
“Aquí en Japón uno se familiariza con términos quizás no tan conocidos en Occidente como ikigai“, comienza a explicar Mario Alonso Puig - cirujano, conferenciante y escritor - en una publicación reciente en su perfil de Instagram, @marioalonsopuig. El profesional médico lleva, según describe en su página web, “más de 20 años impartiendo cursos, conferencias y trabajando con equipos directivos para potenciar capacidades humanas”, en concreto, enumera, el “liderazgo, trabajo en equipo, gestión del cambio, salud, bienestar, felicidad, comunicación, creatividad e innovación”.
Ikigai, o por qué levantarse cada mañana
“Ikigai”, continúa, “es tener la sensación de que la vida vale la pena, de que los pequeños gestos de cada día, las pequeñas experiencias, que todo eso cuenta”, una conclusión a la que, demasiado a menudo, cuesta mucho llegar. “Es olvidarse un poco de tener un gran propósito y enfocarse en las cosas sencillas que nos ocurren en el día a día”.
El ikigai, que en realidad no tiene una traducción directa, viene a representar la razón por la cual uno se levanta cada mañana. En un trabajo de investigación por parte de Akihiro Hasegawa - psicólogo clínico y profesor de la Universidad de Toyo Ewia -, se analizó el término como parte del lenguaje cotidiano japonés. Está compuesto por dos palabras: iki, que significa vida; y gai, que quiere decir valor o mérito.
Dan Buettner, autor de “El secreto de las zonas azules: come y vive como la gente más saludable del planeta”, considera que el concepto del ikigai contribuye con esa longevidad característica de las zonas azules. Una de ellas es Okinawa, una remota isla japonesa con un número significativo de personas mayores de 100 años. Aunque lo más probable es que la dieta de sus habitantes sea el factor de mayor peso, Buettner cree que influyen más cosas: “A la gente mayor se la celebra. Se sienten obligados a pasar su sabiduría a las generaciones más jóvenes”, explica. Esto les da un propósito en la vida que va más allá de si mismos.
Cómo encontrar el ikigai
Para Buettner, la clave para encontrar el ikigai está en hacer tres listas: una con los valores propios, otra con las cosas que se quiere hacer y una última con aquellas para las que se es bueno. En la intersección entre las tres, según el autor, se encuentra el ikigai. Queda claro que este es un proceso que tiene que atravesar cada uno, y en general cada cual lo alcanzará, si lo consigue, a su manera. De cualquier manera: Mario Alonso asegura que “hay cuatro preguntas que nos pueden ayudar a encontrar nuestro ikigai”.
El cirujano asegura que uno debe preguntarse “¿qué es lo que amo? ?Qué es lo que realmente yo amo?“. La siguiente pregunta sería ”¿qué es lo que se me da bien?“. La tercera, ”qué es aquello que me hace sentirme pleno?; y la cuarta, “¿de qué manera puedo yo contribuir?“.
Según explica Mario Alonso, el propósito al hacerse estas preguntas es ir “orientando las velas de nuestro navío, nuestro caminar por la vida”. Está “convencido”, añade, de que orientar la vida “en dirección a estas cuatro preguntas” permitirá “vivir la vida de una forma mucho más interesante y, por supuesto, más plena”.
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