“Peaky Blinders” y cómo “El Padrino” marcó el rumbo de la serie de gángsters del momento

La quinta temporada de la serie producida por la BBC acaba de subirse a Netflix. En esta nota, un recorrido por las claves que volvieron al programa, que combina personajes reales y ficticios en contextos históricos del Reino Unido, en uno de los éxitos del año

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De "El Padrino" a "Peaky Blinders"
De "El Padrino" a "Peaky Blinders"

Para empezar a entender una serie ambiciosa, épica y al mismo tiempo rabiosamente entretenida como Peaky Blinders, quizás sea conveniente comenzar describiendo una escena. Thomas Shelby, interpretado con maestría por Cyllian Murphy, está siendo amenazado por un oficial de policía apellidado Campbell. La amenaza es de una crueldad inusitada: Campbell no sólo habla de matarlo a él, sino a cada miembro de su familia a excepción de su hermano más pequeño, a quien el policía amenaza con encerrar en un centro especial donde sufrirá una serie de abusos horrorosos. Shelby escucha esto con aparente parsimonia, como si estas palabras no lo afectaran en lo más mínimo. Sin embargo, cuando el policía se aleja unos metros, Shelby, en un accionar dueño de una furia incontenible, saca su arma y apunta contra Campbell. Por razones muy largas de explicar, Shelby no terminará disparando, pero basta este gesto para que entendamos que su furia está ahí contenida, tras una máscara de normalidad.

En algún punto, esto habla mucho de Thomas Shelby, y también de paso mucho de Peaky Blinders, la serie de la BBC actualmente disponible en la plataforma Netfilx y basada muy libremente en una banda de delincuentes reales. Según el profesor e historiador Carl Chinn, los Peaky Blinders históricos, habitantes de la pequeña ciudad de Birmingham “fueron los Hooligans de 1890, peleaban con hebillas de cinturones, con botas con punta de metal, con planchas, con cuchillos, con pañuelos a los que llenaban previamente de piedras”.

Trailer Peaky Blinders

El motivo por el cual se llamaban de esa forma aún está en discusión, aunque la teoría más aceptada es que se los llamaba Peaky por la forma de sus sombreros (“peaky” quiere decir “de forma de pico” en inglés), mientras “Blinders” podría referir a una palabra que usaban los ingleses de ese tiempo para hablar de personas que deslumbraban por su buena vestimenta. En el caso de los Peaky Blinders, su elegante vestir contrastaba tanto con un Birmingham en ese momento muy empobrecido, como con un tipo de comportamiento salvaje que caracterizaba este grupo de gente.

Los Peaky Blinders no eran, como explica el propio Chinn, una banda mafiosa. Para calificarlos así tendrían que haber tenido jerarquías, una organización más compleja, o códigos criminalísticos, eran más bien un conjunto de personas violentas viviendo en un contexto violento, temidos hasta por la policía y cuyo modesto pero sangriento reinado en la pequeña Birmingham duraría hasta 1930.

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Si bien estuvo lejos de ser la banda más poderosa de Inglaterra, y las descripciones de las acciones violentas de los Peaky Blinders despiertan repulsión antes que una fascinación oscura, hubo algo de su leyenda que los hizo icónicos en Birmingham, que durante décadas siguió refiriendo a cualquier banda, o incluso a cualquier persona violenta “peaky blinder”, mucho tiempo después de que esta banda estuviera extinta.

Hoy en día, son millones de personas en el mundo las que conocen la palabra Peaky Blinder, todo gracias a una serie creada por Steven Knight, guionista de gran prestigio por haber escrito películas como Promesas del este (Eastern Promises-2007), o ser uno de los responsables del éxito internacional del programa ¿Quién quiere ser millonario?

Peaky Blinders - Wonderful Life

Hace unos años, cuando recién se estaban promocionando los primeros capítulos de Peaky Blinders, un periodista de la BBC le preguntó a Steven Knight que explicara cómo es que originó este programa. Ante esto, él respondió:

“Mi padre tenía muy incrustado en su memoria de cuando tenía 10 años la imagen de estos miembros de la banda. Estaban increíblemente bien vestidos, eran increíblemente poderosos, tenían gran cantidad de dinero… ¡y eran gángsters!, en algún punto, quiero que Peaky Blinders sea esta suerte de mirada del mundo desde el punto de vista de un chico de diez años, época en la que uno ve a los hombres como gente más fuerte, más apuesta, y los caballos son más grandes y todo es más intimidante.”

Esta descripción se aplica en muchos pasajes de Peaky Blinders, en los que esta Inglaterra parece estar vista a partir de la mirada de un nene. Esto incluye la primera presentación que se hace de su protagonista Thomas Shelby en el primer capítulo. Allí vemos a este hombre cabalgando en un caballo negro. La cámara toma a Shelby en una angulación baja, lo que hace que su figura se engrandezca. Mientras este personaje camina, vemos a los vecinos de una calle de Birmingham escondiéndose ante la sola presencia de Shelby. Es una forma de darle al protagonista una estatura legendaria, aunque sea para las modestas calles en las que se mueve. Incluso la música elegida para presentarlo le da un halo de leyenda. La serie elige, como tantas otras veces en este programa, una música rockera, un anacronismo musical que deja en la ficción un eco no sólo de salvajismo, sino una idea de delincuentes cuya estatura misteriosa y fascinante ha atravesado décadas y puede ser identificada con canciones compuestas mucho tiempo después de sus hechos delictivos.

