Un atardecer otoñal Yitzhak Rabin fue asesinado por el fundamentalista judío Yigal Amir, quien rechazaba el proceso de paz con Palestina y desde luego consideraba al adalid de los acuerdos de paz de Oslo un traidor. Su muerte selló para siempre el destino del Medio Oriente, ya que con él se marcharon todas las esperanzas de alcanzar acuerdos que llevaran a una paz duradera. Y hoy vemos con horror las consecuencias.
En 1948, cuando la India apenas tenía un año de haber nacido como nación, se produjo el asesinato de Mohandas Gandhi, ejecutado por Nathuram Godse, extremista hindú. El país se sacudía en la violencia de la partición entre India y Pakistán y la desaparición de Gandhi significó el congelamiento de la secularización de la India, con las secuelas de explotación, violencia y abuso sobre la clase Dalit o intocable. Mucho tiempo después, la diáspora India retomaría el sendero para lograr de manera paulatina el laicismo y la incorporación de los Dalit al progreso.
En 1968, Martin Luther King Jr. fue asesinado en Memphis, Tennessee, ciudad profundamente anti-integración racial. Su muerte hundió a los Estados Unidos en una ola de violencia sin parangones históricos. Su legado, sin embargo, construyó una sólida base para la integración racial.
Hoy hemos presenciado con estupefacción el asesinato de Charlie Kirk, significativo líder de lo que se ha dado por denominar la cultura MAGA en los Estados Unidos. Kirk era seguido por verdaderas hordas de jóvenes que encontraban en él las dotes de la claridad de sus mensajes; la pasión por la libertad y el rechazo absoluto a las estructuras de gobierno que, según él, le habían robado al ciudadano su capacidad para regirlo. Para Kirk, la cultura occidental es la tabla de salvación de un mundo pervertido que ha llevado a miles de seres humanos a la miseria y la drogadicción. La globalización ha robado los empleos a los ciudadanos estadounidenses y la familia está sometida a presiones culturales destructivas cuando se ensalza la homosexualidad y se defiende el aborto. Y este credo Kirk lo construyó y divulgó mucho antes de la aparición de Donald Trump en escena. De hecho, Kirk fundó Turning Point, la plataforma de difusión de su pensamiento cuando apenas tenía 18 años.
Y es Donald Trump quien le busca para que lo apoye en su carrera política. Kirk quedó convencido de que solo alguien como Trump podría poner fin a la fiesta del crecimiento descontrolado de la inmigración y del aparato estatal norteamericano; la expansión incontrolada de la deuda y el regalo del comercio exterior a todas las naciones del mundo. Y fue una vez convencido de ello que decidió apoyar las aspiraciones de Donald Trump.
Surge entonces la pregunta sobre cuáles son los orígenes del credo de Kirk. Estos se encuentran en la mayor destrucción que haya ocurrido en Occidente de una clase media luego de la Segunda Guerra Mundial. Con anterioridad a este holocausto, dos guerras consecutivas destruyeron la clase media alemana, llevando a muchos de sus miembros al suicidio. Y si bien algo de esa magnitud no ha sucedido en Estados Unidos, lo cierto es que existe un doce por ciento de la población que fue echada a la miseria por la sucesión de crisis económicas en apenas dos decenios. En efecto, en el 2000 estalló la burbuja de la internet que destruyó cinco millones de millones de dólares en capitalización del mercado. Buena parte de los ahorros de la clase media norteamericana se esfumaron. Luego, en el 2008, estalló la burbuja de las hipotecas que hizo desaparecer 10 millones de millones en activos de los hogares e individuos. Y por si estas crisis fueran poco, en el 2001 los estadounidenses vieron aterrorizados cómo Las Torres del World Trade Center desaparecían bajo un ataque terrorista sin precedentes. El resultado fue que aproximadamente el 12% de la clase media norteamericana se volvió pobre y que el 40% de la población calificara al aparato estatal como una carísima inutilidad incapaz de regular la economía y protegerles de los enemigos. Surgen así los cimientos de la ideología antiglobalización y anti gobierno fuerte.
Charlie Kirk fue quizás el mejor vocero de esta ideología que esconde el sufrimiento de un pueblo que había creído que su territorio era inviolable y que su prosperidad sería eterna. Y mientras dure la recomposición de la economía norteamericana y el crimen organizado haga de las suyas con el comercio de drogas, de seres humanos y de artículos copiados, el credo denominado MAGA tiene asideros en una realidad hosca y castigadora para muchos norteamericanos. De esta experiencia podría surgir un retorno a las raíces de la formación del estado norteamericano donde el poder reside en el pueblo, quien elige e imparte directrices políticas a sus gobernantes. Y esto comienza en los ayuntamientos y termina en Washington D.C. Pero también podría surgir un grave conflicto en la medida que MAGAS y anti MAGAS decidan tomar el camino de la violencia.
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