Sinatra en Argentina: espionaje, negocios mafiosos y un mensaje para la dictadura

Con motivo del aniversario 103 de su nacimiento, Infobae Cultura dialogó con Diego Mancusi y Sebastián Grandi, periodistas y autores de “Operación Sinatra”, el libro que revela la verdadera historia de la visita de “La Voz” al país

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Por Gisela Daus

(Prensa Penguin Random House)
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¿Frank Sinatra fue agente de la CIA?, ¿Tenía vínculos con la mafia?, ¿La dictadura militar estuvo involucrada en su visita a la Argentina?, ¿Le dejó un mensaje al presidente de facto, Viola?; ¿Palito Ortega se fundió con el negocio de traerlo a cantar al país?

En el libro Operación Sinatra: La historia secreta de la visita de La Voz a la Argentina (Aguilar) los autores -ambos periodistas- Diego Mancusi y Sebastián Grandi mediante su reveladora y minuciosa investigación responden esas preguntas, al tiempo que confirman o derriban rumores circundantes (provenientes de las convenciones populares) sobre este hecho histórico.

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Cuentan que, en la presentación de su obra, fieles al espíritu sinatratics -así se autoproclamaban sus fans de la época- "tomando el whisky que le gustaba a Frank (Jack Daniel's) y comiendo la pizza que comió cuando vino (la de Angelín)" celebraron la concreción del proyecto, que tardó dos años y medio. Mancusi explica que con su socio se conocen hace 15 años y continúa: "La idea del libro surgió a partir de una nota que escribí por la efeméride de la 35° visita de Sinatra a la Argentina. Cuando nos interiorizamos del tema se empezó a revelar esta historia oculta del subtítulo del libro, fue clave la presencia de Ricardo Finkel -el socio más oculto de Palito que se cargó la gestión para traer a Sinatra, mucho antes de que él llegara al país-".

Por su parte, Grandi asegura que su principal aporte fue el de "esas ideas del imaginario popular: el festival anti-Sinatra, la crisis económica (que Palito haya perdido mucha plata era un misterio, ¡¿cómo puede ser que alguien perdiera trayendo a Sinatra?!); coincidimos en que había más para investigar. Finkel nos contó una nueva y distinta versión de los hechos, quedó opacado por Palito -un ser popular, fuerte- y aunque estuviera a los gritos reclamando su lugar en la historia los medios no le prestan atención a quien no conocen. Palito y él son los únicos protagonistas con vida".

(Prensa Penguin Random House)
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Las versiones de los hechos de parte de Palito Ortega y de Finkel difieren bastante. En su opinión, ¿a qué se debe esa enemistad, surgida de la Operación Sinatra?

DM: –Los dos socios quedaron con una especie guerra fría, se lanzan dardos muy sutiles. El mejor ejemplo es el tema de la pizza de Angelín: Finkel nos contó con orgullo que a él porque lo consideraba un hijo, cuando Sinatra quiso comer pizza le dijo 'no me conseguís una pizza' y la consiguió. Por otro lado, Palito dijo 'yo con Sinatra hablaba de cosas importantes'… La gran disputa acá es quién fue el principal responsable de la venida de Sinatra a la Argentina, es una cuestión de egos.

SG: -Esto habla de la magnitud de Sinatra, porque después de un negocio en el que uno pierde dos millones de dólares lo que quiere hacer es olvidarlo, ellos 37 años después siguen disputándose la paternidad de la idea. Y uno sin el otro no existe: Finkel hizo las gestiones por años, estableció un vínculo con el entorno de Sinatra, pero para el negocio había que poner el dinero y ahí estuvo Palito para pagar. La guerra fría después se manifiesta en que a uno le queda la deuda con La Voz -Palito no vuelve a verlo más- y al otro le queda la relación -Finkel lo vio a posteriori en San Pablo y Nueva York-.

¿Cómo resumirían que fueron sus shows y la reacción del público argentino en sus presentaciones?

DM: -El Sinatra que viene a la Argentina no está en su mejor momento, es un cantante de 65 años. Más allá de eso no viene en mal estado y hay consenso -incluso de la crítica cruel de la época- en que los shows (cuatro en el Sheraton y dos Luna Park) fueron artísticamente impecables. La energía de la gente es algo que el cantante mismo destaca (dice que fue donde mejor la pasó en la gira, promete volver). Boca podía salir campeón ese fin de semana pero en las tapas estaba Sinatra, su visita era tan grande como para eclipsar ese posible campeonato.

(Prensa Penguin Random House)
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¿Qué fue y qué quiso ser el "festival anti-Sinatra"?

