Alejandro Montagna, ingeniero industrial de 52 años, descubrió su pasión desde joven: comenzó a saltar en paracaídas desde 1995 a partir del empuje de un amigo y desde ese momento no hubo vuelta atrás. Poniendo en riesgo su vida en cada oportunidad que se lanza desde la plataforma de un avión, se animó a romper el récord argentino de caída en winsuit al lanzarse desde 8287 metros de altura.
El convivir con una disciplina en la que un error te puede costar la vida no es para nada sencillo. “El paracaidismo es un deporte extremo. Como todo deporte extremo, como dice su significado, implica un riego de accidente grave o fatal. Desde ya, cualquier miembro cercano en la familia de un deportista extremo es difícil que apruebe la actividad. Tu madre no va a aprobar la actividad, tus hijos tampoco. Tu pareja, a menos que salte, tampoco. La van a aceptar, porque si a vos te ven apasionado y ven que eso define de alguna manera tu vida... lo van a aceptar. El riesgo sabemos que está. Esa es la realidad”, le explicó Montagna a infobae luego de haber entrado en la historia del paracaidismo nacional.
Uno de los puntos más importantes a destacar, es que Alejandro decidió dejar de lado el clásico paracaídas y se adentró en otro rubro: “Un wingsuit es básicamente un traje de material sintético que está compuesto por un ala de piernas y dos alas entre los brazos. Lo que hace es presurizarse a través de unas toberas al salir del avión y generar sustentación. A diferencia de un salto normal de paracaídas, que es vertical y uno cae a 200 kilómetros por hora, en el wingsuit uno cae mucho más lento, capaz a menos de la mitad, pero avanza hasta a velocidad superiores”.

Lo que iba a ser un día común y corriente en el Aeródromo de Lobos cambió por completo gracias a las ganas de Alejandro de saltar desde una altura que nadie nunca en Argentina se había animado. “Íbamos a hacer un salto de prueba con todo el equipo de oxígeno, subir hasta 8 mil metros y probar con oxímetros que en todo momento estábamos bien oxigenados. Pero de la nada sentí que tenía que saltar en ese momento. Y así fue como se dio: la decisión la tomamos a 25 mil pies de altura”, admitió con una sonrisa en el rostro.
Y agregó sobre qué lo motivó a tomar semejante determinación en un vuelo que estaba planeado para ser de prueba: “El proyecto nace porque yo, si bien había hecho saltos a cierta altitud entre 5000 y 5500 metros, nunca había ido a altitudes más extremas. Se me ocurrió hacer un salto a gran altitud para establecer un récord argentino de distancia, tiempo de vuelo y altura con un wingsuit. Sí se habían hecho saltos a gran altitud en paracaidismo tradicional en Argentina, pero nunca con un wingsuit”.
Una vez en el aire y con confianza pura en los pilotos que lo acompañan cada vez que levanta vuelo, Montagna cambió las condiciones a segundos de tirarse al vacío. “Llegamos a 25 mil pies, medimos por última vez la oxigenación y me dio 98%. Tener eso a 7600 metros era espectacular. Quería saltar. Y ahí me vino un poco la ambición y le dije al piloto que subiera el avión un poco más porque quería pasar los 8 mil. Guillermo me subió a casi 8400 metros”, relató.

Vale recordar que fines de 2021, Alejandro rompió un récord en Estados Unidos de paracaidismo nocturno y comparó la diferencia que existe entre los tipos de saltos. “La realidad es que nunca había estado tanto tiempo en caída libre. Un salto normal en paracaidismo dura 45 segundos. Este salto duró cinco minutos y medio. Realmente hubo mucho trabajo y aprendizaje detrás de este salto”, explicó. La felicidad a la hora de tocar el suelo en la localidad de Lobos fue pura para Montagna, quien sabía que había entrado en las páginas doradas del deporte nacional: el salto fue registrado en la página oficial de la Federación Argentina de Paracaidismo.
“Respecto de la pasión, yo siempre digo que cualquier persona que tiene en su vida una como pintar, tocar el piano, jugar al fútbol, golf, saltar de aviones... tiene una calidad de vida superior. El que tiene como pasión un deporte extremo tiene que conciliar ese riesgo con la actividad que ama y ser consciente de que eventualmente por disfrutar esa pasión, puede pagar un precio alto. Yo a la gente con la que me cruzo en la vida le digo que no tenga miedo de probar cosas nuevas. Es lo que enriquece nuestras vidas y nos saca de la rutina, todos vivimos en cierta rutina”, agregó.
Y realizó una reflexión final al respecto: “Es importante buscar una pasión. Esta es mí pasión y define mi vida. Pienso que cualquier paracaidista debe pensar igual... Por eso seguimos saltando”.

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