento pareció que Lecter sería interpretado por Sean Connery, uno de los actores más disputados del momento. Pero el escocés también rehusó. Por momentos creyeron que no encontrarían ningún actor de prestigio que aceptara ponerse en la piel del asesino serial. Alguien se acordó de Anthony Hopkins y de su actuación en 1980 en El Hombre Elefante. Lo fueron a buscar a Londres. Luego de una función teatral le ofrecieron el papel. Pidió el guión y quedó en responder. Al día siguiente, Hopkins llamó a su agente implorándole que cerrara el trato. “Es uno de los mejores papeles con los que me crucé en mi vida” habría dicho el actor.

El papel femenino era central, no sólo por el nivel de participación en la historia sino porque la agente Starling es el corazón de la historia. Una heroína en trajecito. No había proezas físicas, escenas sensuales, ni dispositivos a lo James Bond. El desafío era otro. Construir una heroína determinada pero discreta, con temores, con debilidades y fortalezas, con una deslumbrante capacidad intelectual.

Después de intentar con famosos actores que rechazaron el papel, Anthony Hopkins aceptó e hizo un trabajo fabuloso como Hannibal Lecter
Después de intentar con famosos actores que rechazaron el papel, Anthony Hopkins aceptó e hizo un trabajo fabuloso como Hannibal Lecter

Jonatahm Demme pidió por Michelle Pfeiffer, con la que había trabajado en su anterior película, Casada con la Mafia. La actriz aceptó de inmediato seducida por la historia y por la magnitud del papel. Pero en una segunda lectura decidió no hacerlo. La película no terminaba como ella quería, no quería ser responsable de enviar un mensaje equivocado a los espectadores. Demasiada oscuridad para ella. Meg Ryan fue la siguiente opción. Era algo, en esos días, casi obvio. Era una de las actrices más buscadas después de Cuando Harry conoció a Sally. El cambio de género podía beneficiarla. Pero ella también declinó. Todavía no estaba dispuesta a transitar otro nicho que no fuera el de las comedias románticas que monopolizaría durante casi una década. Demme entonces abogó por Laura Dern. Desplegó varios argumentos en favor de ella. Estaba convencido de que era la actriz ideal para el papel y la que su película necesitaba. Nada de eso conmovió a los directivos de Orion. Podría tratarse de la mujer perfecta para hacer de la agente Starling, pero no era lo suficientemente conocida para encabezar el film, dijeron los directivos que propusieron a Jodie Foster. Pero a Demme la actriz le parecía impecable desde lo técnico pero sentía que era demasiado fría, que no transmitía lo que él necesitaba. Jodie venía de ganar el Oscar por Acusados. Ella desde el principio se mostró interesada en el papel. Hasta había querido adquirir los derechos en algún momento. Ella sabía de que se trataba. Casi una década antes había estado rodeada durante un largo tiempo por muchos agentes del FBI. En 1981, John Hinckley Jr. había atentado contra el presidente Ronald Reagan. Cuando fue detenido y le preguntaron por el móvil del intento de homicidio dijo que lo había hecho para llamar la atención de Jodie Foster (a la que había visto en Taxi Driver). Eso provocó un gran revuelo y que Jodie estuviera con custodia del FBI durante un buen tiempo.

A pesar de lo que los asesores aconsejaban sobre la vida de este tipo de criminales en la cárcel, Demme prefirió alejarse de la realidad para poder contar mejor su historia. Decidió que Lecter estuviera encerrado en una celda sin barrotes. Ese acrílico que los separa permite que las miradas no tengan obstáculos y un juego extraordinario de reflejos que el director aprovechó.

Jodie Foster en "El silencio de los inocentes". Su agente Sterling es el corazón de la historia (Crédito: Youtube)
Jodie Foster en "El silencio de los inocentes". Su agente Sterling es el corazón de la historia (Crédito: Youtube)

El cine, se sabe, es un arte colectivo. Así cada uno de los que participan colaboran en el resultado final. Pequeños detalles trabajados de la manera adecuada convierten, muchas veces, en momentos inolvidables, escenas que podrían pasar desapercibidas. En El Silencio de los Inocentes fue muy importante la participación de Ed Cubberly, un hombre cuya actividad principal estaba relacionada con la NHL, la liga de hockey sobre hielo. Cubberly se dedicaba a fabricar las máscaras de los arqueros. Probaron varios modelos. En un comienzo sólo se trataba de una de esas que se utilizan para la práctica del esgrima, después alguien sugirió que fuera un mero bozal como los que utilizan en las perreras. Cubberly logró sintetizar todas esas ideas en un diseño original y aterrador.

Una pregunta inquietante: ¿Podría filmarse hoy una película como esta? Las reacciones de algunos de los actores que se negaron a participar hace tres décadas dan un indicio de respuesta. También las críticas y manifestaciones de algunas agrupaciones LGTB+ en las puertas de los cines porque el asesino Buffalo Bill que perseguía Starling era homosexual y, según decían, transexual. Jodie Foster fue presionada por quienes protestaban y, entre otras exigencias, querían que ella diera a conocer su orientación sexual. Jonathan Demme se defendió de las acusaciones de homofobia y misoginia.

