
Desde la aparición del SARS COV-2 en todo el mundo, una cantidad significativa de evidencia ha demostrado que las personas con diabetes mellitus (DM), la conocida como diabetes tipo 1 tienen un riesgo particularmente alto de morbilidad y mortalidad por el virus. Apenas unos meses después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara una pandemia, comenzaron a surgir informes de casos que demostraban el impacto desproporcionado de la COVID-19 en las personas con diabetes. Un informe inicial de Seattle demostró que casi el 60% de los pacientes en estado crítico que observaron tenían diabetes
Estos hallazgos fueron consistentes con un metanálisis reciente de 33 estudios de todo el mundo, que encontró estimaciones de efectos combinados para las personas con diabetes que demostraron un aumento del 90% en el riesgo de mortalidad y un aumento del 175% en el riesgo de un curso grave de la enfermedad. La diabetes mellitus tipo 1 (DT1) representa aproximadamente el 5% de todos los casos de DM.
Ahora, en una reciente investigación los científicos descubrieron que los pacientes infectados con el SARS-CoV-2 tenían un 42% más de probabilidades de desarrollar diabetes tipo 1 que aquellos que no contrajeron COVID-19 durante el período de estudio. El riesgo es más alto entre los pacientes pediátricos más jóvenes (los menores de 1 año tenían un riesgo mayor al 584%) y entre los pacientes adultos mayores con COVID-19.
“Particularmente en las poblaciones pediátricas, esta enfermedad no suele ser una afección que pone en peligro la vida y, a menudo, no es grave. Pero la diabetes tipo 1 suele ser una enfermedad de por vida que requiere un gran seguimiento por parte de la comunidad médica, aumenta el riesgo de muerte y de comorbilidad a largo plazo”, explicó Trenton Honda, profesor clínico y decano asociado de la Facultad de Ciencias de la Salud Bouvé de Northeastern, y miembro del equipo de investigación dirigido por Fares Quedan en la Universidad Loyola de Chicago.

Usando datos de una cohorte nacional de EE.UU. que sumó a más de 27 millones de personas, pudieron confirmar que el riesgo de diabetes tipo 1 de nueva aparición aumenta significativamente después del diagnóstico de COVID-19. Detectaron variabilidades de raza, funcionales a la composición de la población norteamericana.
Una de las preocupaciones de los profesionales que desarrollaron esta importante investigación que acaba de publicarse en la revista especializada PLOS One, ha sido reconocer los costos ocultos para la población en términos de salud que el COVID pueda haber generado o producirá en el futuro a las personas, más allá del propio virus.
En términos de diabetes, Cynthia E. Muñoz, expresidenta de atención médica inmediata y educación de la Asociación Estadounidense de Diabetes (ADA, por sus siglas en inglés), también parte del estudio, sugirió que “todavía se está investigando el vínculo entre el COVID-19 y la diabetes”. Los científicos localizaron evidencia de que el virus daña las células del páncreas. El COVID-19 impacta las células beta que producen la hormona insulina. Si las células beta no funcionan bien y no pueden producir suficiente (o ninguna) insulina, la glucosa no puede pasar del torrente sanguíneo a las células. Eso puede desencadenar diabetes.
“Aún se desconoce si esas células finalmente se recuperan de la lesión infligida por COVID-19 o si el daño es a largo plazo”, completó Senta Georgia, investigadora principal del Centro de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo del Hospital Infantil de Los Ángeles, integrante del equipo a cargo de la presente investigación. En el pasado ya se había considerado que otros virus, como, por ejemplo, las paperas, podían desencadenar la diabetes tipo 1 y se supone que habría ciertas personas genéticamente predispuestas a que eso suceda.

Los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) se han sumado a analizar la posible conexión entre COVID-19 y la diabetes. “El mecanismo de cómo el SARS-CoV-2 podría conducir a un incidente de diabetes probablemente sea complejo -escribieron los autores en su documento-. No está claro aún qué causó el aumento y si la diabetes resultaría ser transitoria o crónica”. En tanto, se encuentran profundizando este último punto en una nueva etapa de su investigación.
Otro estudio publicado en marzo pasado, detectó que las personas que se recuperaron de la COVID-19 en el último año tienen un 40% más de probabilidades de recibir un nuevo diagnóstico de diabetes en comparación con las que no estaban infectadas. El COVID-19 parece aumentar significativamente el riesgo de diabetes en aproximadamente un 40% en 1 año, según nuevos datos de una población. “Si los pacientes tienen antecedentes de COVID-19, ese es un factor de riesgo para la diabetes y sin duda deberían someterse a pruebas de detección de diabetes”, dijo el coautor del estudio, Ziyad Al-Aly, MD, nefrólogo y jefe de investigación y desarrollo en VA St. Louis Health Care, Missouri.
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