Escena de la serie The Peaky Blinders

Shelby es el protagonista excluyente de Peaky Blinders: el hermano capaz de liderar un clan familiar con la astucia suficiente como para hacer expandir esta mafia hasta niveles insospechados. Según Knight, la historia de esta saga abarcará siete temporadas (cada una de seis capítulos), empezando, como saben todos los seguidores de la serie, en la década del 20 y terminando en una séptima temporada en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Si bien esto no corresponde con la historia real de una banda que se extinguió a partir de la tercera década del SXX, está bastante claro que a su creador le interesa mucho menos la estricta veracidad de los hechos que insertar esta familia criminal ficticia en medio de acontecimientos históricos reales. Así es como hasta ahora, a lo largo de Peaky Blinders, se hicieron menciones a la Inglaterra posterior a la Primera Guerra, los movimientos feministas en las fábricas de la década del 20, la Ley Seca, la crisis financiera de los 30, la revolución soviética, el IRA y los conflictos entre distintas familias mafiosas, sean estas inglesas, italianas, rusas o judías.

Conviviendo con todo esto habrá personajes históricos tales como el mafioso Savini y el propio Winston Churchill, en un rol profesional como ministro de Secretario de Estado en los años 20 y que está a contrapelo de cualquier representación grandilocuente o celebratoria.

La invitación de Peaky Blinders consiste en hacernos asistir a estos hechos a partir de la mirada de esta banda en una serie que de alguna manera recobra la tradición de las ficciones mafiosas de El Padrino. Aquí, al igual que en la saga de Coppola, la idea de mafia está asociada no sólo a ganar dinero descontroladamente o a contar la historia de ascenso y caída de un criminal (como podría serlo, por ejemplo, la ya clásica Breaking Bad) sino a buscar la idea de una mafia como sub-cultura, donde los códigos internos y la idea de familia están íntimamente ligados, y el suspenso más de una vez se basa en no saber cuáles de estos códigos podrán ser traicionados por la ira o la ambición. Incluso Peaky Blinders hace el mismo culto de El Padrino a las largas conversaciones y negociaciones entre delincuentes, y en algún punto tanto Thomas Shelby como los legendarios Vito y Michael Corleone son ante todo grandes negociadores y estrategas que usan la palabra justa y necesaria para poder sacar la mejor ventaja posible.

Al Pacino y Marlon Brando en "El Padrino"
Al Pacino y Marlon Brando en "El Padrino"

No por nada, Thomas acá es dos cosas: una persona que maneja una banda mafiosa, y alguien que se define como “un hombre de negocios”. Si bien ambas cuestiones parecieran ser antitéticas, en el contexto de Peaky Blinders esta convivencia se percibe con total normalidad. Thomas puede ser violento, a veces incluso de manera shockeante, pero es cierto también que la ficción lo muestra en un entorno social donde la violencia parece ser una moneda demasiado corriente. Sus orígenes como soldado de la Primera Guerra Mundial, su vida en calles de Birmingham en las que los oficiales de la ley no son menos bestiales que los criminales, toda institución –hasta las que deberían proteger- son crueles y abusivas, hacen que uno como espectador no pueda juzgar con severidad las acciones de Shelby.

Más aún, en el contexto histórico de Peaky Blinders, la violencia parece omnisciente también porque todos los movimientos políticos y sociales (desde el partido comunista en Inglaterra, las clases obreras, el feminismo de las fábricas) están formándose, aprendiendo y creando sus propias reglas y trampas en la medida en que van accionando. En estos contextos, hasta una mafia como la de Thomas Shelby no pareciera estar haciendo otra cosa que seguir con estas corrientes en las que la improvisación se mezcla con una necesidad de pertenecer a un grupo, y en las que más de una vez se cae en la paradoja de necesitar estar ubicado en un grupo hostil para protegerse de la hostilidad reinante.

Tommy Shelby (Cillian Murphy) en la quinta temporada de "Peaky Blinders"
Tommy Shelby (Cillian Murphy) en la quinta temporada de "Peaky Blinders"

Esto, por supuesto, entabla en Peaky Blinders un problema grande: el de una violencia que parece omnisciente e imparable, y que vuelve a Shelby una de esas figuras que cada vez que intenta huir de la ilegalidad para extirpar la violencia de su vida, sólo termina hundiéndose más en ella o generando más tragedias a su propio entorno. Es por eso también que Peaky Blinders es una serie que –y acá sí encuentra puntos de contacto con Breaking Bad- juega un mecanismo por el cual su nivel de violencia y oscuridad corre en paralelo a la escalada social de su propio protagonista.

Volviendo al principio: Thomas, protagonista ineludible y motor de esta narración que abarca casi dos décadas, es por un lado el aparentemente parsimonioso hombre de negocios, y por otro alguien infectado por la violencia. Si la actuación de Cillian Murphy es tan extraordinaria, es porque sabe aprovechar muy bien su mirada intensa –Murphy ha interpretado más de una vez y con gran solvencia a personajes dementes-, en contraste con los movimientos aparentemente calmos, su tono de voz bajo y pausado y su espíritu racional. Y si su figura es tan adecuada dentro de su contexto histórico, es porque este contexto no es tan diferente a él. Se trata de tiempos donde las aguas calmas –la de los acuerdos políticos, la de las organizaciones mafiosas o partidarias con sus aparentemente estrictas agendas y códigos inamovibles- son apenas una fachada de algo que en cualquier momento puede explotar. La atracción que provoca Peaky Blinders reside en la contemplación de calmas previas antes de distintos tipos de tormentas que, uno sabe, no harán otra cosa que seguir aumentando exponencialmente.

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