La crisis del coronavirus golpea duramente la economía en la Florida

Las autoridades aún no publican las cifras oficiales de desempleo en el estado; sin embargo, cada vez son más los casos de personas que se quedan sin trabajo

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Emilio Brito un hombre sin techo en Miami, Florida. REUTERS/Marco Bello
Emilio Brito un hombre sin techo en Miami, Florida. REUTERS/Marco Bello

Estados Unidos está enfrentando su peor crisis de desempleo desde la década del sesenta, a consecuencia de la pandemia del COVID19. Hoy el país amaneció con la estrepitosa cifra de que más de 22 millones de personas solicitaron seguro de desempleo en el último mes.

La cifra es nacional y se obtiene de los reportes entregados por cada uno de los 50 Estados. O mejor dicho, de 49 Estados, porque Florida no ha logrado obtener cifras de cuántas personas han perdido su trabajo en las últimas semanas.

El Gobernador Ron DeSantis reconoció que cada mañana quisiera tener datos concretos pero, a un mes de que saltara el escándalo por el mal funcionamiento de la página web que procesa los pedidos de pago de desempleo, esas cifras aún no llegan. Quizás por eso se anunció que un nuevo departamento estatal estará a cargo del manejo de cifras.

Mientras los números no llegan, el desempleo se palpa en este Estado. Miami, la ciudad más emblemática del sur de la Florida, ha hecho un cálculo que para el fin del aislamiento obligatorio entre un 25 y un 30 por ciento de sus negocios pequeños y medianos habrán cerrado sus puertas. Además, industrias insignia para esta región del país, como los cruceros (principales empleadores de la zona), han tenido que disminuir su planta fija de empleados en promedio un 30 por ciento.

La crisis por el coronavirus afecta a todos desde lo sanitario y desde lo económico. No se sabe cuántos dependen de los cheques de seguro que envía el Estado en Florida (si es que algunos han logrado ya recibir esos cheques), pero se sabe que para donde se mire habrá alguien afectado por esta crisis.

Miami, Florida. REUTERS/Marco Bello
Miami, Florida. REUTERS/Marco Bello

Diana Antillano es una madre soltera de dos niños oriunda de Venezuela que lleva 18 años viviendo en el sur de la Florida. Hasta hace un mes tenía dos trabajos, uno por la mañana como vendedora en una tienda por departamentos y otro por las tardes como asistente en una oficina de abogados. Hoy perdió ambos empleos. La tienda está cerrada y a modo de compensación a ella y a otras decenas de empleados le han dado dos cheques de 150 dólares cada uno. Hasta nuevo aviso no tendrá trabajo allí. El abogado para el que trabajaba en las tardes ahora está operando de manera remota pero como la labor de Diana consistía en atender a quienes se acercaban a la oficina y armar los paquetes de papeles que se envían por correo, en esta modalidad remota no tiene una tarea asignada y por ende no tiene un sueldo.

“Yo soy una persona muy positiva, entonces ni quise pedir seguro de desempleo porque pienso que en cuestión de pocas semanas todo se va a resolver. Por el momento no he pagado ni la renta de mi apartamento, ni el seguro del automóvil, ni ninguno de los servicios. Todo el mundo entiende que son tiempos difíciles. Y con la comida, recibo ayuda del estado que ofrece unas estampillas que se pueden utilizar en supermercados. Si la situación no mejora, tendré que pedir más ayuda”, le decía Diana a Infobae. Esta semana además recibió 2200 dólares del estímulo federal que la ayudarán por un tiempo más.

Similar es el caso de Sandra Gil, una colombiana que lleva casi dos décadas en los Estados Unidos viviendo con su hija y su nieto. Sandra trabaja como administradora de propiedades para una compañía de real estate. Sobre las rentas de esas propiedades cobran un diez por ciento. Debido al COVID19 buena parte de los inquilinos no pagó la renta y eso hizo que la dueña de la inmobiliaria despidiera a Sandra. “Jamás vi algo así, ni siquiera en la crisis de 2008”, aseguraba. Sandra logró solicitar el seguro de desempleo de Florida, que aún no ha recibido, después de tres semanas intentando navegar la página. “Fue complicado pero como tenia tiempo seguía insistiendo”, contó.

Distinto es el caso de Cristian Varas, un argentino con más años aquí que en su país de origen. Cristian es peluquero y tiene su propio salón de belleza que abrió este año. Técnicamente nadie lo despidió y por trabajar de manera independiente sin pertenecer a una nómina de una compañía, ni siquiera tiene la posibilidad de solicitar el seguro del Estado. Pero lo cierto es que tuvo que cerrar su negocio hasta nuevo aviso. “Desde hace ya más de un mes que no facturo ni un dólar, pero los gastos los tengo. Algunos creen que por tener un negocio propio debería tener un colchón de respaldo importante, pero como en cualquier lugar del mundo cuando uno recién abre un comercio son más los gastos y deudas que los ahorros”, explicaba. “En mi caso la única ayuda a la que puedo aplicar es un préstamos para pequeños negocios que ofrece el gobierno federal. A muy bajo interés se supone que nos prestarán hasta diez mil dólares para que afrontemos gastos de renta y empleados. Pero por el momento no he recibido nada y las cosas han salido de mi bolsillo”, contaba este barilochense.

En crisis anteriores los más afectados solían ser quienes recién habían emigrado a los Estados Unidos. Hoy la situación es difícil por igual para los más nuevos, como para los ya establecidos o inclusive para quienes han nacido aquí. Ciudades como Miami han establecido sistemas de distribución de comidas gratuitas y los centros de distribución se ven llenos a diario. Mientras se esperan las cifras oficiales del Estado, los casos personales le ponen cara y nombre a una crisis tangible.

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