No podía respirar pero la policía no lo escuchó: así murió un preso aborigen en Australia

El video que muestra los últimos instantes de David Dungay antes de morir asfixiado en diciembre de 2015 fue presentado durante el juicio, develando la brutalidad del personal de seguridad de la cárcel de Long Bay. El caso pone el acento en el maltrato hacia las poblaciones indígenas en el país

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(The Guardian)

El perturbador video que muestra los últimos instantes del prisionero aborigen David Dungay en su celda de prisión fue presentado este lunes ante una corte en Australia, informó el periódico británico The Guardian, tras casi tres años de su muerte.

Dungay, un reo diabético insulinodependiente que también estaba diagnosticado con una enfermedad mental, murió en diciembre de 2015 en el hospital de la prisión de Long Bay, en el estado de Nueva Gales del Sur, cuando un grupo de policías ingresó en su celda para evitar que siguiera consumiendo galletas dulces, peligrosas para su condición.

Los agentes de seguridad le pidieron que desistiera, y cuando no lo hizo, entraron por la fuerza en el pequeño espacio, donde forcejearon con el hombre y finalmente lo redujeron contra el piso, a la espera de que un enfermero le inyectara sedantes.

David Dungay tenía 26 años (Leetona Dungay)
David Dungay tenía 26 años (Leetona Dungay)

Pero durante esos momentos, Dungay se quejó reiteradas veces de no poder respirar por la forma en la que estaba siendo retenido, lo que fue desestimado por los policías.

En consecuencia, murió por asfixia.

El video presentado ante la corte muestra precisamente estos forcejeos, los quejidos de Dungay y su evidente dificultad para respirar. Hasta que el hombre de 26 años finalmente deja de moverse.

Estas primeras imágenes liberadas para su difusión muestran solo hasta que Dungay parece perder la conciencia.

El joven cumplía una condena por robo violento y asalto contra su novia. Era diabético y sufría problemas mentales
El joven cumplía una condena por robo violento y asalto contra su novia. Era diabético y sufría problemas mentales

A su familia, sin embargo, se le permitió mirar la filmación completa, que incluye el momento en el que los agentes se desesperan al darse cuenta de que Dungay está muerto.

"Seguiré viéndolo en mi mente para siempre. Pienso en ese último momento cada día", dijo Paul Silva, sobrino de Dungay, a The Guardian. "Poco después de darle el sedante, le dijeron: 'Dungay, vamos a dejarte ahora, te quedarás aquí y tendrás la noche para ti mismo'. Pero él no responde, y uno de los guardias dice: 'Mierda, está muerto, mierda, está muerto'", relató.

A pesar de haber ocurrido hace casi tres años, el juicio del caso acaba de iniciarse y se inscribe en una tendencia de maltrato hacia prisioneros aborígenes en Australia, y que ha provocado un movimiento que pide justicia para Dungay, quien cumplía una condena de nueve años y medio por robo violento y asalto contra su propia novia.

De acuerdo con la Comisión Real sobre Muertes de Aborígenes, 340 aborígenes han perdido la vida en custodia en los últimos 26 años, una cantidad desproporcionada en el sistema carcelario australiano.

Además, los hombres aborígenes tiene 13 veces más posibilidades de terminar en la cárcel que los australianos blancos, y en el caso de los jóvenes, esta proporción llega a 24 veces.

En esta primera fase del juicio, que comprende una investigación de dos semanas sobre la muerte de Dungay, se trabajará también sobre la falta de entrenamiento y conocimientos sobre asfixia del personal de seguridad del hospital prisión de Long Bay.

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