Mujeres se proponen combatir el sexismo en el “pinball” mediante ligas femeninas

Por Adam Ruben

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(The Washington Post / Echa Schneider)
(The Washington Post / Echa Schneider)

Robin Lassonde es la jugadora de pinball femenina mejor clasificada del mundo. Sin embargo, en un torneo que se realizó este verano, un hombre se le acercó durante un descanso y le preguntó si estaba jugando o solo estaba mirando. "Jugando", le contestó ella. "¡Oh! Solo preguntaba porque no sabía si estabas aquí como animadora", comentó él.

El clásico –y sí, dominado por hombres- pasatiempo de dar golpes a los botones y mover todo un engranaje para rescatar una bola de acero de 80 gramos de su trayectoria descendiente no solo sigue estando de moda sino que está disfrutando de un auténtico renacimiento. La International Flipper Pinball Association (IFPA) ha pasado de tener 10,000 jugadores registrados a 40,000 en los últimos cinco años, lo que refleja el alcance de la organización y el gran interés que hay en las cientos de ligas semanales y miles de torneos que se realizan en todo el mundo. Las salas de pinball están reapareciendo y los nuevos fabricantes ahora ingresan al mercado después de varias décadas de estancamiento.

¿Pero en este crecimiento hay un lugar para las mujeres? La comunidad de pinball ha lidiado con esta pregunta en los últimos años, precisamente cuando Lassonde y otras han navegado por su cultura, a veces, sexista. Algunas de ellas han depositado sus esperanzas en una solución controvertida: una ola de nuevas ligas y torneos femeninos.

"Con todos los que jugué a pinball eran hombres" dice Echa Schneider, una jugadora de Oackland (California), que en 2013 fundó Belles & Chimes, la primera liga del mundo de pinball solo para mujeres. "Realmente quería conocer a otras mujeres para jugar a pinball", apostilla.

De los 200 jugadores clasificados en el mundo, solo tres son mujeres. El presidente de IFPA, Josh Sharpe, estima que un poco más del 11 por ciento de los jugadores registrados en el IFPA son mujeres, aunque señala que eso representa un aumento del 8 por ciento en comparación con la métrica de hace unos años.

(The Washington Post / Echa Schneider)
(The Washington Post / Echa Schneider)

El pinball tiene el estigma de ser un hobby clásico masculino. Las mujeres, dibujadas semidesnudas, estaban expuestas en la máquinas. El fabricante Bally vendió su primera máquina de pinball con esas características en 1978, Data East copió la idea en 1989 y Stern Pinball lanzó una versión mucho más moderna en 2002.

¡Incluso Stern arrasó cuando diseñó el juego Whoa Nellie! Gracias al juego de palabras (hablaba de las frutas) comparaba sus productos con la anatomía femenina.

"Cuando la gente me pregunta por qué necesitamos una liga femenina especial, yo digo que es porque algunas partes de esta industria son sordas y poco atractivas", subraya.

Los concursos dirigidos exclusivamente a mujeres también han capeado el argumento de que su propia existencia implica que las mujeres, de alguna manera, no son lo suficientemente buenas como para estar en la competencia principal.

"No existe un argumento basado en las habilidades para una división de mujeres", asegura Elizabeth Cromwell, que ayudó a iniciar un importante torneo femenino en el Campeonato Mundial de Pinball, cerca de Pittsburgh. "Es completamente un argumento sociológico", explica.

Las jugadoras de Belles & Chimes durante un evento en 2016 en San Rafael (California) (The Washington Post / Gen Egea)
Las jugadoras de Belles & Chimes durante un evento en 2016 en San Rafael (California) (The Washington Post / Gen Egea)

Pocos años después de que Schneider lanzara Belles & Chimes en el área de la Bahía de San Francisco, ahora cuenta con más de 200 jugadores, con franquicias en Oklahoma City, Cleveland, Phoenix, Denver, Chicago, Charlotte, Eugene, Oregon y próximamente en Minneapolis. Gracias a eso, se han organizado varias ligas de pinball de mujeres. Algunos han acusado a Schneider de que la creación de esta liga supone "un gran perjuicio" y que "puede arruinar el painball".

Y, como era de esperar, nada de eso ha pasado.