El hijo de un empresario y un conocido delincuente: las personas que contactaron con la princesa Mette-Marit tras la detención de Marius Borg

A sus 27 años, Marius Borg Høiby, hijo mayor de la princesa Mette-Marit de Noruega, ha sido señalado en diversos escándalos que incluyen denuncias por abusos sexuales y episodios violentos, según han afirmado los medios noruegos. Estas circunstancias han puesto bajo escrutinio no solo al joven, sino también a su madre y, por extensión, a la familia real noruega.

Marius se declaró culpable de los cargos de agresión y daños, lo que dio inicio a un caso penal que ha mantenido al país en vilo. Además, las investigaciones revelaron que habría violado una orden de alejamiento que le prohibía contactar a la víctima, lo que ha llevado a la policía a tomar medidas contundentes.

Pero la mujer del príncipe heredero Haakon no solo ha sido señalada por los comportamientos de su hijo, sino que la prensa la acusa a ella también de acciones indebidas. Entre ellas, la princesa supuestamente se puso en contacto con la exnovia de Marius, quien lo había denunciado por violencia machista, y también afirman que ocultó pruebas su apartamento antes de la detención.

En septiembre, mientras Marius se encontraba en una cabaña en Skeikampen acompañado de amigos, entre ellos el hijo de un empresario y un hombre con antecedentes penales, la policía organizó un operativo para arrestarlo. Según afirma Se og Hør, los agentes llegaron con herramientas para forzar la entrada, aunque no fueron necesarias porque la cabaña estaba abierta. Durante el registro, encontraron armas y pequeñas cantidades de drogas.

En el momento de la detención, cuando la policía arrestó a Marius en Skeikampen, uno de sus acompañantes llamó a Mette-Marit para informarle de lo ocurrido. Y, según indica el medio noruego, la princesa heredera expresó su deseo de conocer todos los detalles del arresto y la situación de su hijo.

La respuesta de la casa real

La casa real noruega ha adoptado una postura de silencio frente al caso. Cuando se le preguntó si la policía consideraría interrogar a Mette-Marit, la respuesta fue negativa. Según el abogado Petter Grødem, representante de Juliane Snekkestad, una de las presuntas víctimas, esta decisión no sorprende, pero ha generado críticas por la percepción de que el caso no ha sido manejado con total transparencia.

Por otro lado, la propia Mette-Marit ha estado presente para su hijo en estos momentos, incluso limpiando la casa de Marius antes de que fuera arrestado por la policía en Oslo, tal y como afirma Se og Hør. Esta acción, aunque comprensible desde el punto de vista maternal, ha añadido un elemento más de controversia al caso.

Según una encuesta realizada por Norstat para la cadena pública NRK, el 45% de los noruegos tienen ahora una visión más negativa de su casa real, una caída de diez puntos con respecto al año pasado. Este descenso marca un mínimo histórico para una institución que ha sido un símbolo de la soberanía nacional desde su instauración por elección popular en 1905.

En cuanto al apoyo individual, los datos son aún más desalentadores para la princesa Mette-Marit. Solo el 27,5% de los encuestados confían en ella como futura reina consorte, según una encuesta de Nettavisen. Por otro lado, su hija goza de una aceptación del 67,2%. A sus 20 años, Ingrid Alexandra, se encuentra estudiando su formación militar en un campamento al norte de Noruega y se perfila como una figura clave para restaurar la confianza en la monarquía. No obstante, parece ser que su mandato llegaría tras su padre, ya que, por ahora, el príncipe Haakon conserva el 61% de los apoyos.

El historiador Trond Norén Isaksen opina que el manejo de la situación por parte de la casa real ha sido un factor determinante en esta percepción negativa. Según él, aunque se trata de un caso difícil, algunas personas consideran que la institución debería haber adoptado un enfoque más abierto y directo.

Con el proceso judicial aún en curso, Marius Borg Høiby enfrenta la posibilidad de una condena que podría incluir varios años de prisión. Esto no solo representa un desafío personal para él, sino también un golpe para la imagen de la casa real del país escandinavo. Mientras tanto, la princesa heredera ha optado por no hacer comentarios públicos sobre el caso.