No todo es miel: la desaparición de las abejas, su impacto en la agricultura y cómo revertirlo

La mayoría de los apicultores coinciden en la importancia de crear un entorno que sustente tanto a las abejas como a su labor. Ellos arguyen que las abejas son sus aliadas y mayor inversión.

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Para Perú, las abejas son los polinizadores más eficientes de paltos y arándanos. Foto: Andina
Para Perú, las abejas son los polinizadores más eficientes de paltos y arándanos. Foto: Andina

Si las abejas desaparecieran podríamos perder todas las plantas que estas polinizan, y con ello también desaparecerían todos los animales que comen dichas plantas y así sucesivamente hasta llegar a la cima de la cadena alimenticia donde nos encontramos los seres humanos. Dicho de otra forma, un mundo sin abejas haría peligrar la alimentación de una población mundial que hoy por hoy bordea los 8 mil millones de personas.

La producción de alimentos a nivel mundial y la biodiversidad dependen en gran medida de la polinización, la cual es un proceso natural que permite que gracias a las abejas se fecunden las flores y estas den frutos y semillas. Las mariposas, murciélagos, colibríes y abejas son algunos de los grandes responsables de este proceso. Sin embargo, actualmente sus poblaciones están disminuyendo de manera vertiginosa. En el caso específico de las abejas, algunos científicos advierten que su población viene cayendo a un ritmo alarmante. Esto se debería, según advierten, a la disminución de flores y al uso de pesticidas. Asimismo, otras teorías apuntan a que esta desaparición está vinculada al omnipresente cambio climático.

La relación ser humano-abeja

Los melitólogos o también conocidos como más informalmente como “abejeros”, calculan que el ser humano comenzó a criar abejas allá por el año 20,000 a. C. Incluso se cree que la apicultura o crianza de abejas (para la obtención de cera o miel) posiblemente sea anterior a los albores de la agricultura la cual tuvo lugar hace unos 12.000 años. Del mismo modo, es muy probable que la apicultura haya hecho, literalmente, florecer la actividad agrícola. En este sentido, y a modo de poner ese período de tiempo en perspectiva, se estima que la temperatura global promedio hace 22,000 años era 1.66 grados Celsius más fría que la actual, debido a la presencia de capas de hielo que en esa época cubrían gran parte de América del Norte. Varios expertos apuntan que un aumento en la temperatura global guardaría relación con la caída poblacional de las abejas.

Las abejas y la agricultura

Las abejas polinizan cerca de un tercio de los cultivos que comemos, razón por la cual estos insectos juegan un papel vital en el mantenimiento de los ecosistemas del planeta. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), las abejas polinizan cerca del 70% de las 100 especies de cultivos que proporcionan el 90% de los alimentos del mundo. Por otro lado, aproximadamente el 60% del volumen total de alimentos cultivados en todo el mundo no requiere polinización animal. En esta categoría se encuentran muchos alimentos básicos, como el trigo, el arroz y el maíz, los mismos que conforman el grupo de 28 cultivos que no requieren la ayuda de estos insectos debido a que se “autopolinizan” con la ayuda del viento. Esos alimentos constituyen una enorme proporción de la ingesta calórica humana en todo el mundo. Sin embargo, dentro de los 87 cultivos que usan polinizadores animales, existen diversos grados de dependencia según cada planta. Por ejemplo, 13 variedades de plantas dependen absolutamente de la polinización animal, mientras que a otras 30 variedades se les considera “altamente dependientes.”

¿Qué ocurriría si hubiera un apocalipsis apícola?

Es importante mencionar que, si las abejas desaparecieran completamente del planeta, los seres humanos ciertamente no se extinguirían. Lo que si sufriría un drástico cambio sería nuestra dieta. En otras palabras, la variedad de alimentos disponibles disminuiría de forma considerable, mientras que el costo de ciertos productos claramente aumentaría (en algunos casos, significativamente). Por ejemplo, todavía tendríamos café sin abejas, pero este producto se volvería extremadamente caro y altamente escaso. Cabe señalar que, en el caso de la flor del café, esta solo está abierta para la polinización durante tres o cuatro días. Si no pasa ningún insecto en ese breve lapso, la planta no será polinizada. Hay muchos otros ejemplos: las manzanas, las paltas, las cebollas y varios tipos de bayas. Todas ellas dependen en gran medida de las abejas para la polinización. Por su parte, la desaparición de las abejas melíferas (aquellas que producen miel) o incluso una caída sustancial de su población, haría que esos alimentos escasearan. Nuevamente, la humanidad sobreviviría, pero la tasa de producción de vegetales decrecería; además le diríamos adiós a la miel, un producto tan saludable como delicioso.

