Rocío Carrasco y Anabel Dueñas, obligadas a recibir oxígeno en ‘Hasta el fin del mundo’: “Me ahogo”

Tras comenzar la nueva etapa con destino a Argentina, la pareja ha necesitado ayuda tras sufrir mal de altura

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Rocío Carrasco y Anabel Dueñas
Rocío Carrasco y Anabel Dueñas en el programa 'Hasta el fin del mundo'. (RTVE)

De un país a otro, el viaje de los concursantes de Hasta el fin del mundo no da tregua y su aventura por los Andes ha puesto a prueba mucho más que su espíritu competitivo. Tras despedirse de Bolivia, el grupo cruzó esa ansiada mitad de la ruta para aterrizar nada menos que en Argentina, aunque no sin antes medirse con alturas propias de récord y adversidades dignas de veteranos andinistas.

Las risas y las bromas han sido casi tan necesarias como el oxígeno médico esta semana. Rocío, con sus “48 años bien llevados”, y Anabel se notaron superadas por el famoso mal de altura, ese invitado incómodo que se presenta cuando subes demasiado rápido a 4.000 metros sobre el nivel del mar y tu cuerpo te recuerda que el aire escasea. “No puedo más”, confesó Rocío entre resuellos, mientras que Anabel reconocía con humor que se “estaba muriendo” pero procuraba animar a su compañera asegurando que aún se sentía más fuerte.

La pareja, que arrancó la etapa a la cabeza repitiendo como favoritas una semana más aunque con los rivales pisándoles los talones, no solo demuestra buena sintonía, sino también una creatividad digna de premio: inventarse cumpleaños para lograr descuentos se ha convertido en parte de su arsenal de estrategias. Su ruta preferida, la de Los Forajidos, les ha llevado por Potosí y Tupiza, regalándoles paisajes inolvidables y más de un quebradero de cabeza buscando medios de transporte.

Rocío Carrasco y Anabel Dueñas
Rocío Carrasco y Anabel Dueñas en el programa 'Hasta el fin del mundo'. (RTVE)

El motivo por el que Rocío y Anabel necesitaron oxígeno

Pero el mayor reto vino al alojarse en Potosí: antes de cruzar la frontera, la falta de aire les obligó a pedir ayuda y tomarse una pausa forzosa para recibir oxígeno. “Es que no saturamos bien, creo”, soltó Anabel al recepcionista mientras intentaban recuperar fuerzas con la ayuda de una bombona salvadora. Bastaron unos segundos conectadas al oxígeno para que las bromas afloraran en medio del cansancio. “Esto da mal rollo”, bromeó Rocío, aún sin poder levantarse bien. Hubo quien pidió turno para la botella y no faltaron las risas por si aquello parecía “el gancho de la risa” más que un respiro real. Hasta se retaban entre ellas: Anabel, entre carcajadas, le pidió a Rocío que le recordara su nombre como chequeo improvisado de lucidez.

Rocío Carrasco y Anabel Dueñas
Rocío Carrasco y Anabel Dueñas en el programa 'Hasta el fin del mundo'. (RTVE)

El mal de altura, o mal agudo de montaña, es básicamente el resultado de un ascenso demasiado rápido a altitudes elevadas, según explican los médicos. Puede aparecer a partir de los 2.500 metros, pero aquí el desafío ha llegado a superar los 4.000 metros. Los síntomas no son una broma: dolor de cabeza, náuseas, mareos, fatiga y dificultad para dormir, lo que no ayuda en una carrera donde cada minuto cuenta para ser el primero en la meta.

Tráiler oficial de 'Hasta el fin del mundo'.

La receta para superar el soroche, como se conoce también al mal de altura, es sencilla: hidratarse, dosificar el esfuerzo, descansar cuando toque y utilizar oxígeno siempre que sea necesario y esté disponible. Lo importante, al menos para Rocío y Anabel, ha sido tomárselo con humor y seguir adelante, con la vista puesta en la próxima parada, aunque el aire les falte y el reloj apriete.