
Cuando acudimos al supermercado en el frigorífico donde está el pollo observamos dos tipos: el amarillo y el banco. Pero, ¿en qué se diferencian? Más allá del precio (el amarillo es más elevado), la distinción se debe principalmente a la alimentación de los animales y el lugar donde viven. Mientras que el primero, está en una nave en la que puede caminar y come maíz (lo que le da a su carne este tono amarillo), el segundo está encerrado en una jaula en la que tiene el movimiento limitado.
Es preciso apuntar, que el tono no implica diferencias en la calidad de la carne, aunque sí que puede haber variaciones en el sabor y la textura. El amarillo tiene un gusto más intenso y una carne más firme, el blanco, por su parte, es más suave y delicado.
¿Merece la pena pagar más por comer alitas amarillas y no blancas?
Etxezarreta son una familia de carniceros que, según detallan en la descripción de su perfil de Youtube, están “emocionados de contar todo lo relacionado” con su oficio. En esta ocasión, comparan el pollo blanco criado de forma intensiva con el pollo amarillo criado en semi-libertad. “¿Merece la pena pagar más por comer alitas amarillas y no blancas?”, preguntan los donostiarras.
Para empezar, sacan las alitas de los dos colores y proceden a cortarlas. “En crudo” lo primero que notan es que les cuesta más partir las amarillas, ya que, son “más consistentes en todo”. Explican que esta carne vale casi el doble que la blanca porque el pollo “está mejor alimentado y tiene un crecimiento más lento”.
Mientras las preparan con aceite, sal y pimienta, comentan que a las blancas les cuesta más tostarse por su mayor porcentaje de agua. Introducen la bandeja en la que las habían colocado al horno y esperan a probarlas.
¿La diferencia se corresponde con el precio?
Una vez dejan que se enfríen un poco, comentan lo que opinan. Ambos coinciden en que “la amarilla tiene mucho más sabor” y que la blanca “está más tierna” y que es “muy fácil de comer”. Algo que se puede explicar por la forma en la que viven. Según detalla el veterano, los pollos blancos viven enjaulados, por lo tanto, no se mueven, “de ahí que sepa más tierno y que el hueso o la carne se desprenda fácil”.
Lejos de la creencia popular de que el pollo de grano amarillo vive suelto en el campo, los expertos comentan que eso no es así. “No están al aire libre, están sueltos en una nave”. “Se nota la diferencia en la textura, es más consistente”. Los dos afirman que “de sabor no hay comparación” y que este gana por goleada.
En cuanta a la pregunta inicial de si la diferencia se corresponde en el precio, uno de ellos asegura que él come “más a gusto” las alitas amarillas porque sabe que el animal ha comido mejor y que ha estado en mejores condiciones. Por lo que se decanta más por las que tienen un precio algo más elevado.
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