La celebración de la Novena de Aguinaldos también se vive en las mesas colombianas: estas son algunas de las comidas más apetecidas en las fiestas

Desde platos tradicionales hasta dulces infaltables, la comida se convierte en el centro de los encuentros decembrinos y refleja la diversidad regional que define la Navidad en Colombia

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La Navidad en Colombia inicia
La Navidad en Colombia inicia en la cocina, donde las recetas tradicionales unen a las familias en diciembre - crédito depositphotos

Antes de que suenen los villancicos y se enciendan las luces, en muchas casas colombianas la Navidad empieza en la cocina. Allí, entre ollas que hierven despacio y recetas que pasan de generación en generación, se entiende que diciembre no solo se celebra, también se saborea. La Novena de Aguinaldos, más allá de su dimensión religiosa y familiar, es un recorrido por la diversidad gastronómica del país, donde cada región aporta platos que hablan de clima, historia y costumbres.

En el centro del país, la mesa navideña suele inclinarse por preparaciones abundantes y reconfortantes. En la región Andina, por ejemplo, no es extraño que las reuniones familiares estén acompañadas por sopas espesas y platos que exigen tiempo y paciencia. El ajiaco, con su mezcla de papas criolla, sabanera y pastusa, pollo desmechado y guascas, aparece como una opción infaltable en las noches frías. Servido con arroz blanco, crema de leche y alcaparras, es una preparación que combina sencillez e identidad.

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El ajiaco y los tamales
El ajiaco y los tamales santafereños son protagonistas de la mesa navideña en la región Andina de Colombia - crédito Bogota.gov.co

Junto a él, los tamales santafereños ocupan un lugar especial. Envueltos en hojas de plátano y rellenos con masa de maíz, carnes, garbanzos y vegetales, representan el esfuerzo colectivo, rara vez se preparan solos y casi siempre convocan a varios miembros de la familia. La lechona tolimense, por su parte, suele reservarse para celebraciones grandes. El cerdo relleno de arroz, arvejas y especias, cocido lentamente hasta lograr una piel crujiente, es sinónimo de fiesta y abundancia.

El cierre dulce en esta región está marcado por dos clásicos que no admiten discusión, natilla y buñuelos. La primera, elaborada con leche, panela y maicena, se adapta a variaciones locales; los segundos, dorados y esponjosos, se sirven recién fritos, casi siempre en ronda, mientras avanza la novena.

Más al norte, la Navidad adquiere otros aromas. En la región Caribe, los sabores se mueven entre lo dulce y lo salado con una naturalidad heredada de influencias africanas y árabes. El arroz con coco, preparado con leche de coco y azúcar, acompaña pescados, carnes o mariscos y aporta un contraste característico. Las hallacas, similares a las de tradición venezolana pero con sello propio, combinan masas de maíz con rellenos de distintas carnes y se cocinan en hojas que concentran el sabor.

La Novena de Aguinaldos destaca
La Novena de Aguinaldos destaca la diversidad gastronómica regional y la importancia de la comida en las celebraciones navideñas - crédito Gaby Oraa/REUTERS

El pavo relleno también encontró un lugar en las mesas caribeñas. Preparado con frutas secas, nueces y especias, se asa lentamente y suele ser el centro de la cena, especialmente en reuniones numerosas. En el Pacífico colombiano, la Navidad se expresa a través de la dulzura y el coco. El manjar blanco, cocinado durante horas con leche y azúcar hasta alcanzar una textura espesa, es uno de los postres más representativos. A este se suman preparaciones como el muchacho relleno, una carne de res abierta, rellena con vegetales, huevos y especias, envuelta y cocida lentamente, ideal para celebraciones largas y compartidas.

Los postres de coco, en distintas versiones, atraviesan tanto el Pacífico como el Caribe. Cocadas, dulces caseros y flanes aportan ese sabor tropical que define buena parte de la cocina navideña de estas regiones.

Hacia el sur y el oriente del país, la Amazonía y la Orinoquía celebran diciembre con platos ligados a su entorno natural. En los Llanos, la mamona es protagonista, carne de ternera joven asada a la leña, condimentada apenas con sal, que se sirve con yuca o plátano y convoca a reuniones al aire libre. El sancocho, presente en casi todo el país pero con variaciones locales, también ocupa un lugar central. Espeso, abundante y pensado para compartir, reúne carnes, tubérculos y verduras en un solo caldo.

La mamona y el sancocho
La mamona y el sancocho reúnen a las familias de la Amazonía y la Orinoquía en torno a la tradición culinaria navideña - crédito iStock

Los postres en estas regiones suelen girar en torno al plátano. Preparaciones sencillas, cocidas con panela o acompañadas con miel y leche, cierran las comidas con sabores familiares. Más allá de las diferencias regionales, hay dulces que cruzan fronteras internas. Brevas con arequipe, hojuelas, arroz con leche y alfandoques aparecen una y otra vez en las mesas decembrinas. Son esos sabores comunes los que, año tras año, confirman que en Colombia la Navidad se entiende mejor cuando se comparte alrededor de un plato.