
A más de un mes del colapso de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México (CDMX), el Gobierno federal aún no ha brindado respuestas ni señalado a posibles culpables de la tragedia.
La única cicatriz para éste ha sido una crisis política que amenaza a dos de sus piezas clave: por un lado, a un posible candidato a la presidencia, y por el otro, a uno de los empresarios más ricos del mundo.
Esta mañana, el diario estadunidense The New York Times publicó un reportaje cuyas investigaciones y análisis dirigen la mirada hacia el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, y al magnate, Carlos Slim, como los mayores responsables del evento que cobró la vida de 26 personas.
El medio señala que el trágico final derivó de graves fallas encontradas en la construcción, sin embargo, detrás de ello también se halla un oportunismo político y obras descuidadas: dos acusasiones que incriminarían directamente a Ebrard y Slim, respectivamente.

Ingenieros consultados por el periódico declararon que las soldaduras del paso elevado que colapsó tenían “errores críticos”, lo cual significó un alto riesgo ya que eran “vitales para la resistencia” de la construcción.
Pero, aunado a ello, supuestos funcionarios de la CDMX y personas familiarizadas con la obra también apuntaron a la existencia de un trabajo desordenado que se alimentó de un patrón de “conveniencia política” mientras se realizaba el metro.
Cabe recordar que los trabajos de construcción de la popularmente conocida como “línea dorada” comenzaron en 2008 durante la administración de Marcelo Ebrard como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal y estuvo a cargo de tres empresas, siendo una de ellas Carso Infraestructura y Construcción (CICSA), propiedad del empresario, Carlos Slim.
Además que en 2014, dos años después de su inauguración, sucede el primer golpe a la obra al cerrarse temporalmente luego que se detectara riesgo de descarrilamiento provocado por diversos fallos en las obras, mismos que ya se venían especulando y que circularían desde su apertura.

Uno de los mayores de estos desaciertos, según el reporte realizado de NYT, está relacionado con las vigas de acero las cuales, apunta, no eran aptas para sostener la estructura en sí misma. Por esa razón, se optó por colocarse montantes de metal para conectar, mediante una soldadura, a las vigas con la losa de hormigón.
A pesar que estos dos últimos materiales son más resistentes en una sola unidad, generaron una unión “casi irrompible” al ser soldadas, explica. Sin embargo, con los escombros del accidente, se encontraron dos grandes errores: primero, que las soldaduras se hicieron mal, “un defecto de la construcción grave”.
Y segundo, que los trabajadores no quitaron los anillos de cerámica que se encontraban alrededor de los montantes a la hora de colocarlos. Ambas negligencias, señala la investigación, provocaron que en el último viaje “algunas secciones del concreto se desconectaran”, lo que causó que la estructura descansara sobre unas vigas que jamás tuvieron la capacidad de soportar el peso y, por lo tanto, derivara en el colapso de la misma.
El medio asegura que una de las hipótesis, aunque no definitiva, es que al pasar el tren, las vigas se deslizaron hacia adentro y la abrazadera de la estructura se dobló dejando caer el vehículo que pasaba por encima.

Como ya se mencionó, la Línea 12 estuvo caracterizada por un historial de fallas reportadas desde su apertura, algunas de las cuales se agravaron con el sismo del 19 de septiembre del 2017.
En ese sentido, el medio reveló que, en un análisis de documentos internos y corporativos, encontraron “más de una década de advertencias y preocupaciones sobre la seguridad”, es decir, en plena construcción ya había registros de inconsistencias en ella.
Esto derivaría de la necesidad que la administración de Ebrard tenía por inaugurar la obra en su mandato, por lo cual mandaría a apresurar a las constructoras para cumplir dicho objetivo, generando así “un proceso de construcción frenético que comenzó antes de que finalizara un plan maestro y se produjera una línea de metro”.
Además, auditores federales señalaron que la capital “autorizó trabajos de mala calidad” incluso mientras se construía la línea. En tanto, tras el fuerte siniestro del 2017 también se detectaron otros errores en la construcción, tales como que el concreto se había vertido de forma incorrecta.
Es así que el NYT concluye que la Línea Dorada de la CDMX se ha vuelto un ejemplo de oportunismo político y obras descuidadas que llevaron a un ingeniero a declarar al medio: “¡Que tragedia! advertido es prevenido...”
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