El Real Madrid vuelve a acabar con el Atlético de Madrid en Champions y certifica su pase a cuartos

Gallagher puso el partido en igualdad de condiciones a los 30 segundos de arrancar el duelo y fueron los penaltis los que decantaron la eliminatoria para los blancos

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Los jugadores del Real Madrid
Los jugadores del Real Madrid celebrando el pase a cuartos de final de Champions tras vencer al Atlético de Madrid en penaltis (REUTERS/Juan Medina)

El Real Madrid volvió a escribir las mismas líneas en su historia contra el Atlético de Madrid en Champions. Los blancos llegaban al Metropolitano con cierta ventaja, la conseguida en el Santiago Bernabéu tras imponerse por 2-1 y con un Mbappé que hizo saltar las alarmas, pero que acabó jugando de titular. La ocasión lo merecía. Ni los blancos ni los rojiblancos estaban dispuestos a dejar nada en el tintero, necesitaban jugar con toda la artillería para poder certificar el pase a cuartos. Gallagher puso el partido en igualdad de condiciones, nada más comenzar a rodar el balón. No fue hasta la segunda mitad cuando Mbappé tuvo la segunda ocasión más clara del duelo que acabó en un penalti que Vinicius no fue capaz de aprovechar. Ni la prórroga fue suficiente para evitar los penaltis, donde los blancos se llevaron la eliminatoria.

Con el pitido inicial todavía resonando por los cuatro costados del Metropolitano, el Atlético de Madrid recortaba la ventaja que había conseguido el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. El pitbull rojiblanco fue el encargado de poner en igualdad de condiciones la eliminatoria, gracias a un centro de Rodrigo De Paul desde la banda derecha. A partir de ese momento, los dos grandes de la capital se encontraban con el marcador en tablas. Restaban 89 minutos reglamentarios. La eliminatoria estaba abierta de nuevo.

El Atlético de Madrid ya tenía la mitad del trabajo hecha, ahora necesitaba que la grada hiciera otro tanto y comenzara a calentar el Metropolitano como solo la grada colchonera sabe hacer. Necesitaban que el volcán, que es el estadio rojiblanco, entrara en erupción e hicieran sentir al eterno rival esa tensión en el ambiente que solo consiguen cuando el Real Madrid visita su casa. La posesión comenzó a recaer sobre los de Carlo Ancelotti, que movían el balón tratando de encontrar una fisura en el búnker acorazado en que se había convertido la defensa rojiblanca. Mbappé, una vez más, inofensivo, y Vinicius que no era capaz de encontrar los huecos. Lo que sí encontró fue una mano de Giuliano, pero el árbitro indicó que era involuntaria. Ninguna ocasión fue suficiente para crear el mínimo peligro para Oblak.

Los jugadores del Atlético de
Los jugadores del Atlético de Madrid celebrando el gol de Gallagher (REUTERS/Juan Medina)

Mientras, los del Cholo Simeone trataban de defender esas tablas y buscaban un gol que les permitiera respirar un poco en la eliminatoria. Ocasiones tuvieron. Julián Álvarez lo intentaba desde fuera y dentro del área y Giuliano explotaba toda su velocidad para intentar pillar un balón a la espalda de la defensa blanca, pero las ocasiones tampoco fueron suficientes para batir de nuevo a Courtois. Y el reloj, que no cesaba, se aproximaba al ecuador del partido. Con los 22 dirigiéndose al túnel de vestuarios, el sentir era que el Atlético de Madrid había sido capaz de situar a los blancos justo donde querían, entre la espada y la pared.

Con los segundos 45 minutos ya corriendo en el marcador, el Atlético de Madrid saltaba al terreno de juego con la misma estrategia, dejar que los blancos tuvieran el balón en posición de no peligro y aprovechar sus ocasiones. Marcos Llorente y Lenglet pusieron a trabajar al portero belga nada más reanudarse el duelo, pero Courtois consiguió frenar ambas ocasiones. En el minuto 68, Mbappé, que había estado prácticamente desaparecido durante todo el encuentro, sacó petróleo. Bellingham le dio un balón al francés, que se encaminó hacia el área rival junto a dos defensas rojiblancos. Regateó a Giménez, que se estiró, pero no fue capaz de cazarle, y repitió la gesta con Lenglet, quien sí le cazó. El árbitro, sin ningún tipo de dudas, señaló penalti y tarjeta amarilla. Vinicius sería el encargado de lanzar desde la distancia de los once metros, pero mandó el balón directamente fuera. Acababa de desaprovechar la oportunidad más clara para los suyos.

El jugador del Real Madrid
El jugador del Real Madrid Vinicius (REUTERS/Susana Vera)

Ambos conjuntos trataron de rascar un gol antes de que los 90 minutos concluyeran, no querían volver a encomendar la eliminatoria a la prórroga y mucho menos a los penaltis. Los minutos y el desgaste físico de un encuentro de tal magnitud comenzaban a palparse en las piernas, en especial, en las de Mendy que tuvo que abandonar el terreno de juego lesionado. En su lugar entró Fran García. Un pulmón para reforzar la banda de Vinicius. Correa, que acababa de entrar al campo, tenía la última más destacada del partido antes de que señalaran el final de los 90 minutos. Tras ello, fue De Paul quien se fue al suelo, también lesionado. Antes de dar paso a la prórroga.

La prórroga y unos penaltis agónicos

En la primera mitad de la prórroga ambos equipos se lanzaron al ataque. Ninguno quería que el duelo se prolongara a los penaltis. Necesitaban evitar esa lotería a toda costa. Una vez más, era Correa quien levantaba de los asientos a los aficionados rojiblancos con una ocasión que no terminaba en gol. El resto de minutos fue una sucesión de pases que no terminan de cuajar para crear una jugada de peligros para ninguno de los dos equipos. El partido se marchaba a los penaltis.

El primero en lanzar fue Mbappé. Con un sólido disparo, tras engañar a Oblak, certificaba el primer tanto de los blancos y pedía calma y cabeza a los suyos. Sorloth hizo lo propio con su disparo. Bellingham era el siguiente en lanzar y tampoco falló, quien sí lo hizo fue Julián Álvarez, que mandó el balón al fondo de la red, pero fue anulado debido a que lo había tocado con los dos pies. Valverde para el Real Madrid y Correa para el Atlético no fallaron. Llegaba el turno de los últimos lanzadores. Lucas Vázquez fue el encargado en lanzar el cuarto, pero el guardameta rojiblanco adivinó el lado y atajó el disparo, Llorente, por su parte, estrelló el balón en el larguero.

Si Rüdiguer marcaba, el Real Madrid ganaba el encuentro, certificaba su pase a cuartos. El alemán no falló. Los de Carlo Ancelotti habían vuelto a escribir la misma historia, habían vuelto a eliminar al eterno rival en Champions. La garra y esencia blanca se había impuesto de nuevo al corazón rojiblanco. Nueva temporada, nuevos jugadores, pero el mismo resultado.