Tensión en Yemen: la fractura entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos redefine el equilibrio de poder en el Golfo de Adén

El reciente bombardeo saudí sobre Mukalla y la retirada emiratí subrayan la crisis en la coalición regional, abriendo un nuevo capítulo de competencia e incertidumbre para el futuro político y territorial de Yemen

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El bombardeo de Arabia Saudita
El bombardeo de Arabia Saudita en Mukalla intensifica el conflicto en Yemen y agrava la crisis de seguridad en el Golfo Pérsico. Reuters

El conflicto en Yemen experimentó una nueva escalada cuando Arabia Saudita bombardeó este martes la ciudad portuaria de Mukalla. El objetivo de este ataque, según fuentes regionales, fue una remesa de armas enviada desde Emiratos Árabes Unidos (EAU) destinada a las fuerzas separatistas del Consejo de Transición del Sur (STC). Mukalla, situada en una ruta comercial internacional clave, se convierte así en un punto central cuyo control puede tener consecuencias para la seguridad en el Golfo Pérsico.

La reacción de los EAU no se hizo esperar, y tras el bombardeo, anunciaron la retirada de sus fuerzas del territorio yemení. Esta decisión, aunque significativa desde el punto de vista simbólico y político, no implica necesariamente un cese del respaldo militar y financiero que los EAU proporcionan al STC, que sigue siendo su principal aliado en el sur del país.

El ataque saudí a Mukalla marca un momento de tensión inédita entre dos actores que hasta hace poco tiempo actuaban coordinados en Yemen como parte de una coalición contra los rebeldes hutíes. Este incidente, además de poner de manifiesto la competencia creciente entre Riad y Abu Dabi por la influencia en Yemen, introduce un factor de inestabilidad en una guerra que ya ha desplomado la economía y exacerbado la crisis humanitaria.

La intervención saudí no solo responde a la preocupación de que el envío de armas fortalezca aún más a los separatistas sureños, sino que también representa una advertencia directa a Emiratos Árabes Unidos sobre los límites de su apoyo al STC. Arabia Saudita ha manifestado que cualquier amenaza a su seguridad nacional constituye una línea roja y que está dispuesta a tomar todas las medidas necesarias para neutralizar riesgos percibidos en su frontera sur.

La retirada emiratí, aunque presentada como un movimiento estratégico, no altera de fondo la relación de apoyo con el STC. Las autoridades emiratíes han sostenido que la integridad territorial y el destino político de Yemen deben ser decididos por los propios yemeníes, lo que reitera su disposición a respaldar a las fuerzas separatistas, mientras que, a nivel diplomático, mantienen un discurso de autodeterminación y no injerencia directa.

Avance del Consejo de Transición del Sur (STC) y control de provincias clave

La gente sostiene una pancarta
La gente sostiene una pancarta con imágenes del presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, y el príncipe heredero y primer ministro Mohammed bin Salman de Arabia Saudita durante una manifestación organizada por el principal grupo separatista de Yemen, el Consejo de Transición del Sur (STC), en Adén, Yemen, el 21 de diciembre de 2025. REUTERS/Fawaz Salman

El Consejo de Transición del Sur (STC), respaldado por Emiratos Árabes Unidos, ha protagonizado un avance decisivo en el sur de Yemen durante las últimas semanas. Esta organización, que agrupa a movimientos separatistas con el objetivo de restaurar la independencia del antiguo Sur de Yemen, consolidó su control sobre extensos territorios, incluyendo provincias de gran importancia estratégica y económica.

Las fuerzas del STC se apoderaron de la mayor parte de las provincias de Hadramout y Mahra. En Hadramout, el grupo tomó el control de instalaciones clave como PetroMasila, la mayor compañía petrolera del país, después de enfrentamientos breves con fuerzas gubernamentales y sus aliados tribales. Esta ofensiva se produjo en un contexto en el que la Alianza Tribal de Hadramout, apoyada por Arabia Saudita, había ocupado temporalmente las instalaciones petroleras para presionar por una mayor participación en los ingresos del crudo y mejoras en los servicios públicos locales.

La rápida expansión del STC incluyó también la toma de la provincia de Mahra, en la frontera con Omán, y el control de un paso fronterizo estratégico entre ambos países. En la ciudad de Adén, el grupo separatista, con apoyo emiratí, ocupó el palacio presidencial, sede del Consejo de Liderazgo Presidencial, órgano de gobierno reconocido internacionalmente.

Las fuerzas de seguridad leales
Las fuerzas de seguridad leales al separatista Consejo de Transición del Sur portan armas en la parte trasera de vehículos durante su despliegue en la ciudad portuaria de Adén, en el sur de Yemen. REUTERS/Fawaz Salman

El avance del STC no solo modificó el equilibrio de poder en el sur de Yemen, sino que también desafió la alianza anti-hutí, exacerbando las tensiones con el gobierno yemení y sus aliados tribales. El control de puertos, zonas petroleras y pasos fronterizos proporciona al STC influencia política y capacidad de negociación en eventuales conversaciones para definir el futuro del país.

La consolidación territorial del STC fue facilitada por la retirada de tropas saudíes de bases en Adén, enmarcada en una política de “reubicación estratégica” impulsada por Riad. Como respuesta, Arabia Saudita realizó bombardeos en Hadramout, interpretados por analistas como una advertencia al STC para frenar su expansión y abandonar las provincias recientemente ocupadas.

