Cuando James Cameron arrasó en los Oscar en 1998 con Titanic --la epopeya que él describió como Romeo y Julieta, pero mojada-- subió al escenario y proclamó que era "el rey del mundo".
"Eso provocó un gran gesto de fastidio por parte del público", recordó con una sonrisa entre resignada y autocrítica.
Excederse es el modus vivendi de Cameron. Muchos en Hollywood esperaban que su película sobre un naufragio fuera la nueva Cleopatra de Fox: un empapado fracaso de 200 millones de dólares. Un año antes de su estreno, la revista Time auguraba en un titular de portada: "GLUB, GLUB, GLUB ".
Los detractores se equivocaron. En una reseña entusiasta escrita para The New York Times, Janet Maslin dijo que Titanic era un "espectáculo tan vasto como el mar". También señaló que Cameron contaba su propia historia en la película: "una presuntuosa aspiración a la grandeza contra toda probabilidad razonable", arrogancia desatada, Ícaro revisitado.
Sentado en su museo de Lightstorm Entertainment en los estudios Manhattan Beach, al sur de Hollywood, el director, guionista, artista y explorador refutó con ironía la comparación con Ícaro, diciéndome que, si él las hubiera diseñado, "las alas habrían funcionado".
"Yo no habría usado cera", dijo.
Además, suscribe la filosofía de Nikolai Gogol: "Los obstáculos son nuestras alas".
"La soberbia y la arrogancia anteceden a la caída", prosiguió Cameron. "Y estoy muy, muy consciente de eso. En realidad soy muy cauteloso. Soy un planificador extremadamente minucioso. Me rodeo de la mejor gente. Los animo y les exijo que hagan los mismos niveles profundos de planificación que yo".
Nos encontramos rodeados de modelos de lo que él llama sus creaciones "tech noir". Aquí está Arnold Schwarzenegger como el personaje principal del gran éxito de Cameron de 1984, Terminator; aquí está la viscosa reina alienígena que se enfrenta a la feroz Ripley, interpretada por Sigourney Weaver, en el éxito de taquilla de ciencia ficción de 1986 Alien 2: El regreso; y aquí hay modelos de los guerreros Na'vi azules en la luminosa luna Pandora de Avatar, en la que Sam Worthington y Zoe Saldaña son la pareja protagonista.
Antes de que apareciera la primera Avatar en 2009, South Park la satirizó como "Bailando con pitufos". Pero ahora que la tercera entrega de la exitosa saga se estrena este mes, con una duración de 3 horas y 17 minutos --apenas 3 horas y 7 minutos sin contar los créditos, me asegura--, es Cameron quien ríe al último.
Puede que "desprecie la ostentación y el glamour de Hollywood", como él mismo dice. Pero aquí es, efectivamente, el rey del mundo. La fe en sus proezas comerciales es tan grande que los Globos de Oro nominaron Avatar: Fuego y cenizas al "mejor logro cinematográfico y de taquilla" desde antes de su estreno el 19 de diciembre.
A medida que se reducen las pantallas y los cines desaparecen, Cameron apuesta por más. A medida que proliferan los refritos y los contenidos mediocres en streaming, él se vuelve más singular y fantasmagórico.
Antes de demostrar que podía realizar sus epopeyas, tuvo muchos enredos con los nerviosos jefes de los estudios. Pero ahora Robert Iger, director ejecutivo de Disney, que supervisa la franquicia, dice que está "asombrado" por Cameron. "Es el cineasta más ambicioso que he conocido", dijo Iger, añadiendo que lo decía en el "sentido más positivo". "Piensa en grande y ejecuta en grande".
A sus 71 años, Cameron tiene en su haber tres de las cuatro películas más taquilleras de todos los tiempos: Avatar (2900 millones de dólares), Avatar: El camino del agua (2300 millones) y Titanic (2300 millones). Con Avatar: Fuego y cenizas, pronto podría tener cuatro de las cinco más taquilleras. (Avengers: Endgame, la segunda de la lista, rompe el monopolio de Cameron). Tiene planes para dos entregas más de amor y guerra en Pandora, y ha prometido que la número cuatro, prevista para estrenarse en 2029, será "espectacular".
