Un buda en tu escritorio podría ahuyentar a un jefe malvado

Por Jena McGregor

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(Pixabay)
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La gente suele tener varios objetos personales en la oficina tratando de crear un ambiente más ameno. Otra cosa que se suele hacer es añadir citas célebres en la firma del correo electrónico. E, incluso, se suelen colocar algunas estatuas de Buda u otros iconos religiosos en el escritorio. Todo eso ambientado con algunas de las frases más populares que algún día dijeron Martin Luther King Jr. o Winston Churchill.

Un estudio del Academy of Management Journal, recogido por la Harvard Business Review, revela que los empleados que suelen tener símbolos morales en sus escritorios, como citas destacadas, facilitan las relaciones con sus superiores y evitan que los jefes les engañen o tengan malos comportamientos en la oficina.

"Eso provoca que el comportamiento de los demás sea mucho más ético" explicó Sreedhari Desai, profesor asistente de la Escuela de Negocios Chapel Hill de la Universidad de Carolina del Norte. "Si esa persona que tiene alrededor llega a ser su jefe es menos probable que suceda algo que no sea ético", comentó.

La investigación, que Desai escribió conjuntamente con Maryam Kouchaki de la Universidad Northwestern, se basó en cinco estudios de laboratorio con empleados y gerentes en lugares de trabajo hindúes.

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El estudio se realizó mediante un juego de decisiones en el que los participantes debían decidir si se involucrarían en comportamientos engañosos o pedirían a sus compañeros que lo hicieran. Cuando recibían correos electrónicos de colegas con citas morales incluidas en la firma, como por ejemplo la de Sófocles, "es mejor fallar con honor que triunfar por fraude", era menos probable que mintieran o que mandaran un mensaje con contenido engañoso.

El estudio también examinó a 104 pares de trabajadores y sus respectivos gerentes. Preguntó a los supervisores sobre la frecuencia en la que sus subordinados mostraban símbolos religiosos en sus escritorios, como imágenes de Krishna o de Buda. A los empleados, por el contrario, les preguntaron sobre la cantidad de veces que sus jefes les pedían hacer algo dudoso. Después de tener en cuenta otros factores, como la satisfacción que tenían en el trabajo, los que mostraban símbolos religiosos tenían menos probabilidades de que se les pidiera que actuaran de una manera poco ética.

Desai, que también hizo un estudio sobre el mismo tema, tuvo esa idea después de que un estudiante le preguntara cómo convertir las ideas teóricas sobre la ética que regía en el mundo real.

(Pixabay)
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"Uno de mis estudiantes levantó la mano y dijo: – Todo esto está muy bien, pero si mi jefe me pide que haga algo poco ético, es muy difícil decir que no", recuerda. Le hice preguntarse a sí mismo si la solución sería resolver los problemas éticos en lugar de hacer que los líderes actúen con más principios.

Desai admite que los símbolos tienen límites culturales y es más fácil decir qué es lo que funciona en la India, donde la religión y la sociedad están muy unidas. Esa misma teoría podría aplicarse a lugares como Estados Unidos. Sin embargo, considera que los símbolos morales sí que podrían tener efectos similares.

Por ejemplo, parte de su investigación, que no formaba parte del artículo, analizó cuánto gastaba la gente en un café de Salt Lake City. Después de que el dueño del café colgara imágenes de Martin Luther King, Jr. y la Madre Teresa de Calcuta y otras imponentes figuras, los clientes empezaron a gastar aproximadamente un veinte por ciento más en la comida, en comparación con lo que pedían antes de que el propietario colgara esas imágenes.

(Wikimedia)
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Los estudios realizados no podrían certificar si "los símbolos morales" realmente ayudarían a cambiar la opinión de un jefe poco ético. Curiosamente recibió un correo de alguien que había oído hablar de su investigación después de tener una mala experiencia con un cliente grosero. En ese momento, utilizó una cita del filósofo Eric Hoffer en la que hablaba acerca de la grosería: "Es la imitación de la fuerza de un hombre débil". Lo colocó en la firma de su e-mail después de escribir unas palabras de disculpa.

"No se trata de confrontar a la gente, sino una manera sutil de influenciar a la gente", finalizó.