Este avance ha fortalecido la posición del STC de cara a futuras negociaciones, ya que el control efectivo de la mayor parte del sur de Yemen y de sus recursos energéticos les otorga poder de veto y capacidad para exigir autonomía o la restauración de un Estado independiente en el sur.

La guerra civil en Yemen

La ofensiva saudí marca una
La ofensiva saudí marca una ruptura en la coalición anti-hutí, alimentando la competencia geopolítica entre Riad y Abu Dabi en Yemen. Reuters

El conflicto que asola Yemen tiene sus raíces en una crisis que se remonta a 2014, cuando el movimiento hutí, alineado con Irán, avanzó desde su bastión en Saada, en el norte del país, y tomó la capital, Saná. Este acontecimiento forzó al gobierno reconocido internacionalmente a exiliarse, marcando el inicio de una etapa de enfrentamientos armados a gran escala. La entrada de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos en 2015, al frente de una coalición, buscó restaurar al gobierno derrocado y frenar el avance hutí, intensificando la dimensión regional del conflicto.

La guerra civil yemení se ha caracterizado por una compleja red de lealtades y rivalidades sectarias, así como por la intervención de actores regionales con intereses contrapuestos. Los hutíes consolidaron su dominio sobre las zonas más pobladas, incluida la capital, mientras que el sur del país quedó bajo la autoridad de una coalición de fuerzas leales al gobierno, respaldadas por Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Esta división territorial agravó la fragmentación política y social del país.

El surgimiento del Consejo de Transición del Sur (STC) en 2017 añadió un nuevo actor al tablero. Este grupo, fundado como paraguas de organizaciones separatistas con aspiraciones de restaurar la antigua República Democrática Popular de Yemen (existente entre 1967 y 1990), recibió apoyo militar y financiero crucial de Emiratos Árabes Unidos. El STC se consolidó como la fuerza dominante en el sur, acumulando influencia y recursos, y reclamando el derecho de autodeterminación para la región.

El Consejo de Transición del
El Consejo de Transición del Sur, apoyado por los EAU, consolida su control sobre provincias estratégicas y recursos petroleros en el sur de Yemen. Reuters

Durante los últimos años, el conflicto derivó en una situación de estancamiento. Un acuerdo informal entre los hutíes y Arabia Saudita en 2022 redujo la intensidad de los enfrentamientos directos y las campañas aéreas, aunque la crisis humanitaria y el colapso económico persistieron. La relativa calma existente hasta hace pocas semanas se ha visto interrumpida por la ofensiva del STC y la reacción saudí, reavivando la violencia y evidenciando la fragilidad de cualquier equilibrio logrado.

El desarrollo de la guerra civil en Yemen ha tenido consecuencias devastadoras para la población. El prolongado enfrentamiento ha generado una de las peores crisis humanitarias del mundo, con millones de personas desplazadas, escasez de alimentos y servicios básicos, y una economía colapsada por años de conflicto, bloqueo y destrucción de infraestructuras.

Implicaciones regionales y posibles escenarios futuros

Una vista de dron muestra
Una vista de dron muestra a personas asistiendo a una manifestación organizada por el principal grupo separatista de Yemen, el Consejo de Transición del Sur (STC), en Adén, Yemen, el 21 de diciembre de 2025. REUTERS/Fawaz Salman

La escalada entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos en Yemen repercute más allá de las fronteras del país, afectando el delicado equilibrio geopolítico en el Golfo y el mar Rojo. El enfrentamiento abierto entre ambos actores siembra incertidumbre sobre la estabilidad de la región y podría desencadenar una reconfiguración de alianzas y estrategias en otros frentes.

Uno de los principales riesgos es la posibilidad de que la fractura entre Riad y Abu Dabi derive en una guerra civil dentro del propio sur de Yemen, donde facciones rivales podrían disputar el control de territorios y recursos. Además, la falta de consenso sobre el futuro político de Yemen impide avanzar hacia una solución negociada que ponga fin a la guerra civil. El apoyo continuo de los EAU al STC y la negativa saudí a aceptar la independencia del sur auguran un periodo de inestabilidad prolongada.

El conflicto también puede extenderse a otros escenarios donde ambos países tienen intereses contrapuestos, como Sudán y el Cuerno de África. La rivalidad y la competencia por el control de rutas marítimas y accesos comerciales estratégicos podrían intensificarse, generando tensiones adicionales en áreas ya marcadas por la volatilidad.

Para los hutíes, el distanciamiento entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos representa una oportunidad. La división entre sus principales adversarios les permite consolidar posiciones y reducir la presión militar sobre sus territorios, en un momento en el que el conflicto parecía encaminado a una relativa contención. Observadores internacionales apuntan a que los hutíes podrían aprovechar la fragmentación de la coalición anti-hutí para reforzar su control en el norte y aumentar su influencia en el panorama político nacional.

A nivel diplomático, la reacción de las potencias occidentales ha sido contenida. Aunque existe un respaldo tácito a la integridad territorial de Yemen y a la continuidad de un Estado unitario, los gobiernos occidentales han evitado pronunciamientos directos contra Emiratos Árabes Unidos y han apostado por respuestas prudentes. Esto podría dificultar la formación de consensos internacionales en torno a cualquier salida negociada o intervención de mediación.

La situación en Yemen, lejos de avanzar hacia una resolución, se adentra en una fase de incertidumbre, con múltiples actores locales y regionales persiguiendo objetivos divergentes. La competencia entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, la consolidación del STC en el sur y la persistencia de los hutíes en el norte configuran un escenario donde el futuro del país depende de la evolución de las rivalidades regionales y la capacidad de las partes para negociar acuerdos viables.