Concibe Avatar como una saga familiar, al estilo de El padrino, con drama intergeneracional y clanes enfrentados.
Las películas están ambientadas en el siglo XXII, pero retoman un esquema clásico de vaqueros contra indios, con los colonizadores humanos como los villanos y los pueblos indígenas --los siseantes Na'vi, de aspecto felino y expertos en el uso del arco y la flecha-- como los héroes.
"Obviamente, tomamos mucho de la anatomía y el comportamiento felinos", dijo Cameron. "Tenemos todo un vocabulario para la cola de Neytiri". Neytiri, interpretada por Saldaña, o "la chica azul", como la ha llamado el director, es la princesa del clan que se enamora del fornido avatar de Jake Sully (Worthington), cuya forma humana es un marine parapléjico.
Cameron dice que sus temas son la oscuridad y la luz que llevamos dentro, y la forma despiadada en que nos comportamos con nuestro planeta. "¿Por qué tratamos a la Tierra como si fuera un inodoro?", pregunta.
Recordó haber propuesto Avatar a ejecutivos de Hollywood, que se mostraron reticentes y querían que eliminara "toda esa basura de abrazar árboles", según Cameron.
"No", dijo que les respondió. "Esa es la razón por la que estoy haciendo la película".
Me explicó: "La concibo más como una fantasía alegórica que como una historia de ciencia ficción dura, en la que los Na'vi representan nuestra mejor versión y los humanos corporativos rapaces, nuestra peor versión".
¿Por qué hizo azules a los Na'vi?
"Bueno", respondió con sequedad, "porque el amarillo ya estaba tomado por Los Simpson".
Un perfil de The New Yorker de 2009 señalaba que Cameron tenía "una inquietante habilidad para hacer que la gente quiera verlo fracasar". Pero resulta que el hombre es demasiado grande para fracasar. Y demasiado talentoso. Es a la vez un narrador a la antigua y un futurista entusiasta que, si es necesario, crea la tecnología que necesita para materializar los mundos de su imaginación febril.
Le gusta aconsejar a otros cineastas: "No te enganches con tu propio producto". Pero hay que volar muy alto para crear tu propio universo, especies y lenguaje.
Cameron dijo que nunca habría podido escribir las secuelas de Avatar si no hubiera sido padre de cinco hijos (ahora todos adultos). La paternidad lo hizo revivir "mi propia adolescencia ansiosa".
Dijo: "Mis hijos nunca me sisearon, pero tienen su propia manera de rebelarse. Recibí muchos portazos, y miradas de fastidio". Sus intentos de ser más autoritario fracasaron estrepitosamente. "Lo primero que aprendes cuando tienes hijos es que no puedes ser el director", dijo.
Para Avatar, fue pionero en efectos visuales espectaculares y en la tecnología de captura de movimiento, desarrollando una suerte de pentimento en el que los actores actúan con trajes tipo leotardo de licra, con puntos aplicados en el rostro con un lápiz de maquillaje. Con su equipo de efectos especiales, Cameron introduce todos esos datos en un software para que los músculos de los personajes generados por computadora reproduzcan los movimientos y expresiones de los actores.
Los primeros planos, dijo Joe Letteri, el artista de efectos visuales ganador del Oscar que trabajó en las películas, son "donde vives o mueres": si las emociones de los Na'vi no coinciden con las de los actores, "tienes que volver atrás y averiguar qué está fallando".
Puede que Cameron sea un pionero tecnológico, pero confiesa que "las aplicaciones más simples que usan mis hijos más pequeños, no sabría ni por dónde empezar".
Estuvo obsesionado con la ciencia ficción desde niño, dibujando criaturas del terror, como Drácula, y alienígenas de otros mundos. Se inspiró en su madre, que pintaba acuarelas y lo llevaba a museos de arte y de historia natural para que dibujara durante horas y horas. (Actualmente, una exposición de su arte surrealista recorre el mundo).
Su madre lo inspiró a escribir algunos de los personajes femeninos más fuertes y vívidos de la historia del cine. Su padre, dijo, "era un ingeniero pragmático, que veía el mundo a través de una lente de orden cartesiano", y tenía dificultades con el temperamento de su hijo como "artista, introvertido e imaginador".