La agricultura industrial también ha traído consigo nubes de pesticidas que están literalmente arrasando con las abejas en masa. Foto: Andina
La agricultura industrial también ha traído consigo nubes de pesticidas que están literalmente arrasando con las abejas en masa. Foto: Andina

Trastornos ecológicos y acciones paliativas

Para estos polinizadores, la dinámica urbano-rural se ha invertido en muchos sentidos. Es decir, con la expansión de la agricultura industrializada, los monocultivos como el trigo y el maíz han reemplazado a los bosques de diversas plantas con flores, eliminando así la fuente de alimento de las abejas. La agricultura industrial también ha traído consigo nubes de pesticidas que están literalmente arrasando con las abejas en masa. Esto ocurre en muchos países en desarrollo, donde los costos de ciertos pesticidas son más baratos, pero más nocivos también.

Pero, por extraño que parezca, los jardines urbanos, en cuyos espacios pueden crecer diferentes cultivos, se cuidan a mano y no requieren maquinaria pesada. Esta práctica urbana permitirá la restauración sostenida y gradual de las poblaciones de abejas. Al respecto, diversos especialistas concuerdan que la diversidad de abejas en las ciudades en realidad tendría el potencial de ser mucho mayor que en las áreas rurales circundantes. ¿La razón?: ciertas ciudades pueden devenir refugios para estos pequeños grandes polinizadores. Aquí otro dato interesante: según los entomólogos (o estudiosos de los insectos) la vida útil de una abeja está asociada con la cantidad de veces que este insecto bate sus alas. Por ende, la duración de la vida de una abeja está determinada por lo duro que trabaja. Esto quiere decir que cuanto más lejos tenga que volar para encontrar comida, más corta será su vida. He ahí la razón de los jardines urbanos.

Apoyando a los apicultores y regulando los pesticidas

La mayoría de los apicultores coinciden en la importancia de crear un entorno que sustente tanto a las abejas como a su labor. Ellos arguyen que las abejas son sus aliadas y mayor inversión. Resaltan que se pueden tener los mejores árboles, los mejores suelos y el mejor clima, pero si no tienen abejas, estos no sirven de nada. Es por esta razón que muchos países exportadores de alimentos se han dado cuenta de la importancia de fiscalizar y regular el uso de pesticidas. Como resultado, muchos gobiernos han publicado una serie de leyes apícolas con el objetivo velar por el cuidado y el desarrollo de las abejas. De igual manera, existen normas que actualmente están promoviendo la adquisición de varios productos amigables con estos importantes polinizadores.

Situación de la apicultura en el Perú

En el caso del Perú, datos del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), en nuestro país existen más de 40,000 productores apícolas que trabajan la miel de abeja en aproximadamente 300,000 colmenas a nivel nacional. Por sus características geográficas, diversidad de climas y de flora, el Perú ofrece gran variedad de tipos de productos apícolas, sobre todo de naturaleza multiflora. Según data del Censo Nacional Agropecuario (Cenagro) las regiones con mayor cantidad de colmenas y producción de miel son Cusco (11%), La Libertad (10 %), Junín (9 %), Lima (8 %) y Apurímac (7 %).

Asimismo, en noviembre del presente año la Conapi (Confederación Nacional de Apicultores del Perú), organizará el XV Congreso Latinoamericano de Apicultores Perú 2022, en la ciudad del Cusco. Los objetivos de este evento son (1) convertir a los apicultores del país en productores sostenibles con acceso al mercado; (2) mejorar sus ingresos económicos; y (3) generar alimentos de la más alta calidad.

Para nuestro país las abejas son los polinizadores más eficientes de paltos y arándanos. Recordemos que el Perú es el segundo productor mundial de palta. Por su parte, las impresionantes cifras que vienen logrando las exportaciones peruanas de arándanos, permitiría a este producto nacional no solo consolidar su actual segunda posición a nivel global, sino que, en un futuro, tentar el primer lugar desplazando para ello a los Estados Unidos de Norteamérica.

En resumen, resulta, pues, necesario lograr un compromiso conjunto con acciones concretas y medibles, articulando para ello la labor del Estado, las universidades, los institutos, la agroindustria y la agricultura campesina. Solo de esta forma se puede robustecer y fomentar una cadena productiva de apicultores. Sin embargo, esto debe hacerse de manera responsable y sostenible para lograr un crecimiento de colmenas y consiguiente consolidación de la agroindustria a futuro en el Perú.

infobae

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