
El debate sobre si leer libros es cognitivamente superior a escuchar audiolibros ha adquirido relevancia en una época donde los hábitos de consumo cultural se transforman vertiginosamente. Aunque ambos formatos permiten acceder a historias, conocimiento y placer literario, una revisión detallada de la evidencia científica revela diferencias notables en los procesos mentales que activan, los efectos sobre la comprensión y los beneficios que ofrecen.
Diferencias cognitivas clave entre leer y escuchar

Los expertos sostienen que “leer libros y escuchar audiolibros estimulan diferentes elementos cognitivos, cada uno con sus propios beneficios”. Leer requiere decodificar símbolos visuales y activar circuitos cerebrales complejos relacionados con el pensamiento profundo y planificado. Escuchar, en cambio, moviliza el procesamiento auditivo y aprovecha matices de entonación, ritmo y emoción que otorga el narrador. De acuerdo con Janet Geipel, de la Universidad de Exeter, “la lectura, en cambio, depende de nuestra voz interior, lo que puede hacer que la experiencia sea más personal y personalizada. Estas diferencias, afirma, podrían influir en cómo procesamos y utilizamos la información”.
Beneficios exclusivos de la lectura tradicional

La lectura tradicional, especialmente en papel, ofrece beneficios ampliamente documentados. Permite lo que se denomina “lectura profunda”, que implica establecer conexiones entre partes del texto, reflexionar sobre su relevancia personal y formular preguntas críticas. Estos procesos están asociados con el desarrollo de la empatía y la teoría de la mente, elementos clave para entender pensamientos y emociones ajenos. Diversos estudios también vinculan el nivel de alfabetización con la salud física y mental, así como con la longevidad.
Un estudio relevante, realizado con más de 3,500 personas, concluyó que quienes leen libros alrededor de 30 minutos diarios tienen “un 20 % menos de probabilidades de morir en los siguientes 12 años que quienes no leían nada”. Además, se halló que los beneficios eran mayores entre quienes leían libros que entre los que preferían periódicos o revistas, sugiriendo que la exposición a historias complejas activa habilidades cognitivas diferentes.
Factores que pueden influir en los efectos de la lectura
No obstante, identificar el valor independiente de la lectura exige considerar factores externos. Es posible que quienes leen más se beneficien de mejores condiciones socioeconómicas, más tiempo libre o incluso facilidad genética para la lectura. El estudio de los 3,500 participantes trató de controlar estas variables, pero reconoce que los resultados pueden estar influidos también por estos elementos.
Papel, pantalla y audiolibros: comparación

La forma en que se consume el texto importa. Diversas investigaciones muestran que leer en pantalla tiende a promover el “hojeo” superficial. Los experimentos dirigidos por Anne Mangen de la Universidad de Stavanger y Frank Hakemulder de la Universidad de Utrecht determinan que “quienes leían con frecuencia textos breves en pantalla eran menos propensos a buscar el significado de un pasaje que quienes leían libros”. Además, “cuanto más expuestas estaban las personas a la lectura en pantalla, menos perseverancia mostraban al abordar textos literarios más extensos”. Este fenómeno puede tener consecuencias sobre la comprensión y el disfrute literario profundo.
En cuanto a los audiolibros, la evidencia científica sostiene que la comprensión suele ser bastante similar a la obtenida al leer, aunque existen algunas diferencias sutiles que merece la pena explorar.
Estudios sobre comprensión y procesamiento
Un metaanálisis, que revisó 46 estudios sobre la comprensión de lectura y escucha, halló una “ligera ventaja a la hora de hacer inferencias sobre un texto” para quienes leen, como aplicar el contexto o interpretar los sentimientos de los personajes. Sin embargo, la mayoría de las medidas de comprensión global son comparables entre ambos formatos, lo que sugiere que la elección puede depender del objetivo individual y del contexto en que se consume el contenido.
Elementos cognitivos activados y el rol de la atención
Geipel enfatiza que “lo que sí puede ser perjudicial es la forma en que se gestiona la atención: si estás completamente concentrado, escuchar es tan efectivo como leer, pero si realizas varias tareas a la vez mientras escuchas, tu nivel de procesamiento puede ser menor que cuando te sientas a leer sin distracciones”. Así, la atención plena, más accesible al leer que al escuchar en multitarea, parece crucial para maximizar el beneficio cognitivo.
Combinar lectura y audiolibros
La combinación de ambos formatos presenta matices. Un metaanálisis de Virginia Clinton-Lisell de la Universidad de Dakota del Norte señala que “escuchar mientras se lee puede tener un pequeño beneficio para la comprensión”, sobre todo para personas con dificultades de decodificación, como quienes aprenden un idioma o tienen baja alfabetización. Para lectores competentes, el uso simultáneo puede causar sobrecarga cognitiva y reducir la eficiencia debido a la redundancia informativa.
Elección personal y situaciones prácticas
El acceso a audiolibros resulta especialmente valioso para quienes enfrentan dislexia, problemas de visión o viajes largos. Geipel sintetiza la cuestión: “escuchar audiolibros no es intrínsecamente perjudicial”. La preferencia personal, el contexto y el nivel de concentración disponible deben guiar la decisión. En última instancia, disfrutar de una historia, ya sea leída o escuchada, aporta beneficios frente a no contactar con la literatura. La clave está en adecuar el medio al objetivo y las circunstancias propias.
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