“Es una pérdida de 200.000 euros”: como la crisis económica y climática afecta al turismo en Italia

El tradicional modelo de vacaciones italianas comienza a mostrar signos de cambio: esta temporada, los negocios costeros italianos han registrado de media una bajada del 15 % en la afluencia respecto al año anterior

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Cada vez menos personas veranean
Cada vez menos personas veranean en la costa italiana EFE/ Álvaro Caballero

El tradicional modelo de vacaciones italianas, basado en largas jornadas familiares junto al mar y reservas anticipadas de tumbonas y sombrillas en playas privadas, comienza a mostrar signos de cambio, según constatan empresarios y vecinos en la costa. Esta temporada, los negocios costeros italianos han registrado de media una bajada del 15 % en la afluencia respecto al año anterior, una tendencia que afecta tanto a hosteleros como a servicios de playa y refleja nuevas pautas de consumo entre los turistas nacionales.

Una enorme reducción en la facturación respecto a temporadas anteriores

Según informan desde France Info, en Ostia, uno de los principales destinos de la costa de Roma, la situación se observa a pie de playa. Pasquale Lubrano, al frente del restaurante La Capannina, resume con datos la pérdida que ha sufrido este verano. “Antes, por la mañana vendíamos 50 cucuruchos de helado. Hoy, solo 10”, comenta, mientras repasa la caja diaria. La facturación se ha reducido hasta un 30 % respecto a temporadas anteriores, un golpe que interpreta como parte de un cambio más amplio en la forma en que los italianos planifican y disfrutan de las vacaciones.

La imagen de numerosas sombrillas desplegadas a lo largo de la semana empieza a escasear, sustituida por una estampa diferente, según reflejan los negocios locales. Quienes visitan la costa comparan precios, examinan detenidamente las cartas de los restaurantes y optan por un gasto contenido en restauración y ocio. La inflación registró un 1,7 % en julio - dato relevante para las familias - pero el impacto en los servicios vinculados a las vacaciones ha sido todavía más acusado, encareciendo salidas tradicionales como comer fuera o alquilar equipamiento de playa.

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Menos días de vacaciones, nada de restaurantes

Entre quienes notan la diferencia está Paola, residente en Roma, que describe una nueva estrategia para afrontar el verano: “No comemos en restaurantes. Hemos cogido solo una semana de vacaciones y ahora simplemente vamos a la playa de vez en cuando”. Su decisión ilustra una tendencia extendida en el país: los italianos disfrutan menos días de vacaciones y apuestan en mayor medida por desplazamientos cortos a la montaña, donde las temperaturas invitan a buscar alternativas a la playa. La afluencia en destinos de montaña ha crecido un 5 % esta temporada.

Los operadores de playa, además, hacen frente a desafíos añadidos relacionados con el entorno. En Ostia, la erosión, la sobreexplotación y el deficiente mantenimiento de algunos tramos han recortado la superficie de arena utilizable para los negocios. Michele de Fazio, responsable de La Bonnaccia, muestra dos imágenes para entender el alcance del problema: “Esta es la playa en octubre de 2023 y esta es la playa esta mañana”. La diferencia resulta patente: la línea de costa retrocedió 70 metros en menos de un año. Una consecuencia directa para el negocio resulta en el siguiente dato: “Desde hace dos años, no puedo sacar 250 tumbonas, lo que supone una pérdida de 200.000 euros”, concreta De Fazio.

Frente a esta situación, los empresarios del litoral exploran ajustes para adaptar su oferta y recuperar parte del flujo perdido. Las exigencias europeas de competencia afectan también al modelo tradicional de gestión de playas privadas, que durante años operaron con concesiones prolongadas y escasa competencia directa.

El modelo de verano italiano evoluciona. La disminución de turistas nacionales en los arenales, la prudencia en el gastoy la creciente popularidad de los destinos de montaña figuran como principales factores de este cambio. La respuesta de los negocios locales, tanto en servicios como en la renovación de las infraestructuras y la adaptación a las condiciones ambientales, marcará la próxima temporada en el principal escaparate turístico del país transalpino.