En el corazón de la central de abastos de Bogotá, Corabastos, miles de trabajadores sostienen el abastecimiento de alimentos en la capital y otras regiones, desempeñando un oficio exigente y poco reconocido.
Según datos recogidos por Infobae Colombia, entre 4.500 y 5.000 coteros conforman la columna vertebral de este sistema, encargados de cargar, acarrear y distribuir bultos de hasta cincuenta kilos desde la madrugada hasta la tarde.
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La experiencia de Luis Hernando Ríos y Manuel Antonio Beltrán permite comprender la dimensión humana y el desgaste físico que implica esta labor. Ríos, actual jefe de prensa de Corabastos, revela una trayectoria marcada por el esfuerzo físico y la superación personal.
“Estamos hablando de la década de los años 80, donde tenía que venir aquí a trabajar para vender la arveja verde… conocí a un señor que se llama Lázaro y él vendía papa en una zorra de caballo y yo le ayudaba”, le contó Ríos a Infobae Colombia.

Su paso por la central lo llevó a estudiar Comunicación Social y, posteriormente, a convertirse en una de las voces informativas más reconocidas sobre los precios de los alimentos en el país.
La rutina de los coteros comienza antes del amanecer y se extiende durante largas horas. “Yo llego a las cuatro de la mañana… hasta por ahí a las tres, cuatro de la tarde”, relató Manuel Antonio Beltrán, que lleva dos décadas manejando zorra en Corabastos, o como se le conoce al interior de la central de abastos, Vehículo de Tracción Humana (VTH).

A pesar de haber cursado estudios de Derecho, la vida lo condujo a este oficio, en el que enfrenta diariamente limitaciones físicas y una remuneración insuficiente: “Yo quisiera, por ejemplo,debido a mis debilidades que siento hoy en día. Créame que yo no es mucho lo que esté aquí prosperando en este ejercicio de derechos en plaza, porque a lo bien no me siento capacitado para decir: ‘Hombre, voy a cargarme lo mismo, 20 o 30 bultos’. No puedo hacerlo”.
El ingreso económico de los coteros ha variado con el tiempo, pero sigue siendo precario. Luis Hernando Ríos describe su experiencia en los años 80: “Yo me ganaba cinco, diez pesos en un bulto. Cinco pesos... Yo llegaba a ganarme 30 pesos. Y me iba bien. 30. Libre de todo”.
En la actualidad, la situación apenas ha mejorado: “Un cotero en este momento puede ganarse entre 80 y 100 mil pesos diarios... 500 pesos por bulto”, precisó Ríos.
Sin embargo, la inestabilidad laboral es una constante, como lo evidencia Beltrán: “Hay veces muy poquito. Por ejemplo, ahorita, llevo el total de diez mil pesos”.

El desgaste físico es una marca indeleble en la vida de quienes empujan zorras y descargan camiones en Corabastos. Las consecuencias para la salud son graves y, en muchos casos, irreversibles.
“Lamentablemente terminan falleciendo es por hernias. A ellos se les desarrollan mucho esas hernias, por la fuerza que tienen que hacer”, subrayó Ríos en sus declaraciones a Infobae Colombia, al referirse a la precariedad en la seguridad social y las complicaciones físicas que enfrenta este gremio.
Los sindicatos Sinarbas, Colombia e Ibeico buscan que los coteros accedan a servicios mínimos de salud, como el Sisben, y realizan campañas periódicas de atención.
La fragilidad de quienes dependen exclusivamente del trabajo físico queda expuesta en el testimonio de Beltrán: “Hay días que se siente usted que no aguanta más?... La verdad, sí. No sé”, confesó.
La precariedad económica afecta incluso la alimentación diaria: “Hoy en día ya no lo puedo hacer, porque decir, por ejemplo, si desayuno, no almuerzo ni como. Lo único es un solo alimento en el día, que es, por ejemplo, la comida. Porque si digo: ‘Me voy a gastar en los tres golpes’, después para lo del arriendo, voy a entrar en crisis”.
A sus cincuenta y dos años, enfrenta la soledad y el deterioro físico sin alternativas: “Prácticamente a mis cincuenta y dos años ya tengo que estar retirado de esto, porque ¿qué más puedo hacer?”.

La historia de Ríos muestra que, aunque inusual, es posible encontrar oportunidades fuera del trabajo físico en Corabastos. Su experiencia lo llevó a convertirse en informante clave para medios nacionales: “Me hice conocer con el informe de precios para Caracol Radio y empecé a trabajar en el programa... Caracol en la tierra. A través de Caracol en la tierra, yo emitía el informe de precios”, explicó Ríos.
Su labor es determinante en la formación de los precios de mercado y en las decisiones de agricultores y comerciantes: “Una disminución en el precio de la papa se presenta en la merced mayorista de Corabastos... Una información errónea puede originar un desabastecimiento de alimentos de una ciudad a otra”.
La figura del cotero, esencial pero invisibilizada, sigue siendo insustituible en la cadena de abastecimiento. La central de Corabastos conecta hoy a más de ciento setenta emisoras con su información diaria sobre precios, mientras miles de historias como la de Beltrán se repiten en sus pasillos: “Yo hubiera querido terminar mi carrera normalmente, pero no. A mí lo que nunca me ha gustado es la deshonestidad en las cosas. Me ha gustado ser una persona correcta y limpia en mis cosas, entonces, no me simpatizó continuar”, concluyó Beltrán en diálogo con Infobae Colombia.
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