"Eso siempre fue una especie de división entre nosotros", dijo, revelando más tarde: "Nunca entendió ni aceptó mi creatividad. Literalmente confiscaba mis libros de ciencia ficción y los tiraba a la basura".
Cameron volcó esa parte de sí mismo en la escritura del joven Na'vi Lo'ak, un adolescente que lucha por ser "visto" por su padre. Kiri, la adolescente interpretada por Weaver, también refleja a Cameron de adolescente, "viviendo en mi cabeza, en un mundo de imaginación, más a gusto con el bosque que con la gente".
De niño, tuvo dos lecciones sobre lo precario y traicionero que puede ser el mundo. La primera fue cuando encontró los planes de su padre para un refugio antinuclear. Luego estuvo la vez en que su padre llevó a la familia al río Niágara en una pequeña embarcación, que se quedó sin combustible mientras flotaba peligrosamente cerca de las cataratas del Niágara.
De niño, Cameron hacía experimentos. "Una vez construyó una minibatisfera con un frasco de mayonesa y un balde de pintura, puso un ratón dentro del frasco en el balde y bajó el balde desde un puente hasta el fondo del arroyo Chippawa", escribió Rebecca Keegan, su biógrafa. El ratón se llevó un buen susto, pero sobrevivió.
Su conocimiento científico y sus respuestas brillantes --se saltó dos grados-- no lo hicieron popular entre los deportistas de la secundaria. "Esperaban a que saliera al pasillo, tiraban mis libros por la escalera y me daban una paliza", recordó. Pero él mismo terminó convirtiéndose en un deportista, practicando submarinismo con entusiasmo y dejando atrás a buzos con equipo de respiración.
Aventurero incansable y miembro del Explorers' Club y de la Mars Society (aunque califica a Marte como "un planeta de porquería"), Cameron llevó sumergibles hasta el lugar de descanso final del Titanic para Titanic y para el documental de 2005 Last Mysteries of the Titanic. Más tarde, descendió en un sumergible --que ayudó a diseñar-- hasta la fosa de las Marianas, en el Pacífico, al este de las islas Marianas, para el documental de 2012 James Cameron: Viaje al fondo de la Tierra.
"Es insaciablemente curioso, como una mangosta", dijo Stephen Lang, quien interpreta al villano coronel Miles Quaritch en las películas de Avatar.
En contraste con su inclinación científica, Cameron dijo que Terminator y Avatar estuvieron inspirados en sueños, y que quiere crear la sensación de que el público está soñando junto a él en su serie más reciente.
"Cuando tenía 19 años, soñé con un bosque bioluminiscente, criaturas y cosas que reaccionaban al tacto y se iluminaban, lagartijas giratorias, y todo eso aparece en la película", dijo. "Me desperté muy emocionado. Hice un boceto con pastel al óleo". Aunque Pandora tiene un aspecto alucinógeno, no estaba drogado cuando la imaginó. "Mira, probé un poco de ácido en la universidad, pero no es parte de mi vida", dijo. "Tengo sueños increíblemente vívidos. A veces son tan cautivadores o tan emotivos que me despierto sobresaltado, no necesariamente por una pesadilla. A veces me despierto por la belleza".
Nacido en Kapuskasing, Ontario, se mudó a California cuando estaba en la secundaria, después de que su padre consiguiera allí un trabajo de ingeniero. Trabajó como técnico en moldes y troqueles para pagar sus estudios en Fullerton College (hoy Universidad Estatal de California en Fullerton), pero lo abandonó después de un año y tomó trabajos como camionero y conserje.
"Fui completamente autodidacta", dijo sobre sus estudios de cine. "Simplemente iba a la Universidad del Sur de California y estudiaba en mi tiempo libre. No estaba matriculado. Simplemente me colaba, iba a la biblioteca y lo estudiaba todo".
Los primeros mecenas de sus ambiciones cinematográficas fueron un grupo de dentistas del condado de Orange que necesitaban un refugio fiscal. Fundó una empresa de tecnología de efectos visuales en 1993 y escribió un borrador para Avatar como posible primer proyecto. Pero la gran película en 3D que imaginaba estaba más allá de las capacidades tecnológicas de ese momento.
