Una abeja fosilizada en Nueva Zelanda desafía lo que se sabía sobre su evolución

Científicos encuentran un ejemplar del Mioceno en excelente estado, lo que sugiere que las abejas llevan millones de años en la región

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Este descubrimiento desafía la teoría
Este descubrimiento desafía la teoría de un origen reciente de las abejas en Nueva Zelanda (Imagen Ilustrativa Infobae)

En Nueva Zelanda, un hallazgo paleontológico ha reescrito la historia de los polinizadores en la región. Se trata del fósil de Leioproctus barrydonovani, una abeja que vivió hace 14,6 millones de años durante el Mioceno Medio. Este descubrimiento, realizado en el yacimiento de Hindon Maar, en Otago, representa el registro más antiguo conocido de este tipo de insectos en la zona y plantea nuevos interrogantes sobre su evolución.

Este ejemplar pertenece al género Leioproctus, un grupo de abejas que aún existen en Nueva Zelanda y Australia. Su morfología sugiere que estaba adaptado a la polinización de plantas autóctonas, lo que lo convierte en una pieza clave para comprender la historia ecológica de la región.

Los detalles del hallazgo

El fósil fue encontrado en una formación sedimentaria de gran valor científico debido a su excelente estado de conservación. Hindon Maar, un depósito de origen volcánico, ha preservado restos de flora y fauna con un nivel de detalle excepcional, lo que permitió a los investigadores reconstruir con precisión el entorno en el que vivió esta especie.

“La biota de Nueva Zelanda es un mosaico de linajes antiguos intercalados con conjuntos de especies relativamente nuevas que se han diversificado desde el Oligoceno-Mioceno”, dijeron el Dr. Michael Engel del Museo Americano de Historia Natural y el Dr. Uwe Kaulfuss de la Universidad Georg-August de Göttingen.

Asimismo, los encargados del descubrimiento -publicado en la revista Zoosystema- añadieron: “La fauna es típica de una biota insular, reflejo de linajes que se dispersaron en la masa continental en distintos momentos desde su separación de Gondwana hace unos 80 millones de años y luego se especiaron”.

El análisis de la vegetación fósil de Hindon Maar indica que el hábitat de Leioproctus barrydonovani incluía árboles del género Nothofagus (haya del sur) y diversas especies de Podocarpaceae, una familia de coníferas ampliamente distribuida en el hemisferio sur. Además, se ha identificado la presencia de Pseudopanax, un género de plantas de la familia de las araliáceas que aún persiste en Nueva Zelanda.

Las condiciones del yacimiento de Hindon Maar han permitido preservar detalles morfológicos de Leioproctus barrydonovani con un nivel de resolución inusual en fósiles de insectos. Esto ha facilitado su identificación y ha permitido inferir aspectos de su comportamiento ecológico, como su posible relación con ciertas especies de plantas del Mioceno.

El fósil de Leioproctus barrydonovani,
El fósil de Leioproctus barrydonovani, hallado en Nueva Zelanda, data de hace 14,6 millones de años (M.S. Engel & U. Kaulfuss)

Su impacto en la teoría de la evolución de las abejas

Este descubrimiento ha puesto en duda las hipótesis previas sobre la historia de las abejas en Nueva Zelanda. Hasta ahora, los científicos creían que estos insectos llegaron a la región en tiempos relativamente recientes, posiblemente durante el Pleistoceno. Sin embargo, la presencia de una abeja en el Mioceno Medio sugiere que su linaje es mucho más antiguo y que estos polinizadores han estado presentes en la isla por al menos 14,6 millones de años.

Se desafía la idea de que las abejas modernas de Nueva Zelanda descienden de colonizadores recientes provenientes de Australia. En lugar de eso, Leioproctus barrydonovani sugiere que existió una población estable de abejas en la región durante el Mioceno.

Actualmente, Nueva Zelanda cuenta con solo 42 especies de abejas nativas, de las cuales 28 son endémicas. Esta baja diversidad contrasta con la riqueza de polinizadores en otras partes del mundo y podría explicarse por eventos de extinción masiva. “Esto ha llevado a la percepción de que las abejas son relativamente nuevas en Nueva Zelanda y, en ausencia de cualquier registro fósil, ha sido un desafío determinar la antigüedad de la melitofauna”, señalaron los paleontólogos.

Mientras que otra posible explicación para la escasa diversidad de abejas en Nueva Zelanda es la competencia con otros polinizadores, en particular las moscas de la familia Diptera. En la actualidad, los dípteros generalistas desempeñan un papel clave en la polinización de la flora nativa neozelandesa, lo que sugiere que las abejas no lograron consolidarse como los principales polinizadores en la región.

Relación con las abejas modernas

Uno de los aspectos más intrigantes del hallazgo de Leioproctus barrydonovani es su posible conexión con las abejas actuales de Nueva Zelanda. Si bien pertenece al género Leioproctus, aún no está claro si esta especie es un ancestro directo de las abejas modernas o si, por el contrario, representa un linaje extinto sin descendencia.

Los investigadores manejan dos hipótesis principales. La primera sugiere que Leioproctus barrydonovani formó parte de una colonización temprana de Nueva Zelanda por parte del género Leioproctus, pero que este primer linaje no logró sobrevivir hasta la actualidad. En este caso, las especies actuales podrían haber llegado en una oleada migratoria posterior, probablemente desde Australia.

La segunda hipótesis plantea que esta abeja es parte del linaje ancestral de las especies nativas de Leioproctus que hoy habitan en Nueva Zelanda. Si esto es cierto, implicaría que las abejas de la región han persistido durante millones de años, atravesando cambios climáticos y eventos ecológicos extremos.

A medida que avancen las investigaciones, los científicos esperan encontrar nuevos fósiles que permitan dar nueva luz sobre su evolución y su relación con las especies actuales.