SG: -El objetivo del festival anti-Sinatra cuyo nombre real era Festival de la Música Popular Argentina fue la unión de distintos artistas argentinos populares para enfrentarse a lo que Sinatra representaba: ese hombre mayor de la derecha estadounidense, símbolo del imperio americano y a su productor, Palito Ortega. La idea era aprovechar esa fuerza e interés que despertaban a su favor -como en el yudo-, para demostrar que ellos también podían hacer un show de relevancia. Fue una particularidad de esta visita y logró ese espacio para nuclear a todo el público que quedaba afuera de la propuesta de Sinatra, era algo más simbólico.

¿Cuál fue el rol de la dictadura militar en esta historia? ¿Es cierto que Sinatra vino a dejar un mensaje político?

DM: –Es clave el rol de la dictadura, la hipótesis que surca el libro es que Sinatra vino -como un enviado oficial del presidente de los Estados Unidos- a traer un mensaje.

SG: -Buenos Aires venía acostumbrado a un maltrato de parte de Washington en los años anteriores, había una especie de desconfianza mutua. Sus enviados diplomáticos tenían una recepción más fría, Sinatra pasa por arriba de todo eso (enviado por Ronald Reagan -su mejor amigo, actor como él-) y en los mismos despachos oficiales dice lo mismo pero es escuchado. Allí empezamos a descifrar ese mensaje que él viene a traer.

DM: -Resultó útil que Finkel se negara a contar cuál era el mensaje, fue un desafío a reconstruir a partir de preguntas. Él nunca lo quiso revelar, no se traiciona a Frank Sinatra.

SG: -Su secreto nos enseñó a ver que el concepto de lealtad trasciende a toda la figura de Sinatra: el propio Finkel en las entrevistas podría haberlo revelado o negado, después de tantos años ¿qué puede perder? Nada; sin embargo mantiene esa fuerza, lealtad y devoción hacia Sinatra. Ahí aparece en escena cómo se comportaron todos los personajes de esta historia, y todos hacen de la lealtad un culto.

(Prensa Penguin Random House)
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En el libro sostienen que Sinatra era un agente/courier de la CIA y que tenía vínculos con la mafia italiana. La justicia estadounidense desestimó esto último…

DM: -Hicieron la vista gorda. La autora Kitty Kelley hizo una de las biografías más polémicas -que Sinatra intentó pararla con una demanda- y allí enumera todas las cosas que no se hicieron (con mucha intención) en el juicio para sacarle la licencia de manejar casinos, para que Sinatra quede como que fue injustamente despojado de esa licencia. Su cercanía con el crimen organizado está probada, no hay duda de eso. En cuanto a su estatus de courier de la CIA, su propia hija Tina en su biografía lo dice: una vez lo llamó y él le dijo 'estoy trabajando para la CIA, cualquier cosa ellos me ubican' -lo hacían a través de la Casa Blanca-. No trascendió mucho esa veta de S pero fue así.

SG: -El Sinatra relacionado con el crimen organizado, tapa al patriota encargado de llevar y traer en nombre del gobierno de su país. Y es el mejor ejemplo de aquel que es un espía tan visible que nadie se da cuenta. Refleja otra vez la magnitud del personaje: acá habló con el presidente argentino como hablaba con reyes y presidentes de todo el mundo. Como todos querían saludarlo, él atravesaba la frontera sin ningún tipo de problema, era muy funcional a los intereses de la Casa Blanca durante la Guerra Fría.

-¿Por qué fue un fracaso para Palito, como se suele decir?

SG: -Porque hizo un contrato millonario en dólares y el país sufrió una devaluación del 400 por ciento entre febrero de 1981 -cuando se firmó- y agosto de ese año, cuando Sinatra llegó a la Argentina. Lo que le pasó a Palito es que nadie estaba en condiciones para ir y exhibirse en un evento tan marcado por la opulencia y el lujo en ese momento de crisis. Los empresarios sostenían que era para cuidar su imagen y no exponerse, ya que en sus trabajos enfrentaban los reclamos salariales de los trabajadores. Finalmente Palito fijó un precio de la entrada en pesos aunque él quedó atrapado en un contrato en dólares, casi sin marcas auspiciantes -excepto una casa de electrodomésticos- que apoyen el emprendimiento. La economía le jugó una mala pasada y la pregunta que surge ahí es: ¿por qué le pasa esto en particular a él siendo una persona tan importante e influyente, cómo es que nadie (suponemos) le avisó que se venía una devaluación o una crisis?

SG y DM: -"Y eso, está en el libro…".

(Prensa Penguin Random House)
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¿Palito y Sinatra se hicieron amigos? ¿Sinatra lo ayudó a recuperarse económicamente en Miami?

DM: -No diría que se hicieron amigos; lo que pasó entre ellos fue un reconocimiento a la lealtad, al esfuerzo que hizo Palito para cumplir con ese contrato impagable. Es una contraprestación de servicios con una carga emocional, y jugó un papel importantísimo Sinatra en la recomposición de Palito en Estados Unidos.

