
Las empresas que se apoyan en clientes estratégicos obtienen resultados. La mayoría de los CEOs reconoce que la gestión estratégica de cuentas (SAM, por sus siglas en inglés), que alinea la estrategia, los equipos y los recursos en torno a asociaciones con clientes grandes y complejos, es fundamental para el crecimiento de sus empresas.
Sin embargo, la nueva evidencia sugiere que muchas organizaciones están perdiendo impulso en la gestión estratégica de cuentas. Un estudio interno de la Strategic Account Management Association concluye que la falta de apoyo por parte de la alta dirección es ahora la principal razón por la que los programas de gestión estratégica de cuentas se recortan o se estancan.
En este artículo, describimos cómo las empresas pueden hacer un mejor trabajo al relacionarse con clientes de cuentas estratégicas.
1. CREER EN LA GESTIÓN ESTRATÉGICA DE CUENTAS COMO UNA ESTRATEGIA, NO SOLO COMO UN EQUIPO DE VENTAS
Con demasiada frecuencia, las empresas consideran la gestión estratégica de cuentas como una función de ventas: una versión más personalizada de la cobertura de cuentas, un equipo de ventas "glorificado" o un título más elegante para los representantes sénior. Cuando eso ocurre, se pierde el verdadero propósito de la gestión estratégica de cuentas. En cambio, cuando se concibe como una estrategia, el enfoque se amplía hacia la definición de cómo la empresa crea y sostiene una ventaja basada en el cliente y cómo impulsa un crecimiento sostenido a nivel organizacional.
Las empresas más efectivas no tratan la gestión estratégica de cuentas como un equipo de ventas, sino como una plataforma estratégica de crecimiento. Definen una justificación clara para la gestión estratégica de cuentas y explican por qué es relevante ahora. Identifican qué cuentas realmente merecen un involucramiento estratégico, utilizando criterios como concentración de ingresos, influencia, disposición a asociarse, valor de vida del cliente y riesgo. Además, coordinan recursos, datos e inversiones interfuncionales para alinearlos con esas prioridades. Esto cambia el enfoque de las transacciones a la transformación, de perseguir cifras trimestrales a construir valor estratégico a largo plazo.
2. UN HORIZONTE TEMPORAL DE AÑOS, NO DE TRIMESTRES
Quizás el cambio más difícil sea el temporal. Los mercados recompensan el rendimiento trimestral, los mandatos de los CEOs son cada vez más cortos y la disrupción digital acelera los ciclos económicos. El resultado es una disminución de la paciencia organizacional. Esta presión por entregar resultados de corto plazo afecta directamente a los programas de gestión estratégica de cuentas. Con demasiada frecuencia, las empresas celebran la "orientación al cliente" a través de campañas visibles en redes sociales, pero invierten poco en la infraestructura necesaria para sostenerla. Se privilegia el simbolismo sobre los sistemas.
Cuando se trata de cuentas estratégicas, las empresas más disciplinadas resisten esa tentación. Saben que el valor de la gestión estratégica de cuentas se acumula con el tiempo: la confianza se profundiza, la innovación crece y el riesgo compartido se transforma en crecimiento compartido.
3. COMPROMISO CON CREAR LAS CONDICIONES PARA UN ALTO DESEMPEÑO, NO SOLO CON CONTRATAR TALENTO ESTRELLA
Las empresas con visión de futuro tratan el soporte y la habilitación de la gestión estratégica de cuentas como capacidades organizacionales centrales, no como servicios compartidos. Los financian de manera explícita, miden su influencia y elevan la participación de los ejecutivos en la gestión estratégica de cuentas como un privilegio de liderazgo, no como una tarea administrativa.
4. EJECUTIVOS QUE SE MANTIENEN INVOLUCRADOS CON LAS CUENTAS ESTRATÉGICAS, NO AISLADOS EN LA CIMA
A medida que las organizaciones crecen, los ejecutivos suelen alejarse de los clientes, perdiendo de vista cómo toman decisiones las cuentas estratégicas y cómo las prioridades en competencia generan fricción. Las capas de comunicación filtran las verdades incómodas y las convierten en reportes digeribles. Los ejecutivos hacen las preguntas equivocadas, los equipos dudan en corregirlos y todos terminan gestionando la imagen en lugar de centrarse en los clientes. Como resultado, los programas de gestión estratégica de cuentas pierden energía y dirección.
En cambio, los CEOs que permanecen anclados en el propósito de la gestión estratégica de cuentas buscan activamente la incomodidad. Recompensan la disidencia, invitan a los equipos de cuentas a cuestionar los supuestos y reciben con apertura las malas noticias desde el principio.
Los ejecutivos que encarnan la administración responsable consideran que la gestión estratégica de cuentas no es una función de ventas, sino una estrategia de crecimiento. Invierten en alinear funciones y habilitar la ejecución para cultivar relaciones con los clientes más distintivos y desproporcionadamente importantes de la empresa, creando un valor mutuo que se acumula con el tiempo. El centro de gravedad de la organización pasa de perseguir acuerdos y celebrar transacciones a generar confianza, forjar alianzas duraderas e impulsar el crecimiento empresarial.
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