Luego de que Titanic se convirtiera en la primera película en recaudar más de 1000 millones de dólares en su primer año de estreno, dio en gran medida la espalda a Hollywood para dedicarse a la exploración y al buceo en aguas profundas. Finalmente regresó en 2005, casi ocho años después del estreno de Titanic.
Retomó su guion preliminar de Avatar. "La verdad, lo había olvidado", dijo. "Lo releí y pensé: 'Diablos, no está mal'".
Para entonces, dijo, la tecnología necesaria para hacer la película "estaba al alcance de la mano". Pero aún tuvo que ser pionero en las mejoras de la experiencia visual en 3D para que los espectadores no padecieran dolores de cabeza durante las más de tres horas de duración.
"Aprendimos muchas cosas sobre cómo percibe la mente el 3D", dijo. Luego adoptó su faceta de científico para explicar un poco más: "El 3D lo construímos en nuestra corteza visual. En la explosión del Cámbrico, cuando todos los filos divergieron hace 540 millones de años, a partir de entonces todo tuvo dos ojos. Todos los trilobites, todos los anfibios que salieron a la tierra, todos los peces, todo tenía dos ojos. La naturaleza no malgasta energía, así que ¿para qué sirve el segundo ojo si en realidad no lo necesitamos, si realmente no está integrado en nuestra conciencia? Sigo diciendo que 540 millones de años de evolución me dicen que el 3D va a ser, en última instancia, la forma en que consumamos nuestro entretenimiento".
Quiere llevar al público a una atracción de Disneyland, para que valga la pena, como él dice, que una pareja contrate a una niñera y pague el estacionamiento.
"Es una cosita a la que me gusta llamar entretenimiento", dijo.
A medida que se fue consolidando como figura del medio, su vida en casa solía ser tan complicada y agitada como su vida profesional. A diferencia de muchos magnates de Hollywood, le gustan las relaciones de igual a igual; nunca tuvo miedo de enamorarse de mujeres de caracter fuerte.
Primero estuvo casado con Sharon Williams. La conoció cuando ella trabajaba como camarera en Bob's Big Boy, y ella ayudó a inspirar a Sarah Connor, la heroína de Terminator. Luego vinieron tres matrimonios con algunas de las mujeres más fuertes de Hollywood: la productora Gale Anne Hurd, su coautora en Terminator; la directora Kathryn Bigelow, con quien trabajó en Días extraños y Punto límite; y Linda Hamilton, la musculosa estrella de las películas de Terminator. Desde 2000, Cameron está casado con la actriz y activista Suzy Amis Cameron, quien interpretó a la nieta de Rose en Titanic.
Admite sin rodeos que al comienzo de su carrera era "un imbécil" y "un dictador de pacotilla". Tenía fama de ser sarcástico y mordaz, especialmente con sus equipos, con lo que The Guardian lo calificó como "desplantes barrocos".
Le gritaba a cualquiera; incluso a Schwarzenegger, cuando dejó el rodaje de Mentiras verdaderas en Washington, D. C., para llevar a algunos de los otros actores a hacer turismo por el Capitolio.
Los relatos de penurias y estallidos durante su cuarta película como director, El abismo --una saga submarina técnicamente exigente que el equipo bautizó El abuso-- son estremecedores. La cinta se rodó en un tanque con unos 28 millones de litros de agua. "Potencialmente podría haber sido muy peligroso para la gente", admitió Cameron, y añadió que estuvo a punto de ahogarse cuando su buzo de seguridad le dio el regulador equivocado para un tanque de oxígeno. "Es una de las dos personas a las que he despedido", dijo.
Pero sostuvo que no hubo lesiones físicas graves porque en películas anteriores había aprendido lo rápido que las cosas "podían torcerse" a menos que fuera "un maniático de la preparación".
"En Terminator y Aliens pasé muchos apuros, y me di cuenta de que tenía que asumir una responsabilidad directa por la seguridad de todos en el set, y no limitarme a confiar en la palabra de un coordinador de escenas de riesgo, un supervisor de efectos prácticos o un asistente de dirección", dijo.
