
Durante tres décadas, el doctor José María Verdú, ha prestado sus servicios como médico en el CAP de Sant Martí de Provençals, en Barcelona. Consolidándose como uno de los profesionales más queridos por los pacientes, ha atendido a generaciones de familias de la zona, desde los más mayores hasta los más pequeños. Atento y reflexivo, su atención se ha convertido en un acompañamiento primordial para los pacientes que asisten al centro con regularidad. Ahora, a punto de iniciar su jubilación, ha ofrecido una entrevista donde pone en contexto la situación de la sanidad pública: falta de atención primaria, profesionales, burocracia y una escasez de comprensión humana por parte de muchos doctores. En consecuencia, defiende la sensibilidad y la necesidad de empatía como ejes vertebradores de la profesión.
Consciente de las limitaciones del sistema, en la entrevista puso en perspectiva cómo la falta de recursos y la sobrecarga administrativa afectan al trabajo cotidiano en atención primaria. Señaló que esas barreras dificultan ofrecer un seguimiento continuado y una atención más personalizada, y destacó la necesidad de medidas que reduzcan la carga burocrática para que los profesionales puedan dedicar más tiempo clínico a sus pacientes.
En su reflexión final, defendió la formación en habilidades comunicativas y en gestión del tiempo como complementos imprescindibles de la formación médica, así como el refuerzo de equipos y recursos en los centros de salud. Insiste en que recuperar espacios de acompañamiento no es un lujo, sino una pieza clave para una atención pública más eficaz y humana.
El testimonio profesional y humano del doctor
El medio digital RAC1 recoge el testimonio de vida profesional del especialista. La sanidad pública atraviesa un momento crítico. La falta de médicos, la sobrecarga de trabajo y la burocracia son los principales problemas que afectan al sistema, especialmente en la atención primaria.
Según el doctor Verdú: “principalmente debe desburocratizarse la atención primaria. Necesitamos que el médico dedique su tiempo a lo que realmente importa y no a llenar papeles”. Además, reclama una mayor valoración de todos los profesionales del CAP: “desde las limpiadoras —que realizaron una tarea impresionante durante la pandemia— hasta los administrativos, las enfermeras y los médicos”.

Uno de los mayores retos es retener el talento. “Debemos evitar que nuestros profesionales se vayan fuera. Tenemos médicos perfectamente formados que acaban trabajando en otros países porque tienen mejores condiciones laborales y económicas”, advierte. Para ello, considera urgente invertir en formación, sustituciones, infraestructura y comunicación con la sociedad.
La falta de personal tiene consecuencias directas en la atención diaria. “Una compañera está de baja por maternidad, un derecho a proteger, pero no hemos podido sustituirla. Entre los demás médicos nos repartimos a los pacientes. Esto rompe la longitudinalidad, el seguimiento continuo del paciente”, explica.
Esa sobrecarga provoca saturación, más carga administrativa y pérdida de tiempo en tareas ajenas a la labor médica. “La burocracia y la sobrecarga pasan factura”, resume.
En cuanto a los salarios, el profesional reconoce que la situación varía: “no puedo quejarme. En mi caso, me considero bien pagado, pero las diferencias con otros países son enormes. Tengo residentes trabajando en Reino Unido que tienen condiciones mucho mejores”. Sin embargo, lamenta la situación de los jóvenes: “Tienen sueldos bajos y menos estabilidad”.
El perfil de los pacientes también ha cambiado. “Cada vez los pacientes son mayores, más frágiles y más complejos. Atender debidamente a un paciente anciano con varias patologías puede tardar 20 minutos o más”, señala. Además, advierte que los problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, se han convertido en parte del día a día de las consultas, junto con el aumento de enfermedades relacionadas con malos hábitos alimentarios y sedentarismo.
Finalmente, alerta sobre la “fragilidad creciente de la gente mayor” y la falta de recursos sociosanitarios para atenderla. Aun así, destaca la vocación de los profesionales: “hay una idea equivocada de que los médicos somos fríos, pero somos cercanos, accesibles y comprometidos. Yo sufro mucho cuando le ocurre algo a un paciente. Intento acompañarles siempre, en lo bueno y en lo malo”. La sanidad pública, concluye, necesita un impulso urgente para garantizar una atención digna.
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