
Más de dos millones de personas han enfermado en Cuba por una epidemia de arbovirosis que incluye dengue, chikungunya y oropouche, según datos oficiales citados en un informe reciente del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC). El documento, publicado en diciembre de 2025, describe un colapso del sistema sanitario que, de acuerdo con el análisis, no responde a causas externas o imprevistas, sino a políticas nacionales sostenidas que han reducido de forma progresiva la capacidad estatal para proteger la salud de la población.
El OCAC sostiene que la crisis sanitaria cubana actual ocurre en un contexto marcado por la degradación sostenida de la infraestructura hospitalaria, la escasez de medicamentos y de material médico, la salida masiva de personal sanitario y la falta de transparencia en los reportes oficiales.
Según el informe, de los 395 medicamentos que BioCubaFarma debía suministrar al Sistema Nacional de Salud hasta enero de 2025, 255 (64,56%) estaban en falta. La compañía no ofreció reportes actualizados después de esa fecha, por lo que no es posible conocer la magnitud actual del desabastecimiento.
El porcentaje dedicado a salud pública y asistencia social en la inversión nacional promedió el 2% en la última década, mientras que el sector turístico, controlado por GAESA, absorbió 31,36% de las inversiones, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
En materia de personal, la cantidad de médicos se redujo en 5.399 entre 2023 y 2024, con una caída acumulada de 30.767 desde 2021. El programa de médicos de familia pasó de 27.535 en 2023 a 12.912 en 2024. El personal de enfermería también disminuyó: en 2024 había 71.948 profesionales, lo que representa 15.035 menos que en 2021. El sistema perdió 7.144 camas hospitalarias entre 2019 y 2024. La reducción más significativa ocurrió en hospitales generales (2.812), clínico-quirúrgicos (1.938) y pediátricos (857), así como en policlínicos (1.004).
La crisis se profundiza por factores ambientales y de saneamiento: solo 68% de los residuos sólidos se recogen diariamente en La Habana, según OCAC, mientras el resto permanece en la vía pública y genera focos infecciosos. El control de vectores es insuficiente por falta de brigadas y recursos, lo que facilita la propagación de mosquitos transmisores de virus.
El acceso a medicamentos depende en gran medida del mercado informal o de remesas provenientes del exterior, dado que en farmacias no ingresan jarabes pediátricos desde hace años y escasean productos básicos como guantes, jeringas o sales de rehidratación oral. Los profesionales entrevistados informan que, ante la falta de materiales y equipos, recurren a diagnósticos clínicos generales bajo la categoría de “síndrome febril inespecífico”, sin posibilidad de diferenciar entre las distintas arbovirosis.
La seguridad alimentaria presenta otro panorama crítico. Según el informe, más del 80% de los alimentos consumidos son importados y el país no cumple ningún estándar internacional definido por la FAO en materia de disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad de alimentos. En 2024, UNICEF incluyó por primera vez a Cuba en su informe sobre pobreza alimentaria infantil, con 9% de niños en situación grave. Para fines de 2024, una familia de dos personas necesitaba más de 24.000 CUP mensuales solo para alimentación, entre 12 y 15 veces el salario mínimo.

La combinación de inseguridad alimentaria, estrés por crisis energética y sanitaria ha dejado a la mayoría de la población en situación de inmunodepresión. Solo el 15% logra garantizar tres comidas diarias.
En el plano epidemiológico, la respuesta oficial reconoce casos de dengue y chikungunya en toda la isla, con un foco inicial en Matanzas. El Ministerio de Salud Pública (MINSAP) informó oficialmente 33 fallecidos por arbovirosis hasta diciembre de 2025 —12 por dengue y 21 por chikungunya— aunque el cálculo realizado por OCAC, aplicando tasas de letalidad moderadas (0,3%), estima al menos 8.700 muertes, lo que representaría una cifra 185 veces superior a la reportada por el gobierno.
La práctica de subregistro en las causas de muerte fue señalada por personal sanitario entrevistado para el informe, quienes describieron directivas para no consignar arbovirosis recientes como causas antecedentes en los certificados de defunción. Según OCAC, esto dificulta la obtención de cifras precisas sobre el impacto real del brote.
La enfermedad chikungunya, además, deja secuelas crónicas en una parte importante de los afectados: entre 30% y 60% de los pacientes presentan síntomas articulares prolongados, especialmente adultos mayores, mujeres y personas con comorbilidades. El sistema de salud cubano, de acuerdo con la investigación, carece de recursos para ofrecer tratamiento o rehabilitación, lo que deriva en incapacidad laboral, pérdida de ingresos y aumento de la vulnerabilidad social.
El OCAC es un proyecto de la sociedad civil cubana independiente, auspiciado por Cuba Siglo 21. José Manuel González Rubines coordinó la investigación y procesamiento de datos.
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