Castaño de guayaba, la planta conocida como “el árbol del dinero” por su atracción de la buena suerte y la prosperidad

Resistente y de fácil mantenimiento, la ‘Pachira aquatica’ es capaz de adaptarse fácilmente a interiores, lo que la hace perfecta para tener en casas u oficinas

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Castaño de guayaba (Adobe Stock)
Castaño de guayaba (Adobe Stock)

En el mundo de la decoración natural, pocas plantas han ganado tanta popularidad en los últimos años como la Pachira aquatica, también conocida como castaño de Guayana/Guayaba o castaña de agua. Su aspecto exótico, su resistencia y su capacidad para adaptarse a los interiores la han convertido en una de las especies más apreciadas por quienes buscan llenar su hogar de vida y armonía.

Originaria de América Central y del Sur, desde México hasta Perú y el norte de Brasil, la Pachira aquatica crece de forma natural en zonas pantanosas y húmedas. Sin embargo, a diferencia de lo que podría pensarse, cuando se cultiva en interiores no requiere grandes cantidades de agua, lo que la convierte en una planta sorprendentemente fácil de mantener.

Su tronco trenzado —una característica que se logra únicamente cuando la planta es joven y sus tallos son flexibles— y sus hojas grandes, verdes y brillantes hacen de la pachira una auténtica joya vegetal para la decoración. Además, en su hábitat natural puede llegar a alcanzar los 18 metros de altura, aunque en interiores raramente supera los cinco metros, manteniendo un tamaño ideal para cualquier estancia.

Una planta con historia y simbolismo

Más allá de su estética, la Pachira aquatica está rodeada de un halo de simbolismo positivo. En muchas culturas asiáticas se la conoce como el “árbol del dinero”, pues se cree que atrae la buena suerte, la prosperidad y el equilibrio energético al hogar. Por esta razón, suele ocupar un lugar destacado en oficinas y espacios de trabajo, donde se la considera un amuleto natural que promueve la armonía y el bienestar.

Cuidados esenciales para mantenerla sana

Castaño de guayaba. (Pinterest)
Castaño de guayaba. (Pinterest)

A pesar de su apariencia tropical, la pachira no exige grandes cuidados, aunque sí algunos detalles importantes.

  • La luz indirecta es fundamental: si se expone directamente al sol, sus hojas pueden quemarse, aunque en invierno tolera unas pocas horas de insolación.
  • En cuanto a la temperatura, no soporta el frío por debajo de los 12 °C y necesita un ambiente húmedo para evitar que las hojas se caigan.
  • El riego es probablemente el aspecto más delicado. Los expertos recomiendan hacerlo dos veces por semana, dejando secar la superficie del sustrato entre riegos. El exceso de agua puede provocar que las hojas se tornen amarillas y el tronco se ablande, un signo claro de pudrición. En esos casos, conviene suspender el riego durante unos días y aplicar un fungicida suave en la base del tallo.
  • El sustrato ideal debe ser rico en materia orgánica y tener un buen drenaje. Una mezcla de turba con tierra vegetal y perlita resulta perfecta para mantener la humedad sin encharcar la raíz. Además, se aconseja abonar una vez al mes, desde la primavera hasta el final del verano, con fertilizante específico para plantas verdes.

Cómo podarla y trasplantarla

Si la planta crece demasiado, el final del invierno es el mejor momento para podarla. En cuanto al trasplante, debe realizarse una vez al año, en primavera, pero solo después de que la pachira se haya adaptado a su nuevo entorno. Lo ideal es esperar al menos dos meses desde su llegada al hogar antes de cambiarla de maceta.

Por otra parte, su multiplicación puede realizarse a partir de semillas —que germinan entre 15 y 25 días en primavera— o, con más dificultad, por esquejes de ramas adultas.

La pachira, como toda planta, puede sufrir algunas plagas y enfermedades. Si aparecen puntitos rojos en las hojas, probablemente se trate de araña roja; en ese caso, conviene aplicar un acaricida cada diez días. Si presenta manchas blancas y algodonosas, puede tener cochinilla, que también se controla con tratamientos periódicos.

Un toque de frescura y armonía

Además de su belleza, la Pachira aquatica es valorada por su capacidad para purificar el aire y crear un ambiente más fresco y equilibrado. Su presencia aporta sensación de calma y vitalidad, lo que la convierte en una excelente aliada para mejorar la calidad del espacio interior.

Combinada con otras especies tropicales, como la bromelia, puede transformar cualquier rincón en un oasis verde lleno de vida. Por todo ello, la pachira no es solo una planta ornamental: es un símbolo de equilibrio, energía positiva y conexión con la naturaleza, ideal para quienes buscan decorar con sentido y bienestar.