
WASHINGTON -- Era principios de noviembre y el mercado bursátil se había puesto nervioso, ya que los inversionistas de nuevo se mostraban recelosos ante lo mucho que habían apostado las más grandes empresas tecnológicas del país en la inteligencia artificial.
Sin embargo, el nerviosismo que se vivía ese día en Wall Street apenas se notó en la Casa Blanca. Cuando se le preguntó si albergaba algún temor sobre una burbuja emergente, una que pudiera dañar la economía si estallara, el presidente Donald Trump descartó todas las dudas.
"No", respondió de inmediato, "me encanta la IA".
Para Trump, la nueva era de la informática, disruptiva y en ciernes, no supone ningún riesgo, solo recompensas. Durante el último año, el presidente y sus principales asesores han acogido con entusiasmo la IA y han colmado a sus principales patrocinadores corporativos con dinero y apoyo normativo, ya que el gobierno busca impulsar una de las principales áreas de crecimiento de una economía estadounidense por lo demás precaria.
Ese optimismo quedó patente el martes, después de que el gobierno federal informara que la economía estadounidense creció a una tasa anual de más del 4 por ciento en el último trimestre. Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, declaró a la CNBC que los nuevos datos indicaban que la agenda general del presidente estaba funcionando, al tiempo que promocionaba los signos de un "auge" de la IA.
El apoyo incondicional del gobierno contrasta de manera evidente con el tono más cauteloso de los economistas e incluso de algunos tecnólogos de Silicon Valley. Muchos siguen cuestionando si la IA podría provocar una pérdida significativa de puestos de trabajo, al menos temporalmente, y se preocupan por la velocidad y los métodos que han permitido que la industria crezca de una manera que puede no ser sustentable y que podría provocar un caos financiero.
La Casa Blanca ha descartado en gran medida muchas de esas preocupaciones. En vez de eso, Trump, que desde hace tiempo considera el mercado de valores como un barómetro de su éxito económico, ha cortejado y celebrado la subida de los precios de las acciones de las principales empresas tecnológicas, como Nvidia. El mercado de valores volvió a alcanzar un récord el martes, impulsado por las empresas tecnológicas vinculadas a la IA.
"La IA generativa puede suponer un cambio radical para la productividad y la economía", afirmó Glenn Hubbard, que fue presidente del Consejo de Asesores Económicos durante el gobierno de George W. Bush. Describió la tecnología como una "gran ventaja".
Sin embargo, señaló que eso no significaba que no existieran limitaciones económicas y políticas, tanto en la forma en que se financia la IA como en el impacto que está teniendo en las comunidades y en los puestos de trabajo que la IA podría sustituir.
"La IA está avanzando a gran velocidad y no hemos ayudado mucho a la gente a afrontar la globalización y el cambio tecnológico durante un periodo de 30 y 40 años", explicó Hubbard. "Quizá no lo volvamos a hacer".
Despidos masivos o un "gran entrenador"
Los creadores de políticas de Washington coinciden en general en que la IA presagia un cambio generacional, con enormes implicaciones para todo, desde la investigación médica hasta la guerra. Esto ha contribuido a desencadenar un auge de la inversión en informática y un nuevo crecimiento de la economía en general, que Trump ha tratado de maximizar.
A través de una serie de órdenes ejecutivas, firmadas en los últimos 11 meses, Trump ha tomado medidas para eliminar las barreras normativas y facilitar a las empresas tecnológicas la construcción de centros de datos, la alimentación de sus operaciones, la venta de chips informáticos y el abastecimiento de materiales críticos. Lo ha hecho siguiendo el consejo de David Sacks, un inversionista de Silicon Valley que ahora trabaja en la Casa Blanca y que ha comparado públicamente a los escépticos de la IA con una "secta apocalíptica".
Trump ha presentado la contienda por desarrollar la IA como una lucha existencial contra las superpotencias, una "competición trepidante" que también puede crear miles de puestos de trabajo en Estados Unidos en los próximos años. Pero su optimismo solo ha acelerado un debate que lleva mucho tiempo latente acerca de hasta qué punto la IA puede trastocar industrias enteras, impulsar el crecimiento del país sin crear puestos de trabajo o, lo que es peor, dejar a algunos sin trabajo por completo.
