Guacamayos y loros, ¿protagonistas inesperados en la historia sagrada del mayor complejo prehispánico del suroeste de Estados Unidos?

El estudio en el área de Pueblo Bonito y otros sitios relevantes identificó que aves exóticas originarias de regiones distantes tuvieron un papel ritual y simbólico central en las prácticas y la vida cotidiana de esta cultura

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El hallazgo de 45 aves
El hallazgo de 45 aves exóticas en contextos ceremoniales del Cañón del Chaco evidencia la importancia simbólica de guacamayos y loros en culturas indígenas - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Durante siglos, las culturas indígenas del suroeste de Estados Unidos mantuvieron una relación profunda con aves exóticas originarias de regiones lejanas. Una investigación, publicada en la revista KIVA y difundida por Taylor & Francis Online, aporta detalles inéditos sobre el significado de los guacamayos y loros en el Cañón del Chaco, un centro monumental prehispánico de relevancia ubicado en Nuevo México, Estados Unidos.

Según el análisis, estas aves, lejos de ser mercancías, tuvieron un lugar destacado en prácticas rituales y simbólicas, y se mantenían en grandes casas bajo condiciones especialmente adaptadas. El Cañón del Chaco, habitado principalmente entre mediados del siglo IX y mediados del siglo XII, se reconoce como uno de los complejos arqueológicos más extensos de América del Norte.

Existen miles de sitios en el área, incluidas las grandes casas como Pueblo Bonito, Pueblo del Arroyo, Kin Kletso, Una Vida y el sitio 29SJ 1360, además de más de mil asentamientos menores distribuidos a lo largo del valle y las mesetas. Sin embargo, solo una parte de las casas fue excavada en su totalidad, por lo que la mayor parte del legado arqueológico permanece sin explorar.

Bishop explica en la investigación que el debate sobre la presencia de aves exóticas en el Cañón fue constante, debido a las dudas sobre su procedencia y la forma en que eran valoradas. Las guacamayas rojas y los loros de pico grueso, especies ajenas al ecosistema local, fueron recuperadas en espacios destacados de los principales sitios, lo que despertó el interés de generaciones de especialistas.

La investigación identificó cuarenta y
La investigación identificó cuarenta y dos guacamayos y tres loros de pico grueso provenientes de regiones lejanas, con presencia destacada en las grandes casas de Pueblo Bonito - (Imagen Ilustrativa Infobae)

En su reanálisis, Bishop identificó un total de 45 aves: 42 guacamayos y 3 loros de pico grueso, todas provenientes de zonas remotas. El equipo examinó físicamente 38 ejemplares, mientras que algunos casos solo se conocen por registros documentales. Estos restos se localizaron en cinco emplazamientos del cañón, y Pueblo Bonito destaca tanto por la cantidad como por la diversidad de hallazgos.

En Pueblo Bonito, se recuperaron 35 guacamayos y 2 loros de pico grueso, la mayoría en la sección llamada “arco norte”. En particular, la sala 38 contenía restos de 14 guacamayos: dos de ellos depositados en un pozo subterráneo y los otros 12 en una gruesa capa de excrementos junto a la pared este.

Este hallazgo sugiere la existencia de perchas o divisiones internas para mantenerlos agrupados. Otra sala relevante fue la 249A, donde un estante de adobe cubierto de excremento y restos de alimento respalda la hipótesis de que allí se mantenían aves vivas, con acceso mediante una trampilla en el techo. En los otros sitios identificados, los restos aparecieron de forma aislada o en menor cantidad.

El estudio indica que el análisis de 2.481 huesos no muestra señales de descuartizamiento o mutilación, lo que sugiere que las aves eran depositadas enteras, probablemente con fines rituales o funerarios, y no como desechos alimenticios.

No se encontraron signos de
No se encontraron signos de sacrificio o mutilación en los restos de las aves, lo que sugiere depósitos rituales y un trato cuidadoso en recintos adaptados al clima árido - (Imagen Ilustrativa Infobae)

La mayoría de estos restos proceden de salas grandes, con paredes enlucidas y sistemas para conservar el calor, lo que evidencia que los habitantes del Cañón acondicionaron espacios adecuados para el bienestar de estos animales en un entorno árido y frío. En algunos casos, los restos de urraca se hallaron junto a los de guacamayo, una asociación poco habitual que, según Bishop, podría estar relacionada con la coloración de las aves o su capacidad para imitar sonidos.

El rango de edad registrado —de 11 o 12 meses a más de 25 años— indica que la interacción y el cuidado se mantuvieron durante generaciones, lo que apunta a una relación prolongada entre humanos y aves.

Desde la perspectiva etnográfica, se destaca el fuerte simbolismo asociado a las guacamayas rojas. Bishop señala que estos animales se vinculan con el sol, el cielo, la lluvia, el arcoíris, la sal y la dirección sur, dentro del complejo sistema simbólico de las culturas Pueblo. El rojo de las plumas se asocia al sol, mientras que los tonos azules y amarillos evocan el arcoíris y las lluvias, elementos esenciales para la cosmovisión agrícola regional.

Las plumas, muy apreciadas, tuvieron un lugar en ceremonias y ornamentos durante siglos, y varias naciones indígenas formaron clanes o linajes relacionados con estas especies. Pese a que los registros históricos de los siglos XIX y XX aportan parte de la información sobre estos vínculos, las comunidades Pueblo actuales resultan fundamentales para comprender la continuidad y profundidad cultural de la relación con estas aves.

Los restos de aves exóticas
Los restos de aves exóticas se localizaron en cinco emplazamientos de Chaco, sobresaliendo el sector 'arco norte' de Pueblo Bonito por su número y diversidad - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Ambas fuentes remarcan que los estudios previos sobre aves exóticas en el Cañón del Chaco datan de hace más de cincuenta años y presentan errores o insuficiencia contextual. Bishop resalta la importancia de reconstruir los contextos de depósito, las asociaciones materiales y los vínculos humanos-aves no solo a través de la arqueología, sino también mediante archivos y museos.

El trabajo subraya la necesidad de profundizar en la patología esquelética de los guacamayos, pues algunos marcadores carecen de explicación clara. Bishop indica que interpretaciones anteriores sugerían situaciones de maltrato, una hipótesis que el nuevo análisis cuestiona al dar mayor peso a las pruebas de cuidado y condiciones adecuadas de alojamiento.

De cara a futuras investigaciones, la autora —según expresó un comunicado de prensa— considera esencial analizar el papel de otras aves, como pavos, águilas y pájaros cantores, para ampliar el conocimiento del repertorio simbólico y ecológico indígena. Además, insiste en que la interpretación cultural debe enriquecerse con el saber de las comunidades Pueblo actuales, consideradas autoridades clave para entender el pasado y presente de estas especies.

La investigación reciente demuestra que la relación entre los habitantes del Cañón del Chaco y las aves exóticas fue más compleja y atenta de lo que se pensaba, y revela un esfuerzo sostenido por garantizar el cuidado, la alimentación y el valor ritual de estos animales tanto en la vida cotidiana como en el ámbito sagrado.