SG: -La evidencia está en el detalle de la escena en la escalera del avión cuando Sinatra se va -lo mira a los ojos a Palito- y le dice 'yo sé todo lo que pasó' en referencia a la deuda con la que él quedó. Por otro lado, el hecho de que no se volvieron a ver nunca más. Me parece que para Palito más allá de toda la ayuda que le pudo haber dado Sinatra, le dejó un recuerdo amargo. Esto no figura en el libro pero Palito nos contó que Sinatra le mandaba tarjetas de navidad para las fiestas todos los años e invitaciones a los conciertos y él nunca fue, no lo volvió a ver nunca más. Es cierto que fue fundamental para la reconstrucción de su economía y él vivió en Miami hasta que volvió para ser gobernador de Tucumán. Habrá estado unos cinco años que le sirvieron para reconstruirse económicamente.

(Prensa Penguin Random House)
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¿Qué anécdota o memoria destacarían de la Operación Sinatra?

DM: -Sinatra vino con el CEO del Caesars Palace a la Argentina, algo que a 37 años de esta historia ni se sabía y lo encontramos en el archivo. Le armó una reunión con los administradores del casino de Mar del Plata, esa mañana del día que firmaron el contrato con Palito, a Sinatra le devolvieron la licencia de manejar casinos. Con esa licencia él trabajaba -de alguna manera- para el Caesars Palace y trajo al que sería su jefe o socio, para ver si podía hacer un negocio en la Argentina. Finalmente no pasó pero hasta le ofrecieron comprar un casino en Chaco, cosas que pasan en nuestro país nada más. Nos pareció un hallazgo en esto que parece trivial pero atraviesa toda la historia: lo político, el Sinatra empresario, el relacionado con la mafia y el juego.

SG: -El libro no deja de tener un montón de anécdotas sobre los shows: la lista de canciones que eligió Sinatra, los músicos que trajo, su relación con la prensa en la Argentina (sucedieron dos hechos prácticamente inéditos en los últimos años de su carrera: una conferencia de prensa y una nota aparte). Logramos mezclar toda la trastienda y la discusión política de este Sinatra 'con mensaje' y político, con la crónica musical que recuerda la gente de su visita y la particularidad de cómo se produce un show de semejante envergadura en la Argentina -sin ninguna experiencia ni condiciones técnicas adecuadas para este tipo de espectáculos-. Buscamos argentinizarla: viene una súper estrella mundial, llega a este país de 'todo atado con alambre' y se hacen las cosas así en este caso también. Habla mucho de nosotros, también para la investigación nos chocamos con los problemas que tiene la Argentina: la falta y el abandono de los archivos.

DM: -La negligencia absoluta para guardar cosas importantes: Crónica le donó sus fotos a la Biblioteca Nacional pero no hay presupuesto para administrarlas (están en cajas que no se pueden abrir, ver ni tocar) y ellos no hacen nada.

SG: -El Archivo General de la Nación de toda la presidencia de Viola tiene una sola foto, que no tiene nada que ver con Sinatra. Y así y todo sacamos adelante el proyecto: Sinatra le declaró a la revista Gente: 'ustedes tienen el corazón latino y la rigurosidad de los sajones'. Es una linda definición: hacemos todo a los ponchazos pero lo hacemos, por supuesto que si todo funcionara bien con nuestra fuerza podríamos hacer cosas mucho mejores.

(Prensa Penguin Random House)
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Y alguna de su propio anecdotario, surgida durante la realización del libro…

DM: -Para la entrevista con Palito primero vino un enviado, a hablarnos muy bien de él durante 45 minutos. Nos citó a un horario y estuvo su allegado para contarnos lo bueno que era Palito y un montón de cosas a beneficio que hacía en el interior; entonces cuando llegó Palito era nuestro tío, lo queríamos abrazar. Muy inteligente, te genera un compromiso en las preguntas porque cómo vas a incomodar a este buen hombre, ¡no quiero molestarlo, si es buenísimo! La entrevista con Palito -más allá de que Finkel fue clave en esto como fuente alternativa a la historia oficial-, haber podido hablar con él y habernos encontrado con esa figura tan importante fue clave. Ahí nos dimos cuenta de que había un libro, una historia interesante para contar.

SG: -Ahora que lo pienso, la estrategia de Palito (con su enviado) es igual a la de Lee Solters -jefe de prensa de Sinatra-, quien generaba empatía con el periodista justo antes del momento de las entrevistas, evidentemente lo aprendió. Si es tan buena persona ¿qué pregunta picante le puedo hacer a un hombre que hace tanto bien por la humanidad, yo que soy un jodido y vengo a preguntarle cosas sobre su pasado… ?

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