El ascenso de System of a Down representa una de las trayectorias más singulares dentro del metal internacional, marcada por la persistencia frente al rechazo de la industria musical y cimentada en una identidad cultural inconfundible.
De ser considerados una anomalía irrelevante, cuatro músicos armenio-estadounidenses lograron romper estereotipos y conquistar escenarios de renombre, consolidando una base de seguidores que trasciende generaciones y geografías.
Primeros pasos difíciles para una propuesta disruptiva
Durante sus primeros años, System of a Down enfrentó una serie de obstáculos que parecían insalvables. De acuerdo con Daron Malakian, guitarrista del grupo, la industria musical desdeñaba cualquier proyecto que se apartara de los estilos dominantes.
Malakian explicó en una entrevista con Metal Hammer que, a finales de los años noventa, las discográficas priorizaban bandas alineadas con el nu metal de moda, como Korn o Limp Bizkit, relegando propuestas originales como la de System.

Las dificultades para conseguir un contrato no solo respondían al sonido diferente de la banda, sino también a su herencia armenia.
“Nadie quería contratarnos porque no sonábamos como Korn o Limp Bizkit, ¡y éramos cuatro armenios! ¡¿Qué demonios es un armenio para alguien que vive en Kentucky?! Ni siquiera saben lo que son los armenios”, relató Malakian, resaltando la incomprensión cultural que pesaba sobre el grupo y la falta de familiaridad con sus raíces fuera de las grandes ciudades estadounidenses.
Identidad y originalidad escénica
La percepción de extrañeza no terminaba en el aspecto étnico. La imagen escénica de System of a Down y la personalidad de sus integrantes resultaban igualmente desconcertantes para los ejecutivos y parte del público. Según Malakian, las presentaciones de la banda transmitían una energía inclasificable.
“A la gente le parecía que éramos unos extraterrestres, por nuestra presencia en el escenario y nuestro aspecto en aquella época. Serj Tankian es un tipo de frontman muy diferente y único. Yo soy el guitarrista que canta y grita y hace todas las locuras. La gente no lo entendió al principio, pero nosotros sí”, detalló el músico.

Esa singularidad, lejos de limitarse a lo musical, extendía el desconcierto a la interacción con el público. Tankian como vocalista ofrecía una figura completamente distinta de los modelos vigentes, mientras Malakian aportaba una actitud feroz que rompía barreras tradicionales sobre lo que debía ser un guitarrista en una banda de metal.
El poder del público frente al rechazo institucional
Sin el respaldo de la industria, el crecimiento de System of a Down se apoyó en el público y su respuesta ante unas presentaciones cargadas de intensidad e innovación.
Malakian recordó que, antes de cualquier contrato, la banda se presentaba en locales pequeños como los del Sunset Strip, en Los Ángeles, y lograba llenar las salas gracias al boca a boca.

“Simplemente, salimos e hicimos lo que hicimos. Éramos jóvenes y teníamos hambre, creíamos en lo que hacíamos. Tienes que entenderlo, éramos un ejército antes de que nos ficharan, arrasábamos en Sunset Strip”, afirmó.
En un inicio, los conciertos contaban apenas con amigos y conocidos, pero muy pronto el público creció exponencialmente. Sin campañas de promoción masiva, la agrupación se plantó como un fenómeno urbano, al punto de captar la atención de la industria que en principio los había descartado.
Ascenso al éxito internacional y agenda actual

La fuerza de la propuesta y el incipiente fenómeno de seguidores finalmente abrieron la puerta de las grandes discográficas, permitiendo a System of a Down alcanzar escenarios de alta visibilidad. En la actualidad, la banda continúa activa, tal como informó RockFM.
Incluso, realiza una breve gira por Estados Unidos, destacando presentaciones recientes en el MetLife Stadium de East Rutherford y en el Soldier Field de Chicago, donde actuaron el 31 de agosto y el 1 de septiembre.
Próximamente, tienen previstos conciertos en el Rogers Stadium de Toronto, programados para el 3 y el 5 de septiembre, acompañados por Deftones.
Legado y consolidación de un fenómeno cultural

El recorrido de System of a Down, desde sus días de marginación hasta el estatus de fenómeno global, exhibe la resiliencia de una agrupación aferrada a su identidad y la capacidad de su música para derribar prejuicios.
La fidelidad del público y la potencia de sus presentaciones transformaron la percepción inicial de rareza en una seña de identidad adorada por millones.
La historia de este regreso triunfal confirma que incluso las propuestas más disruptivas pueden vencer el escepticismo y alcanzar reconocimiento global.
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