
Acceder al médico de familia se ha convertido en una odisea para miles de españoles. El Barómetro Sanitario 2024 evidencia que más del 25% de los ciudadanos que han necesitado acudir a la atención primaria no ha conseguido obtener una cita, ya sea por la imposibilidad de contactar con su centro de salud (14%) o porque las esperas eran demasiado largas (70%). De media, se llega al médico de cabecera a los 8 días de haberlo solicitado, pero en un 23% de los casos la atención se demoró más de 11 días.
En la Comunidad de Madrid, el problema ya no son las esperas, sino que ni siquiera se tiene médico de familia asignado. Es lo que le ocurre al menos a 764.000 pacientes, según un reciente informe elaborado por la Asociación de Médicos y Titulados Superiores (Amyts) y AP Se Mueve. Los datos recogidos por el sindicato entre el 10 y 16 de marzo revelan que el 73% de los centros de salud están incompletos: en total, faltan 417 médicos y 139 pediatras, que dejan sin seguimiento al 11% de la población regional.
Entre estas cifras se encuentra Alba, residente de Rivas-Vaciamadrid que se ha pasado “todo el embarazo sin médico de cabecera y sin poder ir a la matrona, porque no tenía alguien que me derivase”, cuenta a Infobae España. Curiosamente, su gestación ha coincidido con la baja de maternidad de su doctora, que se ha alargado durante diez meses sin que nadie la sustituyese, al igual que otros 219 médicos de familia de la comunidad, según Amyts.
En un periodo en que las revisiones deben ser más frecuentes, Alba se peleaba con la administración para lograr ver a un facultativo. “Llamaba por teléfono y, como no me lo cogían, acudía en persona al centro de salud y me daban cita con un médico cualquiera que tuviera hueco. Cada vez un médico diferente“, dice. Con cada cambio, un diferente método para aproximarse al paciente: ”Uno me medía la tensión, otro me tomaba la temperatura, otro me tumbaba y me tocaba la tripa y otro, nada. Cada uno, según su criterio". Esta falta de constancia le ha dado cierta inseguridad, explica, pues “al final no tienes la confianza para contarle lo que te va pasando”.
Aunque su doctora ya ha vuelto, llegar a ella sigue siendo imposible. “Me dan cita de mes a mes”, explica, en un periodo en que las alergias le atacan. “Con la lactancia, no sé qué medicación me puedo tomar y necesito acudir al médico, pero no puedo ir”, lamenta.
“Al final, pago la medicación de mi bolsillo”

El polen también le genera molestias a Antonio, vecino del barrio de Butarque, pero a mediados de abril sigue sin poder renovar sus recetas. Como él, otras 4.500 personas están sin médico de cabecera en la zona de Villaverde Bajo, según cálculos de la Asociación Vecinal Independiente de Butarque. “Realmente el problema es que no tenemos centro de salud, tenemos que desplazarnos al barrio de al lado porque el nuestro está en construcción", explica.
Los residentes llevan desde 2022 a la espera de que su centro de salud se inaugure. Mientras tanto, son atendidos en Los Rosales, donde “la dotación es cada vez menor”, asegura Antonio. En enero, el centro pasó de 17 a 11 médicos debido a un proceso de movilidad interna, lo que supone que personas como Antonio no tengan un facultativo asignado. “Es bastante común aquí en la zona. Suele haber mucha rotación, duran poco y se marchan, lo normal es que esté sin médico asignado. De hecho, el último me ha durado 12 días”, cuenta.
Esto le impide pedir cita a través del sistema electrónico de la Comunidad de Madrid, pero tampoco le cogen el teléfono en su centro de salud porque están saturados. Su única opción es desplazarse hasta Los Rosales, a 45 minutos de su residencia, e intentar que le asignen una cita “para dentro de un mes y medio” o que le atiendan de urgencia. Pero sabiendo la situación del sistema sanitario, le da vergüenza acudir de urgencia por un antihistamínico. “Al final voy a pagarlo de mi bolsillo”, dice.
La diferencia de precio es reseñable, especialmente para un medicamento que se toma de forma crónica. Eso Paula lo tiene comprobado. La joven sabe que su doctora lleva de baja tres meses por su embarazo, sin nadie que cubra su posición. “Se supone que me han asignado una nueva médica, pero el sistema no me deja acceder a ella”. Ahora que necesita un cambio de tratamiento para sus alergias, le es imposible conseguir cita, así que se ha gastado 14 euros en su antihistamínico, por el que pagaría menos de 5 euros si tuviese una receta.
Para Antonio, el “objetivo” es claro: con estos retrasos se consigue “que utilicemos la sanidad pública lo menos posible y que el que tenga dinero para pagarse un privado, se lo pague, y el que no, pues se aguante”.
Desde la Comunidad de Madrid aluden que esta falta de profesionales sanitarios es un problema que se repite en todo el Sistema nacional de Salud, una respuesta que a los sindicatos no les basta. “La política de recursos humanos es única y exclusivamente competencia de las comunidades autónomas que la tienen transferida hace años”, recuerda la doctora Mar Noguerol, portavoz de AP Se Mueve.
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