La última tragedia del Everest, una autopista al cielo, un muerto y 580 afectados: “Nunca sabremos qué ha ocurrido de verdad”

El rescate tuvo que realizarse sin helicóptero dadas las condiciones meteorológicas, y las autoridades tuvieron que actuar con drones y caballos

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Una tormenta sorprende a cientos
Una tormenta sorprende a cientos de turistas en el Everest y revela el lado oculto de la “Semana Dorada” china. (Lingsuiye vía AP)

La reciente evacuación de casi 900 personas atrapadas en el Himalaya durante la festividad china de la Golden Week ha reabierto el debate sobre la masificación turística en la vertiente tibetana del Everest. La cifra oficial, confirmada por las autoridades chinas, ascendió a 580 senderistas y más de 300 trabajadores locales rescatados tras una violenta ventisca que sorprendió a los grupos en el remoto valle de Karma, a más de 4.200 metros de altitud.

“Lo más importante es que están sanos y salvos”, aseguraron fuentes oficiales al término de la operación, según recogieron varios medios. Pero el episodio ha dejado en evidencia los riesgos de haber convertido una de las regiones más extremas del planeta en un destino turístico masivo.

Autopista al techo del mundo

La tragedia es la consecuencia indirecta de una política que comenzó hace casi dos décadas. En 2007, el Gobierno de Hu Jintao impulsó la construcción de una autopista hasta el campo base norte del Everest, a 5.150 metros de altitud. El plan original incluía un hotel con spa, un museo y un helipuerto. Aunque las tensiones en el Tíbet frenaron parte del proyecto, la carretera se completó, dando acceso a cientos de miles de visitantes cada año.

“China construyó infraestructuras con la intención de controlar el Tíbet, empezó a llevar allí a vivir población de la etnia mayoritaria y a montar una especie de parque temático turístico alrededor del Everest, el Cho Oyu, el Makalu y el Lhotse”, explica el montañero Sebastián Álvaro, director del programa Al filo de lo imposible, en TVE.

El año pasado, según datos oficiales, más de medio millón de turistas visitaron la llamada Everest Scenic Area. “Es una cifra exagerada”, advierte Álvaro. “Allí no hay equipos de alta montaña. Nunca sabremos qué ha ocurrido de verdad”.

Rescatistas chinos ayudaron a los excursionistas varados en el Everest (REUTERS)

Una tormenta en la “Semana Dorada”

El pasado viernes, en pleno arranque de la Golden Week, una tormenta descargó fuertes nevadas sobre el valle de Karma, dejando los caminos impracticables y aislando a cientos de excursionistas.

La operación de rescate, calificada por las autoridades como una de las más complejas de la región, combinó recursos tradicionales y tecnología avanzada. “Abrieron huella en la nieve, guiándonos paso a paso. Sin ellos, no habríamos bajado”, relató a Reuters el excursionista Eric Wen, uno de los supervivientes.

Las condiciones meteorológicas extremas impidieron el uso de helicópteros, por lo que la mayor parte de la evacuación se realizó a pie, con ayuda de porteadores y yaks. Los equipos tibetanos emplearon además drones para localizar a los atrapados y caballos de carga para transportar víveres y material médico.

Los rescatados recibieron ropa de abrigo, medicación, oxígeno y calentadores portátiles. “La rápida respuesta médica fue clave para evitar un desenlace más trágico”, señalaron fuentes oficiales.

Turismo sin preparación

Sebastián Álvaro, conocedor del Himalaya tras décadas de expediciones, señala una causa estructural: “En festividades como la Golden Week, miles de senderistas chinos sin experiencia ni aclimatación se plantan a 5.000 metros con un cortavientos y unas zapatillas de ciudad. Y luego caen dos metros de nieve en una tormenta y pasa lo que pasa”.

La falta de conciencia sobre los riesgos de la altitud es compartida por otros expertos. “En el lado chino del Himalaya hay un altiplano que apenas tiene vegetación y en las agencias de turismo del país se vende como una zona amable para hacer caminatas. Los chinos van allí con muy poca conciencia y muy poca preparación. Y, de repente, se encuentran a 5.000 metros”, explica Sergi Unanue, autor de Un sendero entre las nubes.

El explorador advierte de un “riesgo muy evidente al hacer que zonas tan extremas del mundo sean tan accesibles”. En su opinión, “de la parte china no se habla tanto porque no viajan tantos extranjeros, pero también ocurre en la parte nepalí”.

Everest, la sombra en la cima más alta: la avalancha silenciosa de su basura. Fuente: Instagram/@airlifttechnologynepal

Montaña sagrada, turismo profano

El episodio de la Golden Week ha sido un aviso: la montaña más alta del mundo puede convertirse también en un símbolo del turismo descontrolado y del cambio climático.

“No se puede convertir el Everest en un destino de excursión”, reflexiona Álvaro. “Es una montaña sagrada y peligrosa. La naturaleza no perdona la improvisación”.

El rescate terminó con una víctima mortal, pero pudo ser peor dada la cantidad de personas atrapadas y poco preparadas para una tormenta de nieve que llegó sin previo aviso.