Hasta el día de hoy, Cameron es conocido por ser capaz de hacer cualquier trabajo en el set, incluso los retoques de maquillaje. De la famosa escena de amor en la proa del Titanic con Rose y Jack, dijo: "Fue un beso muy ensayado. Recuerdo que me dibujé unos labios en el pulgar y el nudillo. Les dije: 'Bueno, vamos a hacer esto, luego habrá un poco de exploración y después esto otro'. Era como una jugada de fútbol americano".
Era duro con aquellos cuyo trabajo no estaba a la altura de sus estándares. Sus equipos empezaron a llevar camisetas que decían: "No me asustas. Trabajo para Jim Cameron". Y este canadiense nada apacible acumuló un montón de apodos: capitán Bligh, Jim de Hierro, el Hombre más aterrador de Hollywood.
Los alaridos de dolor e indignación de la gente que trabajaba en sus películas resonaban por todo Hollywood. En los Globos de Oro de 2013, la presentadora Amy Poehler provocó jadeos y risas del público con un chiste a su costa, después de señalar que Bigelow había sido nominada por La noche más oscura, una película ambientada en Pakistán que incluía escenas de tortura.
"Cuando se trata de torturas", dijo Poehler con su habitual tono alegre, "confío en la mujer que pasó tres años casada con James Cameron".
Cameron no estuvo presente esta noche, pero ahora dice: "El comentario de Amy Poehler fue una agresión ignorante, en un evento que se supone que es una celebración del cine y de los cineastas, no una burla. Tengo la piel bastante dura y estoy encantado de ser el blanco de una broma de buen gusto, pero eso fue demasiado lejos. El hecho de que a la gente le haya parecido gracioso muestra exactamente lo que piensan de mí, aunque no tengan idea de quién soy ni de cómo trabajo".
Cameron y Bigelow se habían enfrentado en 2010, en la categoría de mejor director en los Oscar. Cameron fue nominado por Avatar, pero Bigelow triunfó con Zona de miedo, convirtiéndose en la primera mujer en ganar el premio de dirección.
"Fui el primero en ponerme de pie para aplaudir", dijo Cameron, aunque habría deseado que la Academia "repartiera el cariño", dándole a Bigelow el premio a mejor dirección y a Avatar el de mejor película. (Zona de miedo ganó en total seis premios Oscar, incluido el de mejor película).
"Kathryn y yo pensamos que toda la metanarrativa que nos rodeaba era bastante graciosa", dijo. "Me preocupaba un poco que eso terminara restándole credibilidad como cineasta. Empezó a convertirse en una conversación que no tenía que ver con su película, y eso nos molestó a los dos". Dijo que todavía se aconsejan mutuamente en sus proyectos y la calificó como una "persona extraordinaria".
Kate Winslet, que tras el estreno de Titanic habló del temperamento de Cameron y de sus exigencias extremas --dijo que en dos ocasiones durante el rodaje sintió que se estaba ahogando--, hoy habla con entusiasmo de trabajar con él en las películas de Avatar.
"Para ser sincera", dijo sobre el rodaje de Titanic, "hubo momentos en los que gritaba y hubo momentos difíciles para la gente". Pero, añadió, "no sé si realmente sentí que estuviera a punto de morir".
Cameron, que adora a la picante Winslet y su pasión por la preparación, dijo: "Nunca estuvo en peligro, pero puede que haya sentido que sí".
Al principio del rodaje, junto a Leonardo DiCaprio, ella le sugirió al director que añadiera un poco de conflicto sexual a la relación entre Rose y Jack.
"Y recuerdo que a Jim le costó oír eso de dos niños, básicamente, pero lo incluyó en el guion", dijo Winslet, que en ese momento tenía 20 años. "Pero desde entonces, es mucho más abierto, mucho menos resistente a que alguien intente ofrecer una idea de cómo algo podría mejorar".
El productor de confianza de Cameron, Jon Landau, murió el año pasado, y cuando Winslet se ofreció para darle su opinión, el director aceptó, pidiéndole que viera una versión preliminar de Avatar: Fuego y cenizas y lo asesorara.