El presupuesto fue de 19 millones de dólares. En la taquilla recuperó lo invertido y lo multiplicó por quince. Recaudó casi 300 millones de dólares. Nadie se esperaba un éxito igual. Grandes personajes, una buena historia, tensión dramática. El Silencio de los Inocentes se estrenó a principio de año, en una época en que se entregan los premios a lo mejor de la temporada anterior y lejos de las fechas reservadas para los grandes estrenos. No estaba destinada ni a ser un gran éxito de público ni a tener chances en los premios que se otorgarían doce meses después. Cuando llegan las nominaciones por lo general las monopolizan (y muchas más a principios de los noventa) los estrenos de fin de año, diseñados para cosechar premios y seducir votantes. Pero entre las candidatas (grandes producciones como Bugsy, JFK o El Príncipe de las Mareas; otras quedaron afuera de la lucha como Cabo de Miedo, The Fisher King o Thelma y Louise) se coló la película de Jonathan Demme. Parecía que no tenía demasiadas posibilidades pero mientras pasaban las diversas entregas de premios y se acercaban los Oscars, sus chances aumentaban. El Silencio de los Inocentes se convirtió en la tercera película en la historia en obtener la estatuilla en las cinco principales categorías: mejor película, director, guión, actor y actriz principal. Las otras dos fueron Lo Que Sucedió Aquella Noche de Frank Capra y Atrapado sin salida de Milos Forman.

Que el asesino y caníbal no estuviera encerrado entre rejas sino detrás de un acrílico ayudó a que entre los protagonistas y los espectadores no hubieran barreras
Que el asesino y caníbal no estuviera encerrado entre rejas sino detrás de un acrílico ayudó a que entre los protagonistas y los espectadores no hubieran barreras

Hannibal Lecter es un personaje inolvidable, un villano aterrador que intimida con su presencia, con sus gestos y con su pasado. En él se centra toda la tensión. El FBI depende del malo, de su ayuda. Anthony Hopkins lo encaró con decisión. Puso todo en esa mirada. Otro récord nimio: es el actor que ganó el Oscar por un protagónico con menor tiempo en pantalla. Poco menos que 25 minutos. La AFI lo eligió como el mejor villano de la historia del cine.

Lecter ya había sido el protagonista de una película producida por Dino de Laurentiis. En 1986 con dirección de Michael Mann se estrenó Manhunter. Fue un gran fracaso. Thomas Harris volvió a escribir sobre Lecter e intentó de nuevo llevarlo al cine. De Laurentiis, dueño de los derechos del personaje, no quiso saber nada con reincidir con el asesino serial. Cuando le hablaron de El Silencio de los Inocentes decidió ceder sus derechos para que otro chocara con la historia del asesino serial.

El personaje de Buffalo BIll, el asesino que buscan capturar, es una especie de Frankenstein creado a partir de distintas características de varios asesinos seriales. Tiene elementos de Ted Bundy, deguella sus víctimas como Ed Gein y secuestra mujeres y las esconde en oscuros y mohosos sótanos como Gary Heidnick.

Los actores principales trabajaron mucho para preparar sus personajes. Anthony Hopkins leyó sobre asesinos seriales y habló con oficiales del FBI. Jodie Foster acompañó durante varias jornadas a Mary Ann Krause, una oficial de la fuerza que investigaba este tipo de criminales. Scott Glen que encarnó a Jack Crawford, el jefe de la sección de Ciencias de la Conducta no sólo estuvo en las oficinas policiales sino que le permitieron escuchar los audios de las conversaciones con algunos asesinos seriales. Glenn no pudo terminar de escuchar. Se descompuso al oír la descripción minuciosa y pausada de las atrocidades cometidas, entre ellas la violación y asesinato de una joven de 16 años.

La agente Starling es parte del Departamento de Ciencias de la Conducta del FBI. El nacimiento de la sección y sus diversas tareas, el estudio de los modos de los diferentes asesinos seriales, las entrevistas con ellos, las oficina en el cuartel de Quantico, todas esas cosas se han convertido en un tópico de películas y series. Mindhunter y Manhunt: Unabomber, las series de Netflix, son dos de esos ejemplos. El Silencio de los Inocentes fue pionero en tratar el tema.

Anthony Hopkins como Hannibal Lecter
Anthony Hopkins como Hannibal Lecter

Hannibal Lecter marcó un cambio de época en el tratamiento de los asesinos seriales. Hasta El Silencio de los Inocentes ese era territorio sólo de la Clase B. De Films en los que abundaba la sangre y los personajes desquiciados, la música machacante y los golpes de efecto. Lecter tenía un pasado. Era un forense prestigioso. Poseía también una notable inteligencia. Esa tridimensionalidad le da mayor interés, complejidad y peligrosidad. El interés está dado en ese hombre de una sofisticada inteligencia que es capaz de asesinar y practicar el canibalismo con sus víctimas. En la primera incursión en el cine, Michael Mann eligió a Brian Cox, el Logan Roy de Succesion, para interpretar a Lecter. Darle el papel a Hopkins fue un movimiento similar. Un actor prestigioso y repleto de matices para que el personaje no fuera plano.

Thomas Harris escribió cuatro novelas con Lecter como protagonista. Todas fueron llevadas al cine. Y en 2012 una serie televisiva se inspiró en el personaje.

En Hannibal, la secuela filmada diez años después, Demme y Tally no participaron. El guionista explicó los motivos: “No quisimos tener que ver con el proyecto. Cuando leímos el libro, a Demme y a mí nos pareció muy malo. Había que hacer demasiados cambios, modificar la historia. Pero Thomas Harris no quería saber nada. Es una pena: tengo gran gratitud hacia él y, debe decirse, hubiéramos ganado una verdadera fortuna”. Pero un año después, Ted Tally aceptó ser el guionista de Red Dragon, la tercera parte de la franquicia.

Pasaron treinta años del estreno. Y Hannibal Lecter sigue aterrando a los espectadores como el primer día.

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