Doña Segunda no sería la “pobre viejecita”: además de no expedir factura electrónica, tampoco asegura a sus empleados

Durante tres días, el famoso piqueteadero estará cerrado por orden de la Dian. Las redes sociales explotaron y usuarios criticaron a la señora por tener una gran empresa y no cumplir con las normas

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Doña Segunda cree que lo hecho por la Dian es una injustica porque ella paga todos sus impuestos - crédito @piqueteaderodonasegunda/Instagram
Doña Segunda cree que lo hecho por la Dian es una injustica porque ella paga todos sus impuestos - crédito @piqueteaderodonasegunda/Instagram

En un hecho que llamó la atención de los colombianos, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) cerró, por tres días, 19 establecimientos en Bogotá por no expedir factura electrónica, hecho que se volvió obligatorio para todos los establecimientos de comercio del país.

Uno de esos establecimientos fue el famoso Piqueteadero Doña Segunda, en la carrera 51, número 73 - 09, en el barrio 12 de Octubre, en localidad de Barrios Unidos. Por eso, miles de colombianos reaccionaron en redes sociales y se volcaron en críticas hacia la Dian y, sobre todo, contra el presidente Gustavo Petro.

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Incluso, la mujer aseguró que está “al borde de la locura” porque serían tres días en los que el restaurante dejará de producir. Además, explicó que sus hijos han intentado cumplir con la expedición de la factura electrónica, pero en muchos casos no lo pudieron hacer. El hecho hizo tendencias en X (antes Twitter) la frase “la pobre viejecita”, en referencia al cuento del escritor bogotano Rafael Pombo, que narraba a una señora que, supuestamente, no tenía nada que comer.

Sin embargo, también en redes sociales dejaron entrever su disgusto por el respaldo hacia la trabajadora. Esto, debido a que su negocio no es una simple tienda, sino que con los años creció y es para que cumpla con las normas, así como otros establecimientos de comercio lo hacen.

Dueña de toda una esquina

Aprovechando que “pobre viejecita” se hizo tendencia, muchos usuarios detallaron que doña Segunda se apoderó de una gran esquina del barrio donde está ubicado el restaurante y, a pesar de eso, no paga la salud de los 20 empleados que tiene.

Por ejemplo, el usuario @JANDR3S, al recordar un reportaje del Canal Capital hizo varias críticas:

  • Toda esta esquina es de Doña Segunda.
  • O sea que esta ya no es la Plaza del 12 de Octubre, sino la Plaza de Doña Segunda.
  • Doña Segunda es una empresa grande y muy concurrida.
  • ¿Por qué no da factura electrónica?
  • Y los medios quieren vender el cuento de la pobre viejecita.
El usuario @JANDR3S aseguró que Doña Segunda es una empresa grande, por lo que no se entiende por qué no expide factura electrónica  - crédito @JANDR3S/X
El usuario @JANDR3S aseguró que Doña Segunda es una empresa grande, por lo que no se entiende por qué no expide factura electrónica - crédito @JANDR3S/X

De igual manera, en un duro cruce de opiniones, la usuaria @Notiparaco y el senador David Luna, del Cambio Radical, se enfrentaron por Doña Segunda.

En primer lugar, el senador lamentó lo sucedido y criticó al presidente Gustavo Petro: “Con los delincuentes y mafiosos el Gobierno Petro es suavecito. Con los abuelos trabajadores, al contrario, es implacable. El cinismo del cambio”.

David Luna, senador, lamentó lo sucedido con Doña Segunda, pero fue refutado por lo bien que le va a la empresaria - crédito @Notiparaco/X y @LunaDavid/X
David Luna, senador, lamentó lo sucedido con Doña Segunda, pero fue refutado por lo bien que le va a la empresaria - crédito @Notiparaco/X y @LunaDavid/X

A esto, la usuaria, que se llama Alejandra, trató de imbécil al congresista. Primero, le dijo: “David no sea más imbécil de lo que ya es. Dos edificios de tres pisos que facturan millones al mes. La Dian le advirtió hace poco que pusiera la factura electrónica que su pedazo de expresidente Duque implementó”.

Y siguió: “Pero obvio a la nieta de la pobre viejecita quien es la que mueve el negocio (graduada del garaje de la Sergio Arboleda) no se le dio la gana. Pero claro, a un cretino como usted le conviene la mala prensa a Petro”.

‘La muestran para dar lástima’

Asimismo, el usuario Anderson Castaño citó un video del tiktoker César Gamboa en el que explica todo lo que tiene Doña Segunda en su famoso piqueteadero.

  • Tiene más de 20 empleados, sin salud, ni pensión.
  • Los que administran son sus hijos, la muestran para dar lástima.
  • Es un negocio muy lucrativo que siempre mantiene con fila.
César Gamboa, tiktoker colombiano, se refirió al caso de Doña Segunda y recordó que la mujer lo que tiene es una gran empresa - crédito @CesarGamboaGambix/TikTok

Cómo dice el cuento de La pobre viejecita

El cuento de “La pobre viejecita”, escrito por Rafael Pombo, fue publicado, originalmente, en 1854. Dice lo siguiente:

Érase una viejecita sin nadita que comer

sino carnes, frutas, dulces,

tortas, huevos, pan y pez.

Bebía caldo, chocolate,

leche, vino, té y café,

y la pobre no encontraba

qué comer ni qué beber.

Y esta vieja no tenía

ni un ranchito en qué vivir

fuera de una casa grande

con su huerta y su jardín.

Nadie, nadie la cuidaba

sino Andrés y Juan y Gil

y ocho criadas y dos pajes

de librea y corbatín.

Nunca tuvo en qué sentarse

sino sillas y sofás

con banquitos y cojines

y resorte al espaldar.

Doña Segunda tuvo que cerrar su negocio durante tres días, por lo que en redes sociales fue tildada de "pobre viejecita" - crédito Alcaldía de Bogotá
Doña Segunda tuvo que cerrar su negocio durante tres días, por lo que en redes sociales fue tildada de "pobre viejecita" - crédito Alcaldía de Bogotá

Ni otra cama que una grande

más dorada que un altar,

con colchón de blanda pluma,

mucha seda y mucho holán.

Y esta pobre viejecita

cada año hasta su fin,

tuvo un año más de vieja

y uno menos que vivir.

Y al mirarse en el espejo

la espantaba siempre allí

otra vieja de antiparras,

papalina y peluquín.

Y esta pobre viejecita

no tenía qué vestir

sino trajes de mil cortes

y de telas mil y mil.

Y a no ser por sus zapatos

chanclas, botas y escarpín,

descalcita por el suelo

anduviera la infeliz.

Apetito nunca tuvo

acabando de comer,

ni gozó salud completa

cuando no se hallaba bien.

Se murió de mal de arrugas,

ya encorvada como un tres,

y jamás volvió a quejarse

ni de hambre ni de sed.

Y esta pobre viejecita

al morir no dejó más

que onzas, joyas, tierras, casas,

ocho gatos y un turpial.

Duerma en paz, y Dios permita

que logremos disfrutar

las pobrezas de esta pobre

y morir del mismo mal.

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