
Durante los últimos años se popularizaron los podcast policiales. Ya sea de crímenes históricos o casos recientes, las emisiones adquirieron protagonismo en las plataformas de streaming musical. En Países Bajos, las transmisiones no solo cobraron un rol central, sino que también se volvieron una herramienta de contribución para la resolución de hechos criminales.
Según publicó la BBC, la policía comenzó a utilizar este formato para la identificación de la víctima de un asesinato sin resolver en 1991. A través de esta herramienta, reactivaron la investigación de un crimen que permanecía estático hace casi tres décadas.
En agosto de 1991, trabajadores locales hallaron el cuerpo de un hombre envuelto en una manta, a pocos metros de una transitada ruta del país holandés. El cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición y presentaba múltiples heridas de arma blanca en el pecho. Los investigadores no encontraron ningún documento que revelara la identidad de la persona.
Por aquel entonces, Johan Bass acababa de asumir como detective en la ciudad de Naarden, fue uno de los primeros en llegar a la escena. “Había estado de vacaciones unos días cuando mi jefe me llamó y me informó sobre el descubrimiento del cuerpo”, relató Baas a la BBC. El detective describió cómo el equipo forense documentó minuciosamente cada detalle del cadáver, tanto en fotografías como en registros escritos.
Pero, en ese momento, las herramientas tecnológicas eran escasas, lo que limitaba las posibilidades de identificar a la víctima o al autor del hecho. Durante aquellos años, la policía holandesa resolvía el 90% de los asesinatos pero la ausencia de bases de datos de ADN dificultaron el avance en este caso.

Las huellas digitales de la víctima no coincidían con registros nacionales ni internacionales. Además, la descomposición impedía la difusión de fotografías para solicitar ayuda pública. El análisis de la ropa tampoco arrojó resultados útiles.
Los únicos detalles que pudieron recolectar los investigadores fue que la manta eléctrica en la que se halló el cuerpo había sido fabricada en Alemania en la década de 1960, pero su distribución masiva en Países Bajos, Bélgica y Francia complicó el rastreo de su origen. La única pista concreta fue un anillo de oro encontrado en uno de los dedos del fallecido.
La investigación determinó que el anillo fue adquirido a través de la empresa de pedidos por correo Otto. Los detectives encargados del hecho rastrearon a los compradores y descubrieron que la mayoría aún conservaban su anillo, salvo un hombre que lo había vendido en un bar de Ámsterdam.
Los testigos confirmaron la transacción y aseguraron que el comprador frecuentaba el local casi a diario. Si bien esperaban dar con aquel hombre, el individuo desapareció y la policía nunca logró identificarlo. Debido a la falta de avances, el caso quedó archivado.
Años más tarde, la policía reabrió la investigación pero, en esta oportunidad, decidió utilizar nuevas tecnologías forenses. Los análisis facilitaron la reconstrucción del rostro de la víctima. Estimaron que tenía unos 65 años en 1991 y procedía de Europa del Este.
En 2019, la policía decidió abrir el caso al público a través de un podcast. La iniciativa fue inédita en el país y el mundo. Cientos de personas escucharon la serie de tres episodios y comenzaron a enviar información potencialmente relevante a fin de resolver el caso.
Así es como Rob Boon, coordinador del equipo policial responsable del podcast explicó a BBC que el objetivo principal fue identificar a la víctima y notificar a sus familiares. Como segunda misión, la policía buscó “encontrar al asesino y llevarlo a la corte”, afirmó Boon. Si bien no revelaron detalles sobre las pistas recibidas, la Policía aseguró que muchas resultaron útiles para la investigación.
Por su parte, el criminólogo, David Wilson analizó la estrategia de la policía holandesa y señaló que el auge de los podcasts de crímenes reales motivaron a las fuerzas de seguridad a utilizar estos formatos para difundir detalles de casos no resueltos. “El género de crímenes reales es increíblemente popular y la policía lo sabe tanto como cualquier otro individuo, grupo o industria”, sostuvo Wilson. No obstante, advirtió que existen limitaciones legales acerca de la información que se puede brindar públicamente.
Hasta el momento, la policía holandesa no logró identificar a la víctima ni recibió nombres concretos, pero mantiene la esperanza de que la exposición pública y la colaboración ciudadana permitan avanzar en la investigación.
“Sé sobre el impacto que tiene una pérdida en los que quedan atrás. Por supuesto que, como detective, quieres arrestar a un sospechoso, pero desafortunadamente nunca se llegó a eso”, expresó Johan Baas. La policía insiste en que la prioridad es dar respuestas a la familia del hombre asesinado y, en última instancia, llevar al responsable ante la justicia.
El caso se convirtió en un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías y los formatos de comunicación posibilitan la participación del público en aquellos casos que parecían condenadas al olvido.
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