"Ese sí que es otro Jim", dijo Winslet.
Weaver, otra habitual del entorno del director, también es una admiradora. Después de Alien 2: El regreso, durante el Festival de Cine de Venecia, se encontró cenando con un hombre encantador al que apenas reconocía.
"No había sido así al dirigir", dijo. "Era tremendamente divertido, ingenioso. Entiendo por qué ese tipo no pudo aparecer durante Alien 2: El regreso, porque fue un rodaje duro, especialmente para él. Digámoslo así: me alegro no haber estado rodando El abismo con él".
Como licenciada en letras, dijo, es "una obsesiva" con los guiones, pero nunca ha tenido una observación para Cameron. "Es el mejor guionista de todos los guionistas-directores que conozco".
Cuando lo vio ser duro con una actriz joven que tenía problemas con accesorios difíciles de manejar durante el rodaje de Alien 2: El regreso, "me acerqué a él un poco torpemente y le dije: 'Sabes, cuando le gritas a un actor, nos gritas a todos, así que entiende que lo que ella estaba haciendo era realmente muy difícil. Tal vez podrías rodar otra cosa mientras ella se acostumbra a hacer esto de la manera que tú quieres'".
Él le hizo caso. "Es un buen tipo", dijo Weaver, y añadió: "De verdad creo que Jim se ha suavizado".
Lang, que interpreta al villano coronel Quaritch, dijo que ve mucho de Cameron en su personaje. Al igual que el director, dijo, Quaritch tiene "una mente afilada, un carácter implacable". Lang, que practicaba kickboxing con el director al amanecer antes de que comenzara la jornada de rodaje, dijo que había notado algunos cambios en Cameron.
"Diría que hay una parte de Jim que se ha suavizado y aligerado mucho con los años", dijo Lang."Creo que emprendió un camino de mejora personal, y no digo que haya sido necesariamente algo consciente; simplemente creo que tiende hacia eso".
Cameron no está seguro de estar suavizándose.
"Quizá 'marinando' sea un buen término, ¿no?", dijo. "No es que estuviera gritando todo el día. Pero sí de vez en cuando. Todo el mundo tiene derecho a tener un mal día. Si no estás haciendo tu trabajo, apártate de mi camino".
En sus primeras películas, dijo, recibía un refuerzo positivo "por perder los estribos para que algo sucediera" rápida o correctamente. Pero después de pasar años en expediciones submarinas, estrechando lazos con sus compañeros en situaciones de vida o muerte, se dio cuenta de que necesitaba el respeto del equipo para resolver problemas.
"Al abordar Avatar, empecé a ver todo de otra manera", dijo. "Es como decir: bueno, la película no es lo más importante. Lo más importante es cómo eres con la gente y el proceso creativo. Lo más probable es que de ahí salga una mejor película, porque no le estás gritando a la gente, sino alentándola a dar lo mejor de sí".
Cameron tuvo otra epifanía cuando visitó a Ron Howard en el rodaje de una película: "Piensas, guau, está siendo amable con la gente", dijo. "Desde entonces he pasado dos décadas tratando de conectar con mi Ron Howard interior".
Le pregunté al director qué había aprendido de haberse casado cinco veces.
En sus cuatro primeros matrimonios, dijo, estaba en "la fase del juicio". Su actitud anterior era: "Bien, voy a hacer esto mientras sea satisfactorio, y luego, cuando deje de serlo, entonces olvídalo, se terminó".
Añadió: "De hecho, un par de terapeutas --incluido uno de los mejores del oficio-- me dijeron algo que yo le diría a cualquier hombre casado: puedes tener razón o puedes estar casado". Añadió: "Los hombres, en realidad, se pueden entrenar".
Lleva 25 años con Amis Cameron. Cuando se dio cuenta de que a ella no le gustaba que reaccionara a los momentos serios con un humor brusco, cambió. "Me resulta satisfactorio ver que Suzy disfruta de verdad nuestras interacciones, porque ahora soy un poco más reflexivo", dijo.
Dijo que sigue en contacto con sus exesposas. Tiene una hija con Hamilton y dos hijas y un hijo con Amis Cameron. También se convirtieron en tutores legales permanentes de una tercera adolescente, amiga de su hija.
