Faltaban siete minutos para terminar el primer tiempo cuando Luka Doncic perdió el manejo de la pelota en una penetración y fue al piso para intentar recuperarla. Sólo pudo direccionarla hacia una costado y parecía que se iba a afuera. Kyrie Irving, el otro mago de Dallas Mavericks, llegó para rescatarla como un bombero, se tomó medio segundo para pensar y desde la esquina le metió un pase quirúrgico bajo el aro para el esloveno, que amagó y metió el doble y falta que ambas estrellas festejaron, respirando, sabiendo que el esfuerzo esta vez era más que la creatividad de ambos. Así fue todo el juego ante Boston Celtics.
Los Mavs de los mágicos se pusieron el overol y ganaron el cuarto juego de la serie final de la NBA siendo obreros tan agresivos como esforzados. También pusieron su cuota de talento, pero la mentalidad era todo esta noche. Porque Dallas no tenía mañana, debía ganar para que los Celtics no le festejaran en casa y aumentaran esta increíble racha de 10 triunfos seguidos en estos playoffs. Y, además, para tener una nueva chance en esta final que sigue el lunes en Boston. Nunca un equipo ganó una definición tras quedar 0-3, pero los muchachos de Jason Kidd sueñan con ser los primeros…
No será fácil, especialmente porque ahora volverán a ser visitantes y los celtas tienen más equipo, el mejor de esta temporada, pero la esperanza no se pierde. Y tampoco el convencimiento. Luka y Kyrie todavía tienen algo que decir. Y si van a caer, lo harán peleando. Al menos ese fue el mensaje de este Juego 4. Los sorprendentes Mavs no se dan por vencidos…
Este viernes había una pregunta: ¿estarían quebrados mentalmente los Mavs tras quedar 0-3 y conocer las estadísticas? ¿O saldrían con el orgullo herido para, al menos, descontar en la serie? En la historia se han visto ambas y esta vez, en Dallas, volvió a surgir la segunda. Los Mavs jugaron con el famoso sentido de urgencia y ganaron con autoridad en casa por 122 a 84. A la yugular fue Dallas. Como si el herido fuera Boston y no el local...

“No quiero pelearme con los árbitros, sólo divertirme más”, dijo Doncic antes del partido, luego de las críticas hacia él por las permanentes protestas a los jueces, especialmente luego de salir por seis faltas a 3 minutos del final del Juego 3. Y el esloveno lo puso en práctica. Se dedicó a jugar, con su magia y competitividad habituales, pero también intentó defender, sin perder energías en los de gris.
Dallas, agradecido. El Niño Maravilla desplegó parte de su gran arsenal, anotando 29 puntos, 25 en el primer tiempo, además de sumando cinco asistencias y cinco rebotes. No metió triples (0-8), pero el daño lo hizo yendo para adentro. Irving lo acompañó, con 21 tantos. Ellos marcaron la pauta desde el minuto uno y sus obreros los acompañaron. Porque, sabemos, los tiros en ataque son de ellos, para el resto queda poco, pero nadie tiene problemas en el equipo. Los otros siguen trabajando para ellos, defendiendo, reboteando, yendo a todas las pelotas.
Dallas fue a la batalla como debía. Con orgullo, con agresividad, con intensidad. Y se notó en cada uno de los rubros estadísticos que reflejan el sacrificio. En el primer tiempo, por caso, los Mavs ganaron los rebotes por 29-13. Se arremangaron para defender y se apoyaron en sus estrellas para atacar. Y así sacaron 26: 51-35. El DT, Jason Kidd, también hizo lo suyo. Puso mucho más a tres suplentes, especialmente a Dante Exum y Maxi Kleber. El australiano y el alemán jugaron mucho más de arranque y sumaron defensa, capacidad física e intensidad.

Se puede acordar, esta vez sí, que Boston extrañó a Porzingis, el unicornio letón que no estuvo por segundo partido seguido, pero no alcanza. Los Celtics no salieron con el ojo de tigre para liquidar la serie. O, al menos, Dallas salió con más ganas. Lo quiso más. Hubo ajustes tácticos, sí, pero no tantos. Tuvo más que ver con lo actitudinal. Fue Luka, claro, un asesino en mentalidad, que marcó la pauta. Y el resto lo siguió. Como Lively, dando un show con su fiereza. Casi que los Celtics tiraron la toalla cuando no había terminado el tercer cuarto. Casi insólito.
¿Podrá Dallas volver de Boston? Esa es la clave. Ir de visitante y ganar para tener una chance de empatar la serie en el sexto. No luce fácil, pero después de hoy la confianza ya es otra.
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