Bharat Ramamurti, que fue asesor del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca bajo la presidencia de Joe Biden, dijo que era poco probable que la IA pudiera ser "fabulosa para la economía" y, al mismo tiempo, dejar el mercado laboral completamente intacto.
"Una cosa lleva a la otra", afirmó.
Por ahora, los datos económicos no reflejan despidos masivos a causa de la IA. Sin embargo, un número cada vez mayor de investigaciones sigue apuntando a las formas en que la tecnología puede remodelar la fuerza laboral, en particular para los estadounidenses más jóvenes, incluidos los recién graduados universitarios.
Un estudio del Banco de la Reserva Federal de Nueva York reveló que las empresas de la región que adoptaban la IA habían optado en su mayoría por reciclar a sus trabajadores, en lugar de despedirlos. Sin embargo, lo más llamativo fue la lentitud con la que estas empresas contrataban nuevos trabajadores. En agosto, aproximadamente el 25 por ciento de los encuestados afirmó que tenía previsto reducir la contratación en los siguientes seis meses, sobre todo para puestos que requerían estudios universitarios.
El informe del Banco de la Reserva Federal de Nueva York coincidía con datos recientes de investigadores como Erik Brynjolfsson, profesor de la Universidad de Stanford, quien descubrió que la adopción de la IA reducía de manera desproporcionada el empleo de los trabajadores de entre 22 y 25 años en sectores que se verían muy afectados por la tecnología.
En la Casa Blanca, Hassett ha afirmado en numerosas ocasiones que la IA aumentará, y no sustituirá, el trabajo humano, por lo que básicamente funcionaría como un "gran entrenador" para los trabajadores.
Sin embargo, Hassett ha rechazado en gran medida la idea de que la IA pueda aumentar de manera considerable el número de desempleados, y este mes declaró en un momento dado que no "preveía pérdidas masivas de puestos de trabajo". Otros funcionarios de la Casa Blanca han hecho eco de esa opinión y, el martes, uno de los asesores del presidente pareció animar a los trabajadores en riesgo de desplazamiento a buscar otro empleo, quizás en fábricas o en la industria manufacturera.
"En la era de la IA, en la que todos los empleos de oficina están desapareciendo muy rápidamente, creo que tal vez sea un buen momento para que la gente piense en tener buenos empleos obreros", declaró Peter Navarro, el principal asesor comercial del presidente, a la CNBC. "Así es como prosperó Estados Unidos".
El efecto de la IA en el empleo ha suscitado un gran interés en la Reserva Federal, cuya misión es fomentar un mercado laboral saludable y mantener la inflación baja y estable.
En una entrevista, Lisa Cook, gobernadora del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos, afirmó que la IA podría tener un "efecto positivo" en los esfuerzos del banco central para combatir la inflación. Eso dependería de que las recientes ganancias de productividad siguieran aumentando en lugar de disminuir.
"Pienso en la historia de la tecnología, la invención y la innovación, y veo tanto ventajas como desventajas", señaló Cook sobre las implicaciones económicas de la IA en términos más generales. Añadió que estaría "atenta al impacto que tendrá en la fuerza laboral".
"Estamos observando esto muy de cerca", afirmó.
Lo mismo hacen otros funcionarios del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos, como Christopher Waller, un gobernador que advirtió, en un discurso pronunciado en octubre, de una "inconsistencia temporal entre los costos y los beneficios" de la IA.
"Las perturbaciones llegan primero; los beneficios tardan en aparecer", afirmó. "Cuando surge una nueva tecnología, siempre es más fácil ver los puestos de trabajo que quizá desaparecerán, pero es mucho más difícil ver los que se crearán".
"Mucha palabrería"
Hace aproximadamente tres décadas, el gobierno de Estados Unidos se encontró en otro punto de inflexión digital, al lidiar con las formas impredecibles en que la tecnología podía remodelar la economía. Era el amanecer de la era del internet y, con la economía en auge, la Reserva Federal subió drásticamente los tipos de interés en el año 2000.
