Un chico de 20 años ha creado su propio país en una franja de tierra que no pertenece a ningún estado: tiene su propia constitución, una moneda y pasaportes

En 2019, un joven australiano de 20 años decidió fundar un país en una franja de tierra sin reclamar entre Croacia y Serbia. Lo llamó República Libre de Verdis, plantó una bandera, redactó una constitución y creó un gobierno con seis ministerios.

Sin embargo, su sueño fue interrumpido por la intervención de la policía croata, que lo expulsó y le prohibió la entrada de por vida. “Verdis fue una idea que tuve cuando tenía 14 años. Al principio fue solo un pequeño experimento con unos amigos. Todos hemos soñado con crear algo alocado”, relató Daniel Jackson, fundador y presidente de la micronación a la agencia SWNS.

El descubrimiento de Gornja Siga

La historia de Verdis comienza cuando Jackson, apasionado por la geopolítica y las micronaciones, descubrió un territorio sin reclamar llamado Gornja Siga. Esta franja de apenas medio kilómetro cuadrado a orillas del Danubio se convirtió en su laboratorio de sueños.

“Empezamos a hacer de Verdis una realidad cuando tenía dieciocho años, formando algunas leyes y una bandera. Ahora tenemos un gobierno y un gran gabinete”, afirmó Jackson.

La tierra surgió como consecuencia de cambios históricos en las fronteras tras la disolución de Yugoslavia. Ni Croacia ni Serbia reclaman oficialmente el área, lo que la convirtió en una oportunidad para Jackson y su proyecto.

Una micronación con gobierno, moneda y ciudadanía

Aunque de tamaño diminuto, Verdis tiene una estructura completa: seis ministerios (Defensa, Infraestructura, Finanzas, entre otros), constitución, moneda oficial (el euro) y pasaportes simbólicos para sus ciudadanos. Los idiomas oficiales son inglés, croata y serbio.

“Es un país pequeño, así que debemos ser cuidadosos con quién dejamos entrar. Al aprobar solicitudes buscamos perfiles con habilidades útiles como medicina o seguridad”, explicó Jackson.

Hasta la fecha, la micronación ha recibido más de 15.000 solicitudes de ciudadanía digital, de las cuales, aproximadamente 400 fueron aprobadas. “A simple vista es solo un montón de bosque, pero cuando te das cuenta de que están en un país creado, es mágico”, señaló el joven.

Obstáculos legales y expulsión de Verdis

Pero los problemas llegaron en 2023, cuando Jackson y varios simpatizantes intentaron asentarse en el territorio. En ese instante, fueron detenidos y expulsados por la policía croata. “Nos deportaron, pero no pudieron dar una razón clara”, denunció el fundador del país.

“Dijeron que éramos una amenaza para la seguridad nacional del país”, añadió. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Croacia calificó la iniciativa como “una provocación sin fundamento jurídico” y recordó que una “demarcación fronteriza aún no finalizada no transforma un territorio en tierra de nadie que pueda ser ocupado por terceros”.

Gobierno en el exilio y el sueño de Eurovisión

A pesar de la prohibición, Jackson mantiene su determinación y administra Verdis desde el exilio. El gobierno opera principalmente en línea, con ciudadanos participando en debates y votaciones desde distintos países.

“La cuestión es cuándo, no si recuperaremos la tierra. Croacia no la reclama, así que tenemos derecho a ella, y creemos que tenemos una buena oportunidad. Me encanta lo que hago. Tengo menos experiencia que otros presidentes, pero estoy en una edad en la que aprendo rápido. Quiero abrir camino para que mi generación participe más en la política mundial”, sentenció.

El proyecto de Verdis no se limita a la reivindicación territorial. Jackson también busca que su micronación participe en el Festival de Eurovisión y ha organizado movilizaciones frente a la embajada de Croacia en Londres. “Nos encantaría, honestamente. Verdis tiene varias conexiones con concursantes de Eurovisión”, dijo Jackson.

Un proyecto agotador

La República Libre de Verdis sigue sin reconocimiento oficial y su futuro depende de la interpretación del derecho internacional. “Estoy agotado y dispuesto a ceder el cargo”, confesó, reconociendo el desgaste que implica liderar a la micronación.