Especialistas quieren restaurar los mascarones de la cultura maya ubicados en la Zona Arqueológica Kohunlich en Chetumal, Quintana Roo. Fueron descubiertos a finales de la década de 1960 por el arqueólogo Víctor Segovia y representan a una de las más grandes culturas de mesoamericanas.
Están ubicados en el Edificio A1 de Kohunlich y han sido estudiados por años, pues el material con el que fueron elaborados y el clima del sur del país forman parte de un gran reto de resucitación para preservar la cultura de las llamadas Tierras Bajas Centrales.
Margarito Molina Rendón, titular del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de Quintana Roo, dio la iniciativa de asumir el desafío de esta restauración mexicana con ayuda de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) y del INAH.
Patricia Meehan Hermanson, una de las restauradoras, es quien dirige un grupo de especialistas para este proyecto. Actualmente, se realiza trabajo de campo con la finalidad de eliminar gran parte del deterioro con limpieza y fijado de escamas que se han presentado en los mascarones.
“La intervención directa comenzó con tareas de limpieza y siguió con el fijado de escamas que han proliferado en zonas con estuco original, mediante morteros a base cal; mientras que en aquellas muy pequeñas se ha aplicado de manera puntual metilcelulosa, un adhesivo neutro”, se detalló a través de un comunicado.
Asimismo, se informó que se tiene como objetivo construir un proyecto de intervención integral donde los restauradores y especialistas se han concentrado en los mascarones 2,3 y 4 del sur del Edificio A1 con la finalidad.
“Se da cita una dinámica compleja que involucra las condiciones climáticas, además de la humedad condensada en la superficie de la construcción y por los pozos de saqueo que tiempo atrás se excavaron de forma ilícita”, explicó Patricia Meehan.
Se le suma al deterioro el tiempo que estuvieron escondidos los mascarones, pues estuvieron ocultos durante siglos. Además, los factores de cambio climático hicieron que se hiciera más rápido el desgaste de ellos.
Se cree que por estas razones se empezó una carrera contrarreloj para el mantenimiento, que con el paso de los años ha ido cambiando debido a las necesidades de cada proyecto. Se han implementado materiales y metodologías más avanzados para cada época con la finalidad de preservar las esculturas.
En su momento se utilizaron polímeros sintéticos como el Paraloid B72 y silicato de etilo como una de las primeras intervenciones arquitectónicas y en resanes de los mascarones; sin embargo, estos materiales resultados contraproducentes tiempo después.
“Muchas veces trabajamos a base de prueba y error, por eso es importante dar seguimiento a todas las intervenciones que hacemos”, declaró Patricia Meehan.
La restauradora descarta que el deterioro de los mascarones se haya generado solo por el cambio climático, ya que otra de las causas más evidentes pueden ser las cualidades originales del material, que en este caso es el estuco.
“Es de vital importancia que los mascarones se intervengan mediante esfuerzos permanentes, que partan de la investigación y de estrategias claras, debemos ir más allá e integrar toda la información que nos dé el entorno y el bien en sí mismo”, mencionó la especialista.
Finalmente, con este proyecto se busca seguir trabajando en este proyecto de restauración tomando en cuenta las intervenciones que se han hecho en un pasado para no cometer los mismos errores y lograr tener un mejor resultado a largo plazo.
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