La renuncia de Evo Morales es una oportunidad para Venezuela

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Evo Morales y Nicolás Maduro (REUTERS/Marco Bello/File Photo)
Evo Morales y Nicolás Maduro (REUTERS/Marco Bello/File Photo)

Siguiendo de cerca a la gente de la campaña de Bolivia, varias aristas saltaban a la vista, hasta para ellos mismos, haciendo que por primera vez tuvieran serias dudas de que Evo Morales realmente pudiera ganar esta elección. De alguna manera se veía como que el proceso estaba agotado y su liderazgo, debilitado, y que no tenían nuevas ideas para renovarlo y convertirlo en una victoria. Más que nada porque creían que al hacerlo bien económicamente, y Evo pertenecer a la etnia dominante, no había dudas de que iba a triunfar…y por mucho.

La misma soberbia del poder que le generó “puntos ciegos” a Macri, Piñera y Moreno, por no mencionar la sorpresa electoral para Duque, es la que le afectó a Morales y le impidió ver, hasta que fue tarde, que si no renovaba radicalmente su oferta, podría perder el poder. Por increíble que parezca, Macri y Morales, fueron víctimas del mismo síndrome del cambio en las expectativas que no supieron, ni anticipar, ni interpretar. Y por lo que escucho en Argentina, en Chile y en Bolivia, aun no tienen claro cómo moverse y cómo responder. Hay varios ángulos para evaluar el caso boliviano:

- Había un vacío de fondo que ponía en riesgo su legitimidad, que fue el referéndum que le negaba la posibilidad de reelegirse. Al “salirse con la suya”, Morales desilusionó a mucha gente, no tanto por los votos que pudiera o no, sacar, sino por haber roto las reglas del juego que para ellos, un pueblo primordialmente indígena y de principios, le quitó la esencia de la fuerza que lo llevó al poder hace 14 años, y que se le fue renovando. Y sin esa fuerza, todo lo demás era política de la común, y ya Evo había dejado de ser “especial” para ellos

- Todo eso confirmado por el blackout de conteo la noche de las elecciones, más las dudas sobre los números, que compartía hasta su propia gente, y que quedaron plasmados en los resultados preliminares negativos de la auditoría de la OEA, órgano que había apoyado a través de Almagro a la gestión de Morales, tal vez por ser ambos dirigentes de izquierda y latinoamericanos que, que como se sabe, siempre se apoyan entre ellos. Cuando Evo convoca nuevas elecciones, ya el daño era irreversible, ya sea que los militares hubieran hablado, o que no.

- Otra razón, también extensible a otros gobiernos de izquierda, es que en general se concentran en atender a los pobres, pero impidiéndoles que dejen de serlo. Y esto es así porque no están preparados para lidiar con las clases medias. Cada pobre, indígena o no, que deja de serlo, comienza a tener aspiraciones, que esos mismos gobiernos no pueden atender. Curiosamente, el buen trabajo que hizo Evo sacando gente de la pobreza le fue quitando simultáneamente sus votos, porque ya no tenía proyecto para ofrecerle.

- El manejo de los tiempos de gobierno, que son lentos y burocráticos, versus los tiempos de la gente que cada vez más, indígenas o no, son más rápidos impulsados por la tecnología, los lleva a perder la paciencia y a saturarse de los discursos políticos tradicionales. Cuando un político se para sobre una tarima y comienza los gritos enfatizando la última palabra de cada frase, automáticamente pierde una cantidad importante de electores jóvenes que preferirían enterarse por un hilo de Twitter. Esos discursos producen rechazo.

- Recuperar esa legitimidad, que le devuelvan la credibilidad a un jefe indígena, ya no será por los medios tradicionales o las mentiras de Estado, sino que dependerá de cómo maneje su renuncia, según sus propios ritos, y cómo reconozca sus errores, que curiosamente, salvando las distancias entre la riqueza de Chile y la pobreza de Bolivia, estos últimos lo estaban haciendo bien en lo económico, y lograron sacar a mucha gente del abandono clásico de los pueblos ancestrales de nuestra América Latina. Evo podrá pasar a la historia como el primero de su estirpe, en la etapa post hispánica, que logra respeto y participación en el concierto de las naciones; o bien si se pliega a la matriz de los resentidos Lula, Lugo, Dilma y Correa, no solo no logrará el reconocimiento que se merece, sino que podría terminar en el fondo de la historia.

- Si fue o no un golpe o si fue una renuncia, lo veremos en las próximas horas, si se mantiene la línea constitucional y el vicepresidente Linera asume el poder y llama a elecciones en los plazos correspondientes; o, por el contrario, si detienen al presidente, rompen la legalidad y los militares toman el poder. Quiero creer que la democracia ya se asentó en ese país, y que lo razonable sería volver a llamar a elecciones, las cuales debería perder cualquier seguidor de Evo, no solo por las razones anteriores, sino también porque, en su misma soberbia, que lo hacía verse a sí mismo como eterno e indispensable, no preparó a nadie para sustituirlo y con el solo puntaje que ya sacó Mesa, podría la oposición, hacerse del poder en una próxima elección. Si lo hacen bien y a derecho, es posible que la oposición continúe en el poder; pero si lo hacen por un golpe, seguramente, a la vuelta de un tiempo, aparecerá otro Evo que tomará el poder por las malas, y sería un retroceso brutal tanto para ese país, como para la región.

El país que se verá más impactado por estos sucesos será Venezuela, tanto sobre la masa opositora -70% de la gente- dándole impulso positivo y aliento a la próxima marcha convocada por Guaidó para el 16N como sobre la base chavista, que no está muy contenta con la gestión del gobierno, porque principalmente ellos la están pasando mal, y aunque su corazón esté con el chavismo, su estómago está con un cambio. Pero si la oposición boliviana se encamina por el lado de la venganza y persigue a los seguidores de Evo, no solo durarán poco en el poder, sino que le darán un mensaje cruzado al chavismo venezolano, de que ni se les vaya a ocurrir entregar el poder, porque serán perseguidos, logrando en ese caso el efecto opuesto, y se compactarán alrededor del chavismo, ya sea que les guste o no la gestión de gobierno. Si en vez de esperar al 16, el pueblo venezolano, chavistas y opositores, se autoconvocaran en una protesta masiva genuina y pacífica, en contra de la falta de luz, agua, gas, alimentos, medicinas y salud, inseguridad, inflación, desempleo y pérdida de vidas por razones que no debieron ser causa de muerte, entonces sí podrían tener éxito y convertirse en el cisne negro del que todos hablábamos. Ahora, si la del 16N es una marcha más de las tantas que se han realizado hasta ahora, entonces el resultado será el que tuvieron las marchas anteriores: Maduro sigue en el poder y Guaidó sigue en la oposición.

El autor es economista y consultor gerencial, presidente de la firma NTN-Consultores