Lleva 22 años preso por el asesinato del padre de Michael Jordan, pero un nuevo juicio puede demostrar que la noche del crimen fue muy distinta

Daniel Green fue condenado a cadena perpetua en 1996. Pero sus abogados dicen ahora que pueden demostrar que los hechos ocurrieron de modo diferente y pedirán su libertad

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Michael Jordan, junto a su padre, James, y su madre, Doloris, en el cumpleaños 26 del baloncestista, el 17 de febrero de 1989 (AP)
Michael Jordan, junto a su padre, James, y su madre, Doloris, en el cumpleaños 26 del baloncestista, el 17 de febrero de 1989 (AP)

El cuerpo fue hallado en el pantano Gum, un pequeño curso de agua oscura en el límite norte de Carolina del Sur. Era el 3 de agosto de 1993. Un pescador que buscaba bagres divisó al hombre boca abajo, enganchado a una rama que caía sobre el agua.

Estaba vestido. Sólo le faltaban los zapatos. Los policías que llegaron no le encontraron ningún documento que permitiera identificarlo. El calor y el agua habían desfigurado sus facciones. La autopsia determinó que una bala calibre .38 había ingresado por la parte superior del pectoral derecho. Era una área rural. El médico forense dedicaba la mayor parte de su tiempo a la una empresa de construcción de su propiedad. Detectó en la boca del cadáver trabajos odontológicos muy costosos. Decidieron preservar sus mandíbulas y sus manos, para lograr identificarlo si alguien reclamaba el cuerpo.

Unos días más tarde, el país entero se conmovía: el cuerpo era identificado como James Jordan, el padre de Michael, quien para entonces ya era una mega-estrella del baloncesto que venía de ganar 3 campeonatos de la NBA con los Chicago Bulls.

Tres años después, dos jóvenes de la zona, Daniel Green y Larry Demery, fueron condenados a prisión perpetua por el asesinato siguiendo el pedido de la fiscalía que no tuvo dudas: ambos habían querido secuestrar a James Jordan en su auto en Wilmington, Carolina del Norte, pero todo se les escapó de la manos y terminó de la peor manera.

James Jordan, en una foto de 1993, poco antes de su muerte (AP)
James Jordan, en una foto de 1993, poco antes de su muerte (AP)

Esta semana, tras 22 años en la cárcel, Green presentó ante el juez Winston Gilchrist de la Corte Superior de Carolina del Norte el pedido de un nuevo juicio. Sus abogados dicen tener pruebas para demostrar que los hechos no ocurrieron como la Justicia determinó en su momento.

En los días posteriores al asesinato en 1993, Green y Demery utilizaron el Lexus de Jordan padre y el teléfono que había en el auto. Así, los investigadores finalmente llegaron a ellos y los apresaron.

Demery se declaró culpable enseguida y aceptó declarar contra su amigo Green, que se había proclamado inocente y fue a juicio. Todo el peso del caso contra Green se basó en el testimonio de Demery. Según aseguró, ambos había encontrado a Jordan durmiendo en su auto a un costado de la autopista y Green le disparó apenas vio que se despertaba.  Dos pruebas parecieron certificar esa versión: Una investigadora forense, Jennifer Elwell, aseguró que el Lexus había manchas de sangre. Otro investigador sostuvo que la camisa que llevaba Jordan tenía un agujero rodeado por un aro negro, consistente con los residuos del disparo del arma de fuego que ingresó por la parte superior de su pectoral derecho.

Jordan ya había ganado 3 anillos de la NBA con los Bulls cuando su padre fue asesinado.
Jordan ya había ganado 3 anillos de la NBA con los Bulls cuando su padre fue asesinado.

Pero los abogados de Green aseguran ahora que pueden demostrar que ambas pruebas fueron equivocadas. En 2011, Elwell se desdijo y confió a los abogados defensores de Green que en realidad, no podía asegurar que la mancha del auto hubiera sido sangre. Sospechosamente, esa prueba fue destruida poco después del juicio, violando todas las normas de preservación de evidencias. Los abogados de Green también presentaron ahora un primer informe forense que indicaba que la camisa de Green no tenía un agujero en el pecho, sino tres agujeros más abajo, lo que sugiere que se la sacó o desgarró durante el tiroteo. Recién después apareció un segundo informe que sostenía la teoría de la fiscalía. "La ausencia de  un agujero en la camisa a la altura del pecho contradice la teoría de que Jordan estaba acostado en su auto cuando fue disparado", sostiene el escrito presentado por los abogados de Green. "Por el contrario, fortalece la teoría de la defensa de que Jordan fue asesinado en medio de una pelea entre él y Demery".

Según la versión de Green, el 23 de julio de 1992, estaba con Demery en una fiesta en la casa de un amigo de ambos. Alrededor de la 1.30 AM Demery se marchó. Alrededor de 3 horas más tarde, regresó visiblemente apesadumbrado. Demery le pidió a a su amigo que lo acompañase hasta una zona conocida por el crimen y la prostitución y le contó que un rato antes había estado negociando una venta de droga con una persona en un Lexus rojo pero empezaron a discutir y terminó matándolo de un tiro. Ambos decidieron arrojar el cuerpo del otro lado de la frontera estatal y quedarse con sus posesiones.

Durante el juicio de 1996, los abogados de Green fallaron en conseguir testimonios de que su defendido estaba en la fiesta cuando ocurrió el asesinato. Tomaron como valedero a pie juntillas la versión de Demery.

Daniel Green, el codenado hace 22 años que ahora busca su libertad en un nuevo juicio (AP)
Daniel Green, el codenado hace 22 años que ahora busca su libertad en un nuevo juicio (AP)

Pero lo más oscuro que se habría intentado ocultar en aquel juicio, dicen ahora los abogados de Green, son las conexiones con el narcotráfico que tenía la oficina del sheriff del condado de Robeson que llevó adelante la investigación del crimen y los arrestos.

La misma noche del asesinato, Demery llamó desde el Lexus a Hurbet Larry Deese, un importante traficante de droga de la zona, hijo de Hurbert Stone, el sheriff del condado Robeson. Curiosamente, o no tanto… los investigadores del caso entrevistaron a todas las personas a las que había llamado Demery, menos a Deese.

En el año 2000, una investigación por corrupción desbarató la red que vinculaba a 22 policías de Robeson con el lavado de dinero y el narcotráfico.

Los abogados de Green esperan que esta vez se tengan en cuenta todas estabas pruebas y su defendido, que no habría tenido que ver con el asesinato sino sólo con el ocultamiento del cuerpo, pueda recuperar su libertad.

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