Esto contribuyó en última instancia al estallido de la burbuja puntocom, que puso de manifiesto la inestabilidad económica de los inicios de internet. El estallido acabó con marcas ahora infames como Pets.com, provocó la caída de los mercados financieros y sembró algunas de las condiciones que más tarde llevarían a la economía estadounidense a una recesión.
Algunos economistas ven ahora similitudes preocupantes entre esa recesión y la trayectoria actual de la IA. Aunque los gigantes tecnológicos actuales, como Facebook, Microsoft y Google, son empresas mucho más rentables y diversificadas que sus predecesoras de los inicios del internet, algunas han contraído deudas sustanciales y han llegado a acuerdos financieros inusuales para financiar los centros de datos que alimentan la automatización.
Esas tres empresas, que pertenecen a un grupo de gigantes tecnológicos conocidos como "hiperescaladores", emitieron más de 121.000 millones de dólares en deuda este año, en parte para financiar centros de datos, según un informe de diciembre de BNY Mellon. Su comportamiento y el precio de sus acciones crean condiciones que "riman con burbujas anteriores", escribieron los analistas de Goldman Sachs en octubre, al reconocer que la situación con la IA no era exactamente la misma, al menos por ahora.
"A corto plazo, hay mucha palabrería en cuanto a la IA", dijo Hubbard, quien reconoció que las inversiones en los primeros días del internet dieron sus frutos, incluso una vez que la recesión remitió. "Eso también puede suceder aquí".
Aun así, la Casa Blanca ha mostrado poca preocupación por las inversiones que han realizado las empresas de IA o por la forma en que las han financiado. Un funcionario, que habló bajo condición de mantener su anonimato, dijo que el único riesgo para los mercados sería, en realidad, la imposición de cualquier tipo de restricción a la IA, ya que ese tipo de límites podrían ralentizar el crecimiento económico.
Este mes, Trump firmó una directiva que restringía a los estados la imposición de sus propias regulaciones sobre la tecnología, una medida que rápidamente suscitó la oposición bipartidista. Algunos estados habían intentado aprobar leyes dirigidas a la IA generativa, que puede crear textos, fotos y videos a partir de indicaciones, por temor a que el contenido realista pudiera resultar perjudicial para los usuarios.
"El riesgo de una burbuja aumenta si el entorno político es más desfavorable para los fundamentos de la industria y la demanda de toda la economía que está impulsando su crecimiento", añadió el funcionario de la Casa Blanca.
El gobierno de Trump ha mantenido públicamente que no acudirá al rescate si las empresas tecnológicas que invierten enormes sumas en inteligencia artificial experimentan turbulencias financieras. La cuestión surgió después de que un ejecutivo de OpenAI, el fabricante de ChatGPT, reflexionara en voz alta sobre un posible "respaldo" federal, en un momento en que la empresa se enfrenta a preguntas de los inversionistas sobre sus finanzas.
Eso llevó a Sacks a declarar en las redes sociales: "No habrá rescate federal para la IA. Estados Unidos tiene al menos cinco grandes empresas pioneras en este campo. Si una fracasa, otras ocuparán su lugar".
Darrell M. West, investigador sénior que estudia la IA en la Brookings Institution, dijo que sería "poco realista" que el gobierno no hiciera nada si los gigantes tecnológicos más rentables del país flaquearan. Si sus centros de datos, cargados de deuda, quedaran sin utilizar y las empresas tecnológicas sufrieran déficits abrumadores, "podría pasar de ser una crisis menor a una crisis grave".
Sin embargo, West afirmó que, por ahora, Trump había dedicado gran parte de su tiempo a "estimular el mercado de la IA, promocionarlo, llevar a los líderes a todos sus viajes al extranjero y desregular las normas sobre IA", además de disuadir a los estados de tomar sus propias medidas, lo que, según él, aumentaría el riesgo "de manera dramática".
"La IA es demasiado grande para fracasar, por lo que es muy importante que el gobierno aprenda las lecciones de las burbujas del pasado", afirmó. "No sabemos si estamos en una burbuja, porque nadie lo sabe hasta que es demasiado tarde, pero sin duda hay muchas señales de alerta".
Stargate de OpenAI, el mayor proyecto de centro de datos de Estados Unidos, en Abilene, Texas, 7 de noviembre de 2025. (Scott Stephen Ball/The New York Times)
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