A fines del año pasado la web holandesa Street Art Today eligió entre los 7 mejores murales del mundo del mes de noviembre, uno que la artista argentina Milu Correch pintó en Quilmes. Después de la repercusión, de que varios medios nacionales reprodujeran la noticia, en diálogo con Infobae Cultura, la muralista deja pasar de largo los halagos y da una opinión -tan filosa como real- del reconocimiento: "si el dominio de esa página lo hubiese pagado un tucumano, nadie me estaría preguntando por la mención".
Milu pone distancia. No le gustan las entrevistas cara a cara y tampoco por teléfono. Es cuidadosa con lo que dice y también con lo que vayan a hacer de eso que ella dice. Por eso prefiere responder por escrito. Las veces que sea necesario. En uno o en varios e-mails. Pero por escrito.
Oriunda de Villa Urquiza, Correch no se deja encandilar por las luces del bien o mal llamado movimiento street art porteño, que quiera o no la tienen como una de sus grandes exponentes. No se sube a la ola que en los últimos años se convirtió en la estética de bares palermitanos, de marcas multinacionales, en uno de los caballos de batalla del gobierno de la Ciudad detrás del "embellecimiento urbano", formas que ella dice, nada tienen que ver con lo que hace.
– Street Art Today eligió uno de tus murales entre los mejores del mundo del mes de noviembre de 2017, parte de lo que fue "Entre Cenizas", tu primera exposición individual. ¿Cómo te caen estos reconocimientos del mundillo del street art?
– Esto pertenece a ese lado sensacionalista de esta disciplina que me incomoda. Si bien comprendo los beneficios de la difusión, rechazo las formas exitistas y sensacionalistas como los top 10. Street Art Today es un blog de un holandés como otros miles de blogs sobre esta disciplina, creo que si el dominio de este blog lo hubiese pagado un tucumano, nadie me estaría preguntando por la mención. Me gustaría que se hagan más notas y se difunda más esta disciplina desde posiciones más interesantes, con entrevistas de más contenido basadas en obras pictóricas de trabajo real.
Sin embargo Street Art Today es más que "un blog". Es una agencia de arte en Holanda, tiene relación con los artistas urbanos más reconocidos alrededor del mundo y está a punto de abrir un museo propio en la ciudad de Amsterdam. Pero ante la pregunta Correch aprovecha para marcar una posición y mostrar la otra cara de la mención.
– ¿Cuándo y por qué empezaste a pintar en la calle?
– Empecé a pintar en la calle hace 5 años. Desde siempre disfruté de la pintura como una actividad recreativa y cuando mi barrio de Villa Urquiza se empezó a llenar de murales, me enamoré del formato y empecé a pintarlos luego de un taller de gran formato.
-¿Cómo veías el arte urbano entonces y cómo lo ves ahora?
– "Arte urbano" no es el término que más me gusta. Creo que en lo que respecta a los murales en la vía pública, se ha cambiado el modo de mirarlos, su consumo por medio de las redes sociales ha devorado un poco la instantaneidad y la experiencia sin mediadores. A su vez, la producción institucional de estos agrega otra mediación.
– ¿Cambió el movimiento o cambiaste vos?
– Yo por suerte cambio siempre. Creo que cambió la actividad y a su vez, cambié mi posición con respecto a esta.
Cuando en un título pueden convivir las frases "argentina" y "mejor del mundo", la ecuación por lo general no falla: la noticia se gana un lugar en las webs y ediciones papel de los diarios nacionales. Un poco eso pasó cuando en noviembre pasado el mural que Correch pintó en el barrio de Los Álamos, en Quilmes, fue seleccionado por la web holandesa.
El arte urbano, street art, muralismo urbano, términos unos más específicos, más foráneos, otros más de moda que otros, apuntan a fin de cuentas a hablar de lo mismo: hacer arte en la calle. Sin embargo se vuelve cada vez más difícil definir la "pureza" de un movimiento que hoy es utilizado por marcas, por empresas, por la televisión y por el propio gobierno, para fines que poco o nada tienen que ver con el arte.
Quizás el recorrido sea inevitable. Un fenómeno crece y se vuelve apetecible para la industria y hasta para la política. A cambio los artistas que hasta ese momento cargaron con las dificultades de hacer arte, de vivir de eso, se encuentran frente a la oportunidad de acceder a soportes más grandes, pintar en lugares que les eran inaccesibles, que les paguen por hacerlo. Algunos aceptan y otros no. Las negociaciones son tan variadas como los protagonistas.
– ¿Qué te genera que hoy los artistas sean buscados por marcas, por el gobierno, que pintar una pared esté un poco de moda, se convierta en una política de embellecimiento urbano?
– Bueno, el capitalismo captura absolutamente todo y eso es inevitable. Creo que es necesario que los actores de esta actividad la repensemos y tomemos, al menos, mínimas posiciones ya que a veces somos el circo de procesos nefastos y arcaicos como el "embellecimiento urbano". Las marcas y demás hegemonías siempre van a buscar a los artistas, depende de nosotros qué es lo que encuentran.
– En abril de este año presentaste Entre Cenizas, tu primera exposición: ¿Qué es?
– Entre Cenizas plantea un fantástico puro inquietante. Con ingenuos ingredientes lograr una imagen con misterio propio, genera una curiosidad que no se ve fácilmente saciada e invita a llenar con historias propias.
Las niñas son despojadas de inocencia infantil ocultadas detrás de una máscara que no proponen una escena lúdica sino una historia secreta, una historia más oscura que se balancea entre este mundo y otro aún oculto.
"Los autos quemados son objetos truncados, máquinas que ya no cumplen la función para la cual fueron creadas, objetos estéticos cuyos óxidos dan una vida más orgánica e inútil. Son evidencias del fuego y el tiempo que ahora encierran en su estática", explica.
Y agrega: "Ahora estoy empezando una serie de brujas. Mi último muro en Belo Horizonte en un edificio de 28 pisos de altura es el inicio de esa serie".
– ¿Cómo llevas esto de estar hoy pintando más afuera del país que en Buenos Aires?
– No lo llevo, me llevan. Últimamente trabajo más afuera con mi obra que en Buenos Aires, aunque este año empezaré a trabajar en proyectos en barrios fuera de la Ciudad de Buenos Aires, uno muy interesante en Quilmes y otro de gran formato en Berazategui.
– Hoy qué tomás y de qué decidís apartarte de la escena del arte urbano
– Tomo que se está valorando más el trabajo del pintor. Dejo el sensacionalismo, la no toma de posición, la colonización de barrios con patrimonios propios, las convocatorias machistas, la publicidad a instituciones represivas, ese tipo de cosas.
– Si tuvieras que responder a la pregunta "¿De qué hablan las obras de Milu Correch"? ¿Que dirías?
– De la ambigüedad, de lo que quieras.
SEGUÍ LEYENDO
Arte urbano: el fotógrafo que quiso detener el tiempo en las paredes de Buenos Aires