Le pregunté a Cameron por el revuelo causado en Hollywood por la batalla titánica entre David Ellison, de Paramount Skydance, y Ted Sarandos, de Netflix, para ver quién se quedará con la mayor parte de Warner Bros. Discovery, todo a la sombra del presidente Donald Trump.
A Cameron no le entusiasma que las corporaciones se devoren unas a otras y pierdan de vista la creatividad. Pero elogió a Ellison, quien fue coproductor de la secuela de 2019 Terminator: Destino oculto. "Nunca sentí que tuviera que poner los ojos en blanco en silencio y oponerme a las ideas del jefe del estudio", dijo Cameron. "Sus ideas eran muy acertadas".
Sarandos ha dicho que está "profundamente comprometido" con los estrenos en salas de cine. Pero Cameron no estuvo de acuerdo con la afirmación de Sarandos el año pasado de que grandes películas, como Barbie y Oppenheimer, habrían funcionado igual de bien en la pequeña pantalla. (Sarandos provocó una conmoción en la industria cuando dijo que su hijo, quien es editor de cine, había visto Lawrence de Arabia por primera vez en su teléfono).
Para Cameron, la pantalla grande es su lienzo y la sala de cine, su espacio predilecto.
"No se le puede negar a la gente la profundidad de la experiencia que se tiene en una sala de cine, donde no tienes el control", dijo. "No tienes un control remoto. No puedes poner pausa. Un familiar no puede detenerla para ir al baño o pedir una pizza. O seguir viéndola la noche siguiente. Entonces se convierte en una experiencia fragmentada, rota, como tantas otras que atravesamos en la vida, desplazándonos por la pantalla todo el día".
Cameron forma parte del consejo de Stability AI, una empresa de IA generativa que trabaja con compañías cinematográficas. Pero le preocupa el advenimiento de la superinteligencia artificial.
"El hecho de que se estén destinando tantos miles de millones de dólares a un objetivo que podría ser suicida para la raza humana me parece una locura", dijo.
Hablamos de OpenAI, de Sam Altman, incursionando en la "erótica", y de los compañeros de xAI altamente sexualizados de Elon Musk. "Cualquier nueva tecnología o bien se convierte en un arma o se utiliza para el sexo. No necesariamente en ese orden", dijo Cameron.
¿Y qué hay de Tilly Norwood, la primera actriz de inteligencia artificial, una joven belleza que no necesita bótox ni pausas para ir al baño?
"La cuestión es que un actor no se limita a interpretar un papel", dijo Cameron. "Lo impregnan con su propia experiencia de vida".
Él cree "de manera absoluta en el poder de la ciencia, como el único camino hacia la verdad", y le preocupa que estemos "dándole la espalda a la ciencia y avanzando a tientas hacia una nueva edad oscura de división y superstición", dijo. Así que le pregunté si había visto la portada de The Atlantic en la que aparecía Robert F. Kennedy Jr. como "El hombre más poderoso de la ciencia".
"Es un anticientífico importante que nos está llevando hacia otra era oscura", dijo Cameron, y añadió: "Ahora los niños mueren de sarampión. Morirán de polio. ¿Y la próxima vez que tengamos una crisis como la de la covid, después de haber suprimido toda la financiación de las vacunas de ARNm?".
Ya había vendido su casa al oeste de Malibú cuando se quemó en el incendio de Franklin, y había decidido mudarse a Nueva Zelanda en 1994. "Ahí tengo todo lo que necesito para hacer una película, y estoy a una distancia suficiente de Hollywood como para no tener que tragarme las tonterías, pero sí poder aprovechar a la gente increíblemente creativa que hay aquí en Los Ángeles".
Quizá su patrimonio sea de 800 millones de dólares, pero dijo que intenta vivir de manera sencilla, inspirado por los habitantes de Pandora. "Sería una hipocresía total buscar una vida de equilibrio y una huella más suave en el mundo natural, mientras se vive una vida derrochadora de consumo ostentoso", señaló.
