Qué significan las pañoletas que lucían las dos medallistas olímpicas de Ecuador en Tokio

La vestimenta refleja los orígenes afro de Neisi Dajomes y Tamara Salazar, quienes ganaron oro y plata, respectivamente

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Foto del domingo de la ecuatoriana Neisi Dajomes tras ganar el oro en la prueba de 76 kilos de halterofilia. 
REUTERS/Edgard Garrido
Foto del domingo de la ecuatoriana Neisi Dajomes tras ganar el oro en la prueba de 76 kilos de halterofilia. REUTERS/Edgard Garrido

Neisi Dajomes y Tamara Salazar se convirtieron en las dos únicas mujeres medallistas olímpicas del Ecuador luego de sus participaciones en la disciplina de levantamiento de pesas de 76 kg y 87 kg, respectivamente. Dajomes consiguió la medalla de oro y Tamara, la de plata. Además de sus impecables levantamientos, sus atuendos resaltaron en los Juegos Olímpicos. Tanto Neisi como Tamara usaron pañoletas de colores atadas en forma de lazo en sus cabezas, esta prenda que podría verse como un detalle de moda, en realidad es un homenaje a las raíces afro que ambas comparten.

Tamara Salazar así lo explicó en sus primeras declaraciones, recogidas en El Comercio de Ecuador, luego de ganar la presea de plata: “Significa mucho porque identifica nuestra tradición afroecuatoriana y porque también se nos ve bien”. Por su parte, Neisi Dajomes también ha resaltado que el uso de esta prenda representa sus orígenes afro: “Siempre la he usado, pueden revisar fotos de mis competencias anteriores. Es una muestra de respeto a nuestras raíces”, dijo la medallista.

Las pesistas han confirmado la fuerza física de la mujer en su disciplina: la halterofilia, históricamente practicada por hombres. Además, han mostrado que la estética y la fuerza pueden complementarse: “Me gusta verme bien cuando compito, el hecho de que seamos pesistas no quiere decir que no tengamos un lado femenino, al contrario, seguimos siendo mujeres y demostramos nuestra potencia y talento”, declaró Neisi, quien muestra su carisma a través de su vestimenta, cargada de simbolismos.

Prueba de lo anterior son los zapatos que Neisi utilizó durante la competencia en Tokio, estos eran de distinto color, uno rosa y otro verde. La razón es que intercambió un zapato con su hermana Angie Palacios, también pesista y ganadora de un diploma olímpico en estos juegos en la división de los 64 kg. Palacios ha declarado que esa era una forma de que ambas hermanas se sientan acompañadas por la otra en sus participaciones.

Para entender el significado de la prenda de las pesistas ecuatorianas, que podría ser parte del Museo del Comité Olímpico de Ecuador, hay que conocer el origen del turbante.

El turbante africano o foulard en el francés de África occidental subsahariana aparece para cuidar la rizada cabellera de las mujeres en las arenosas ventiscas de los desiertos, para resistir el impacto del sol en el trabajo agrícola y, posteriormente, como forma de identificación étnica.

Con el comercio transatlántico de esclavos africanos de los siglos XVI y XIX se produjo una gran diáspora que trajo en condiciones infrahumanas a, al menos, 14 millones de personas, con la finalidad de esclavizar las en el continente americano. Las personas pertenecían a países occidentales de África, especialmente de las actuales Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camerún.

Tamara Salazar de Ecuador, durante la prueba de hoy de los Juegos Olímpicos 2020. EFE/ Miguel Gutiérrez
Tamara Salazar de Ecuador, durante la prueba de hoy de los Juegos Olímpicos 2020. EFE/ Miguel Gutiérrez

En su arribo forzoso, los esclavos trajeron sus formas de vestir, vivir y de concebir el mundo. Las mujeres siguieron usando sus turbantes para protegerse del calor y luego del frío, según el lugar al que fueran. También lo hicieron como forma de identificación de las lideresas, para esconder el oro que les permitiría sobrevivir al huir de la esclavitud, para guardar las rutas de escape que se tejían en sus trenzas y para esconder sus frondosas cabelleras de la depredación sexista de sus capataces.

Ecuador tiene entre un 7% y un 10% de población afrodescendiente. Esto representa entre 1 y 2 millones de personas afroecuatorianas. A esta cifra tiene que sumarse las distintas variaciones étnicas que derivan de lo considerado como mulato y que se manifiesta en características fenotípicas muy presentes en gran parte de un país dominado por el mestizaje entre lo indígena, negro y blanco.

Dajomes y Salazar son guapas mujeres de 23 años. En sus esbeltas figuras se guardan los años de dedicación al deporte como en sus brazos se muestra la fuerza de dos pesistas de alto rendimiento físico. En sus hermosos rasgos se descubre a dos mujeres mulatas que son orgullosas de serlo y de poder portar en sus frondosas cabelleras rizadas la fuerza y la valentía de siglos de resistencia afrodescendiente que ha sufrido la marginación, la exclusión y el rechazo de una sociedad indolente, pero que hoy tienen su propia reparación.

Hoy todas las niñas y jóvenes en Ecuador quieren verse como Neisi Dajomes y como Tamara Salazar. Ambas se han convertido en las heroínas de una nueva generación que mira con admiración su feminidad valiente, bonita, delicada y fuerte. Muchas niñas, adolescentes y jóvenes quieren usar el turbante africano como muestra de respeto y admiración por Dajomes y Salazar.

Aunque para algunos esto podría considerarse un gesto de apropiación cultural, difícilmente podría interpretarse negativamente el querer imitar la fuerza, carácter y vestimenta de estas dos mujeres que se han convertido en emblema de toda una nación que encuentra su orgullo en su diversidad cultural.

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