La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) se reunió este jueves de emergencia para debatir sobre el arsenal sirio tras la caída del régimen de Bashar al Assad, hace menos de una semana.
A pesar de negarlo en reiteradas oportunidades, los expertos del organismo mundial de vigilancia constataron que el dictador había empleado este tipo de sustancias tóxicas contra el pueblo, por lo que, ahora, se teme por el destino de ellas, en manos de los rebeldes yihadistas.
En un intento por conseguir la cooperación del Organismo de Liberación del Levante, la OPAQ convocó al encuentro, en el que se buscará que el nuevo Gobierno autorice el ingreso de algunos de sus 80 inspectores al territorio, para continuar con las investigaciones sobre el programa de armas químicas del país, y que se comprometa a destruir de forma segura estas sustancias peligrosas, en cumplimiento con las normas internacionales.
Dada la situación actual, los expertos se encuentran monitoreando “la seguridad e integridad de las ubicaciones declaradas de investigación, desarrollo, producción, almacenamiento y pruebas de armas químicas”, al igual que “cualquier movimiento, cambio o incidente relacionado con materiales y/o documentación de estos sitios/ubicaciones”, indicaron en un comunicado, en el que remarcaron su voluntad de retomar el trabajo de la última década en Damasco y “aclarar lagunas, discrepancias e inconsistencias en la declaración (provista por al Assad) sobre armas químicas de Siria, en medio de la transición política”.
El Mando Militar de Operaciones de los rebeldes, por su parte, se comprometió a no recurrir al uso de las armas químicas que pudieran haber encontrado durante su ofensiva y sumaron su “plena disposición a cooperar con la comunidad mundial en lo que respecta a la supervisión” de este armamento.
El régimen sirio adhirió a la Convención de Armas Químicas (CAQ) el 14 de septiembre de 2013 y, poco después, presentó una declaración inicial de sus planes en la materia. No obstante, la comunidad internacional siempre vio con desconfianza los datos proporcionados ya que se sospechaba que había una gran parte del arsenal que no había sido debidamente informado.
A este temor se sumaron investigaciones de los expertos de la OPAQ que, en reiteradas oportunidades, constataron el uso de armas químicas contra la población como el gas cloro, el gas mostaza durante un ataque del grupo terrorista Estado Islámico en Marea y otros gases venenosos, como el del ataque en Douma, que dejó 40 muertos.
Los investigadores se valieron de imágenes, restos, entrevistas a testigos presenciales y análisis topográficos de las zonas afectadas y modelos de dispersión de gas, que permitieron corroborar las narraciones de los civiles y las denuncias realizadas.
Estas acciones le costaron a Siria, en 2021, una sanción por parte de la organización, cuyos miembros votaron, en su mayoría, suspender al país de sus derechos en el organismo. Se trató de la primera represalia de este estilo tomada por la OPAQ contra uno de sus miembros.
Entonces, la embajadora británica Joanna Roper sostuvo que la comunidad internacional no puede quedarse “al margen ante la evidencia irrefutable de que Siria ha utilizado repetidamente armas químicas” y lamentó que Damasco no tomara acciones por “remediar la situación”, tras los reiterados llamados de los expertos a cooperar.
(Con información de AP)