En vísperas del desfile conmemorativo por el 80º aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, el régimen de China ha intensificado una campaña para redefinir el relato histórico del conflicto, minimizando el papel de Estados Unidos y resaltando su propia contribución junto a Rusia. Este esfuerzo, que se despliega tanto en la esfera política como en la cultural, busca consolidar una narrativa nacionalista en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas con Washington.
Durante una reunión previa al desfile, el jefe del régimen autócrata Xi Jinping recibió en Beijing a su homólogo ruso, Vladimir Putin, y subrayó la responsabilidad compartida de ambos países como “principales vencedores de la Segunda Guerra Mundial y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU”. Según las palabras de Xi recogidas en un video del encuentro, China y Rusia “demuestran plenamente su gran responsabilidad como potencias principales”, en una clara alusión a su papel central en la victoria aliada.
En los días previos a la celebración, académicos, medios y centros de pensamiento alineados con el Estado han restado importancia a la ayuda estadounidense durante la guerra, presentando a Estados Unidos como un actor movido por intereses propios, tanto en el pasado como en el presente. Un artículo de la revista Historical Review, vinculada a la Academia China de Historia y citado por The Washington Post, afirmó en su edición de agosto: “El propósito fundamental de la ‘ayuda’ estadounidense a China era proteger sus propios intereses en el país; de ningún modo se trató de una asistencia basada en una relación de igualdad”. Por su parte, el Instituto de Cultura Roja, de orientación nacionalista, publicó un comentario en el que sostenía: “Incluso sin la ayuda estadounidense... China habría tenido posibilidades de vencer [a Japón]”.
A tal punto llega la manipulación del régimen que incluso pretenden borrar parte de la propia historia china al tratar diluir el papel fundamental que tuvo en la resistencia Chiang Kai-shek, el líder nacionalista que gobernó China continental y combatió contra los comunistas hasta 1949 hasta trasladarse a Taiwán, donde los comunistas nunca gobernaron, de acuerdo a The Wall Street Journal.

Esta reinterpretación histórica ha permeado la cultura popular. Películas de gran presupuesto que dramatizan la participación china en la Guerra de Corea contra fuerzas estadounidenses, así como videos generados por inteligencia artificial que muestran a soldados de la Segunda Guerra Mundial asombrados ante la China contemporánea, han alcanzado amplia difusión en redes sociales. Un clip viral en Douyin —la versión china de TikTok—, en el que un soldado chino de la Segunda Guerra Mundial pregunta a un militar actual del Ejército Popular de Liberación si han ganado la guerra, ha acumulado cerca de 19 millones de “me gusta” y cientos de miles de comentarios emotivos.
No obstante, historiadores advierten que la ayuda estadounidense fue determinante para la supervivencia de China durante el conflicto. El país se encontraba parcialmente ocupado por Japón desde 1937, y la derrota nipona en 1945, tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki por parte de Estados Unidos, permitió la liberación del territorio chino. La rendición oficial de Japón en China se formalizó en una ceremonia en Nankín el 9 de septiembre de 1945.
Rana Mitter, profesor de la Harvard Kennedy School y autor de Forgotten Ally: China’s World War II, sostiene que “China y Estados Unidos se necesitaban mutuamente”. Según Mitter, “sin la resistencia continuada de China, Estados Unidos habría enfrentado un problema mucho mayor en la región Asia-Pacífico, y sin la asistencia financiera y el asesoramiento militar estadounidenses, a China le habría resultado mucho más difícil resistir hasta el final de la guerra”. El académico señala que, aunque la contribución china fue durante décadas subestimada en Occidente, actualmente el régimen chino selecciona los aspectos históricos que mejor se ajustan a sus necesidades políticas actuales. “No es necesariamente que los detalles sean incorrectos —a veces lo son, a veces no—, sino que se ensamblan para construir una historia que encaje con las necesidades del presente”, explica Mitter.
La visita de Putin a la capital de la autocracia china esta semana se produce después de que Xi Jinping viajara a Moscú en mayo para las conmemoraciones rusas de la victoria en la guerra. En esa ocasión, Xi escribió en un medio ruso que la “perspectiva histórica correcta” situaba a China y la Unión Soviética en el centro de los acontecimientos en Asia y Europa, omitiendo cualquier mención a Estados Unidos y sus aliados occidentales. Putin encabezará la delegación de los 26 países que asistirán al desfile del 3 de septiembre.
La ayuda estadounidense a China durante la guerra se canalizó principalmente a través del programa de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease), impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt para suministrar material bélico a países aliados sin involucrarse directamente en el conflicto, bajo la condición de un reembolso diferido. Según un memorando gubernamental enviado al Departamento de Estado en 1946, China recibió aproximadamente 700 millones de dólares en ayuda militar antes de la rendición japonesa, con asistencia adicional durante los meses posteriores. En total, Estados Unidos distribuyó más de 49.000 millones de dólares bajo este programa a cerca de 40 naciones.
La cooperación también incluyó la participación de pilotos voluntarios estadounidenses, conocidos como los Flying Tigers, que combatieron con éxito a la aviación japonesa en apoyo a China. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, Roosevelt envió al general Joseph Stilwell como asesor militar del entonces gobierno chino, nacionalista.
El auge del sentimiento patriótico se refleja también en la tecnología y el entretenimiento. Clips generados por inteligencia artificial y montajes dramáticos han revitalizado la memoria de la Segunda Guerra Mundial en las redes sociales chinas. Algunos videos, con millones de visualizaciones, critican abiertamente la narrativa occidental del conflicto y defienden el derecho de China a ser reconocida por su contribución tras años de “menosprecio” por parte de Occidente.
En el cine, las agencias gubernamentales han promovido intensamente “The Volunteers”, la tercera entrega de una exitosa franquicia sobre la Guerra de Corea, que este año llegará a las salas. Las dos primeras películas retrataron a los estadounidenses como enemigos poderosos, despiadados e ineficaces. Otro de los grandes éxitos de taquilla de este año, “Dead to Rights”, narra las atrocidades cometidas por las tropas japonesas durante la masacre de Nankín en 1937.
El impacto de estas producciones se extiende a la educación y la vida cotidiana. Zhou Yuanqing, taxista de 38 años en Changsha, relató que su hijo de 9 años vio la película con sus compañeros como parte de una actividad escolar de educación patriótica. “Volvió muy serio, diciéndonos a su madre y a mí que odia a los japoneses”, contó. Para Sing Chow, hongkonesa de 28 años que trabaja en una empresa tecnológica en Shanghái, la experiencia fue devastadora: “Estaba temblando”, recordó, aludiendo a escenas que la hicieron llorar. “Lo sentí todo: ira, desesperación, tristeza, empatía, miedo y dolor”.
Según William Yang, analista principal para el noreste de Asia en el International Crisis Group, el aniversario ha servido a China para amplificar este tipo de discursos. Yang sostiene que “en este momento particular, China ve una oportunidad para presentarse como una gran potencia militar en ascenso... [y] para inyectar y afirmar su propia versión del relato sobre la Segunda Guerra Mundial, presentándose como defensora de la justicia, la victoria y el orden mundial”.
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