Dijo que él y Suzy, ambos veganos, tienen una granja en el valle de Wairarapa, en Nueva Zelanda. "Hasta donde yo sé, somos el mayor proveedor de brásicas orgánicas, coliflor, brócoli, col rizada, romanesco, de Nueva Zelanda", dijo. "No tenemos ganado". También tienen una casa en Wellington, dice, "una casa modesta en una calle suburbana". Compró un Kia Rio 2012 usado, de cuatro cilindros. "Nada de Mercedes, nada de Lamborghini". También tiene una casa en Austin.
Retiró su solicitud de ciudadanía estadounidense tras la reelección de George W. Bush, y no es fan de Trump. "No extraño estar en Estados Unidos en este momento, al menos hasta que las cosas cambien", dijo.
Ha hecho algunas películas famosas por su violencia, así que le pregunté qué piensa del nivel de violencia que hay ahora en la sociedad estadounidense.
"Me horroriza la violencia armada en Estados Unidos, y ahora adopto un enfoque más medido respecto de las armas en mis películas", dijo, y señaló que quitó muchas de las escenas con armas"en la segunda y la tercera películas de la saga Avatar, incluida una escena en la que Jake Sully arma a los clanes Na'vi.
En la década de 1990, Cameron entrenó durante tres años en el uso de armas de fuego a manera de investigación para sus películas y "para ser un propietario de armas con fines de autodefensa muy responsable. Creo en el derecho a poseer armas de fuego, pero creo que las leyes estadounidenses sobre armas son absurdamente laxas". Nueva Zelanda tiene leyes de seguridad de armas mucho mejores, dijo.
Cameron dice que es agnóstico y "técnicamente" ateo. Pero, ¿algo de lo que ha visto al explorar las profundidades del planeta y al imaginar mundos fantásticos lo ha hecho preguntarse por la existencia de una fuerza superior?
"No puedo descartar la existencia de un Dios, pero mi comprensión de la ciencia es tal que no veo la necesidad". Y añadió: "Eso no significa que no haya visto o experimentado cosas que no puedo explicar y que la ciencia tampoco puede explicar. Pero eso es solo porque la ciencia no ha terminado. La ciencia nunca terminará".
Intrigado por la pregunta, y desconcertado de que nadie le hubiera preguntado antes por qué, a pesar de no creer en un creador, ha dedicado dos décadas a una saga que celebra una relación espiritual con la naturaleza, se tomó un tiempo durante el estreno en China de Avatar: Fuego y cenizas, en el Festival Internacional de Cine de la Isla de Hainan, para escribirme un largo correo electrónico.
"Todo lo que he presenciado en el mundo natural parece tener un poder casi religioso, en su belleza y su complejidad infinita, desde las maravillas del mundo microscópico (el ADN, por ejemplo, e incluso la mecánica cuántica) hasta la inmensidad del universo observable", escribió. Cuando descendió a la parte más profunda de la Tierra, reveló, "me abrumó una sensación de tiempo profundo, más allá de nuestra comprensión humana".
Dijo que el diseño de Avatar surgió de combinar, distorsionar, remodelar y redimensionar las maravillas naturales de nuestro propio planeta.
"Los patrones en los dorsos de diminutas ranas arborícolas del Amazonas están ampliados en las alas de nuestras criaturas voladoras", escribió. "Cada vez que creemos haber tenido una idea nueva, siempre descubrimos que la naturaleza se nos adelantó por cientos de millones de años".
Bromea: "Tal vez fui un druida en una vida pasada".
Después de nuestra entrevista en el museo, dimos una vuelta para despedirnos de la reina alienígena, de Arnold y de los Na'vi azules de casi tres metros de altura. Luego Cameron se marchó al más exótico de todos los mundos: un matrimonio feliz.
"Me voy a casa a tomar una copa de chardonnay con mi encantadora esposa", dijo mientras se alejaba con paso despreocupado.
Si quieres profundizar más con James Cameron, apodado "el hombre más profundo del mundo" por National Geographic, echa un vistazo a su edición de Confirm or Deny (en inglés).
Maureen Dowd es columnista de Opinión del Times. Ganó el Premio Pulitzer en 1999 en la categoría de comentario distinguido. Es escritora y recientemente publicó Notorious . @MaureenDowd • Facebook
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