Muere el periodista Fernando Lázaro a los 58 años: “La info me da vida. Mi mejor medicina, noticias”

El redactor jefe de El Mundo ha sido galardonado por la Fundación Víctimas del Terrorismo, la Fundación Jiménez-Becerril, Dignidad y Justicia y la Conferencia Episcopal

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Muere el periodista Fernando Lázaro
Muere el periodista Fernando Lázaro a los 58 años (YT: @LibertadDigital)

El periodista Fernando Lázaro ha fallecido en Madrid a los 58 años, según ha informado El Mundo, diario en el que trabajó durante más de tres décadas y del que fue redactor jefe. Nacido en Logroño en 1966 y licenciado en Ciencias de la Información, Lázaro ha sido uno de los referentes del periodismo de investigación en España. Su firma está asociada a portadas históricas: desde los GAL y ETA hasta la pandemia de la COVID-19 o los entresijos del poder político.

“Fernando Lázaro era El Mundo en un periodista", ha escrito Luis Fernando López en una noticia en honor al redactor jefe. Y añade: “La historia le debe a Fernando Lázaro estar completa”. Porque su trabajo no solo documentó los hechos más oscuros de la historia reciente de España, sino que los desveló cuando otros miraban a otro lado. Es “legado y privilegio, es el regalo inmortal de quien en cualquier comparación que quiera la memoria emerge sobre todos como el periodista de los últimos 35 años”.

“Ayer me volvieron a ingresar por una infección y porque la enfermedad que tengo parece que sigue avanzando”

Su carrera comenzó en Diario 16 y fue uno de los fundadores de El Mundo, medio al que dedicó su vida profesional. También ejerció como profesor universitario y colaborador en medios como Esradio, RNE o TVE. Fue galardonado por la Fundación Víctimas del Terrorismo, la Fundación Jiménez-Becerril, Dignidad y Justicia y la Conferencia Episcopal, que le concedió el premio Bravo.

Pero más allá de los reconocimientos, el trabajo de Lázaro deja huella en las exclusivas que marcaron la agenda informativa del país. Como recuerdan desde El Mundo, “los ataúdes en el Palacio de Hielo de Madrid y Delcy con Ábalos en Barajas son las imágenes que retratan el último presente de España, del Covid a las cloacas”. Sin embargo, “esas exclusivas, que sin hipérbole deben calificarse como históricas, ya las firmó un Fernando Lázaro gravemente enfermo. Son, por tanto, un ejemplo profesional, pero son un ejemplo superior de vida”.

Después de enfermar de una gripe, le confesó a su compañero que “esto me tiene acojonado”. Aunque trataba levantarse y salir de su casa con la mochila ya preparada, comunicó: “Tron. Te curro desde casa. No estoy con fuerzas ni para sacar el coche”. Y hace a penas una semana, el pasado 7 de junio, tuvo casi su última conversación con Luis: "Ayer me volvieron a ingresar por una infección y porque la enfermedad que tengo parece que sigue avanzando”. No era la primera vez que hablaba con franqueza de su estado. “Detectado linfoma en 1998. Desde entonces, cinco tratamientos experimentales, incluida quimio, un trasplante de médula, una apertura de cara torácica para quitarme timoma, el cáncer de colon reciente, y el linfoma que aparece y desaparece de forma constante jajaja. Un pequeño resumen de mi delicada salud de hierro”.

En todos los años de carrera periodística, no dejó de informar: “Ya sabes que la info me da vida. Mi mejor medicina, noticias”. Lo demostró una y otra vez. “Hoy Iglesias, mañana gobierno y el finde mossos. Lo de la infiltrada lo preparo también para el finde?”, escribió cuando apenas podía levantarse de la cama. Fernando Lázaro era de pueblo. Muy de La Rioja. Y también muy de la redacción. “Mirábamos su sitio vacío al llegar, porque casi siempre estaba ahí antes que nosotros”, recuerda su compañero, Luis Fernando, el asiento que ha estado vacío desde marzo. “Fernando, si la gente me pregunta, ¿qué les digo?”. “Lo que hay. Sin miedo. La médula no funciona”.

El último mensaje llegó hace una semana. “Os echo de menos”, escribió a sus compañeros de El Mundo. Desde entonces, decenas de voces han querido recordarle con un vídeo que, según la redacción, “le hizo sonreír”. Porque así se le recuerda: con la mochila puesta, las ideas claras y las palabras justas. “Lo que digas, bien dicho está”, respondió una vez a un compañero que iba a citarle en un acto contra el cáncer.

(Noticia elaborada con información de El Mundo y EFE)