Algunos se sorprendieron y otros no. No porque monseñor José María Arancedo haya dado la misa para recordar a Raúl Alfonsín en el día en que hubiera sido su cumpleaños, el martes 12, ya que eran primos hermanos.
La novedad para algunos es que el ex presidente de la Conferencia Episcopal Argentina da misa y toma confesión en la iglesia de San Nicolás sobre la avenida Santa Fe.
Cuando se jubiló fue a vivir a la Casa del Clero donde pagaba alquiler, como todos los que allí viven.
Cuando Monseñor Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, lo llamó y le pidió que lo ayudara en alguna parroquia donde faltaban curas, Arancedo de inmediato dijo que si. Y hace un par de semanas se mudó a un departamento en San Nicolás donde celebra algunas misas y ayuda en las confesiones.
Fue por eso que Arancedo ofició la misa en recuerdo de su primo Alfonsín a la que asistieron dos de los hijos del ex presidente: Raulo, el mayor, y Javier, el menor de los seis. También estuvieron el ex titular de la Auditoría General de la Nación, Leandro Despouy; el histórico radical José Bielicki; el presidente del Instituto Yrioyeneano, Diego Barovero; uno de los nietos de Alfonsín, Francisco; Ricardo Pérez Vélez abogado y amigo de Arancedo desde que eran niños; el dirigente cordobés Carlos "Charo" López; las ex asistentas de Alfonsín Margarita Ronco y Haydée y, entre muchos más, quien fuera su vocero en Casa Rosada, el periodista José Ignacio López.
Al hablar desde el atrio monseñor Arancedo recordó que Alfonsín, en una charla no en confesión (aclaró), le dijo estar convencido de que Dios obró a través suyo en diversas circunstancias lo que demostraba, siguió, que el radical era un hombre de fe. Eso sí, recordó que no siempre observó los sacramentos y prácticas religiosas pero que "siempre fue un hombre bueno", que antes de morir recibió los sacramentos y que incluso se confesaba y comulgaba mientras estaba en cama.
La misa además sirvió a varios viejos radicales para juntarse después de algún largo tiempo sin verse por lo que se prometieron comer próximamente. La cita, obvio, será en el restaurante Lalin, un clásico del radicalismo.