
Investigadores británicos localizaron en las Goodwin Sands una sección notablemente preservada del emblemático HMS Northumberland, revelando artefactos y detalles inéditos sobre la vida naval y la modernización de la Marina Real.
Según reseñó The Guardian, el HMS Northumberland fue construido en 1679 como parte de una renovación integral de la flota naval inglesa, supervisada por Samuel Pepys, quien ya era reconocido como cronista antes de asumir la administración principal de la Marina Real. Bajo su dirección, la Royal Navy inició una transformación decisiva para consolidarse como una fuerza moderna, eficiente y adaptada a los desafíos de un reino en plena expansión marítima.
Tras su botadura, el Northumberland se distinguió en varias contiendas navales relevantes, lo que afianzó su reputación en la armada británica. Veinticuatro años más tarde, durante la devastadora Gran Tormenta de 1703 —uno de los episodios climáticos más letales en la historia de las islas británicas— el navío fue una de más de una docena de embarcaciones militares que sucumbieron a la furia del mar. Desde entonces, sus restos permanecían ocultos en las profundidades del Mar del Norte, envueltos en misterio y silencio bajo la arena y las aguas agitadas.

La ubicación del naufragio siguió siendo desconocida durante siglos. Esto cambió en 1980, cuando los restos del Northumberland salieron a la luz en las Goodwin Sands, una extensa zona de bancos de arena frente a la costa de Deal, en Kent. Las aguas poco profundas y el difícil acceso han convertido esta región en un reto para la exploración subacuática. Sin embargo, las características de las arenas movedizas han resultado fundamentales para la conservación de los elementos del buque: el movimiento constante de la arena ha protegido el naufragio frente a la habitual erosión marina, permitiendo que los componentes principales se detuvieran en el tiempo.
Recientes investigaciones, financiadas por Historic England, documentaron una gran sección del casco del Northumberland en un estado de preservación extraordinario. Entre los hallazgos se encontraron cuerdas, barriles cerrados, calderos de cobre, siete cañones de hierro y fragmentos de una cureña de madera. La protección natural de la arena ha permitido que parte esencial del pecio permanezca intacta, situándolo entre los buques de guerra de madera mejor conservados del Reino Unido.
Hefin Meara, arqueólogo marino de Historic England, destacó en diálogo con The Guardian que la zona, a pesar de su dificultad para acceder y bucear, “es excelente para preservar material como este”.
Meara señaló: “Tenemos muchísima suerte de que, como este sitio ha estado cubierto durante tanto tiempo, la arena lo haya mantenido en un estado excelente. Esa cuerda, por ejemplo, está tan fresca como el día que zarpó el barco, y tenemos barriles y similares muy bien conservados; en este momento, simplemente no sabemos qué contienen”.
Los objetos hallados configuran un auténtico laboratorio histórico y arqueológico. La conservación sin precedentes de la cuerda y los barriles —cuyo contenido sigue siendo un misterio— abre nuevas oportunidades para entender la vida a bordo del Northumberland, así como las estrategias de abastecimiento y construcción de la época. El descubrimiento de una cureña de madera destaca por su rareza, puesto que el hierro suele resistir mejor que la madera en ambientes submarinos.
Este hallazgo cobra un significado especial al situarlo en el contexto del proceso de profesionalización de la marina británica impulsado por Pepys. La incorporación de métodos técnicos y administrativos para equipar y modernizar los buques, además de establecer procedimientos estandarizados, sentó las bases de la Royal Navy como potencia global. Los restos del Northumberland, junto a los de navíos como el Mary Rose, aportan información de valor sobre la transición tecnológica entre los siglos XVII y XVIII.
No obstante, la investigación enfrenta retos considerables. La protección de la arena, que preservó el pecio durante siglos, puede desaparecer rápidamente si la erosión deja los restos expuestos a organismos biológicos marinos y reacciones químicas aceleradas, amenazando su integridad en poco tiempo. Además, dificultades logísticas y financieras impiden la recuperación total del buque, a diferencia del Mary Rose, rescatado en parte. Según los arqueólogos, existe una auténtica carrera contrarreloj para documentar y analizar todos los vestigios antes de que el mar vuelva a ocultar los secretos del Northumberland.
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