La batalla de un joven nicaragüense para que le quiten el nombre de su padre a una estación policial

Dice que la fuerza en la que su padre fue jefe es ahora solo “un grupo uniformado y armado, que siembra el terror y ha cometido crímenes de lesa humanidad”

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El policía Juan José Suazo, fallecido en 2015. A la derecha, su hijo, Gerson Snayder.
El policía Juan José Suazo, fallecido en 2015. A la derecha, su hijo, Gerson Snayder.

Gerson Snayder Suazo, de 25 años, ha iniciado una campaña para que la Policía de Nicaragua quite el nombre de su padre de una estación que inauguró el viernes 20 de septiembre pasado, en el occidental municipio de Chichigalpa.

“Esta Policía no es la policía en la que sirvió mi padre”, dice el joven. “Yo no le llamo Policía sino grupo uniformado armado, que siembra el terror y ha cometido crímenes de lesa humanidad. No veo cómo la memoria de mi padre sea representada por una banda criminales”, dice.

Gerson Snayder Suazo era hasta abril del 2018 un miembro de la Juventud Sandinista. Toda su familia era simpatizante del gobernante partido Frente Sandinista. Y su padre, quien llegó a ser el segundo jefe policial de Chichigalpa, murió en un accidente de tránsito en octubre de 2015, siendo sandinista.

Todos éramos sandinistas. Incluso yo pertenecía a la Juventud Sandinista. Tengo un grupo musical. Ese grupo yo lo ponía a la orden en actividades de la Juventud Sandinista. Tocábamos en actos y tarimas. Yo, además, era coordinador en el municipio del movimiento (medioambientalista y progubernamental) Guardabarranco, ya que me interesa mucho la reforestación y el medio ambiente”.

La posición política del joven cambió radicalmente en abril de 2018 cuando fue agredido un grupo de ancianos que se manifestaban en la ciudad de León contra las reformas a la seguridad social que había anunciado el gobierno de Daniel Ortega. A raíz de este hecho, la población, principalmente los jóvenes, salió masivamente en marchas pacíficas en respaldo de los ancianos y en contra de las reformas de Ortega. Se conoció como la “Revolución de Abril” y fue sofocada violentamente por el régimen de Nicaragua. El saldo de la represión que se tienen hasta ahora es de al menos 328 muertos, unos 700 prisioneros políticos y cerca de 100 mil exiliados.

Gerson Snayder Suazo, a la derecha, cuando fue presentado y condenado en los tribunales. (Cortesía La Prensa)
Gerson Snayder Suazo, a la derecha, cuando fue presentado y condenado en los tribunales. (Cortesía La Prensa)

“A veces uno necesita anteojo para ver lo que pasa”, admite Gerson Snayder. “Yo miré la crueldad de mis compañeros de ese momento que golpearon a los ancianos. Eso vino molestándome. Me peleé internamente con varios. El sandinismo estaba secuestrado. Estos no son los ideales de Sandino. Esto son ideales del orteguismo”.

Fue la gota que derramó el vaso. Dice que antes había cosas que no eran correctas pero no les daba mucha importancia. “Miraba que solo los miembros del Frente Sandinista tenían derecho a todos los beneficios. Tenías que tener un aval para optar a un trabajo en una institución. No lo miraba correcto pero tampoco le daba importancia”.

A raíz de la rebelión de abril, Gerson Snayder comienza a involucrarse en los actos de protesta contra el régimen que antes defendía. “El 18 de octubre me arrestan a la salida de la eucaristía del la iglesia de San Blas, en Chichigalpa. Me arrestan los mismos compañeros que una vez fueron subordinados de mi papá. Hasta yo trabajé con ellos. Andaba entregando citatorias del juzgado. Mi papá era jefe de ahí y yo llegaba a ayudar. Solo faltaba ponerme el uniforme.”

Una vez preso, los policías lo desnudaron, lo interrogaron y lo golpearon. Le decían que su padre sentiría vergüenza de él si estuviese vivo. Y que agradeciera ser hijo de quien era porque de otra forma lo hubiesen molido a golpes.

Finalmente lo presentaron como delincuente y lo llevaron a los tribunales. Ahí lo condenaron a 18 meses de cárcel “por entorpecimiento a los servicios públicos”. Salió de la cárcel a través de la ley de amnistía que impulsó Daniel Ortega en junio pasado.

Regresó a su pueblo, Chichigalpa, y vio que estaban construyendo una nueva estación policial. Había rumores que le pondrían el nombre de su padre: Comisionado Juan José Suazo, pero no le dio crédito. Hace dos semanas visitó de nuevo su pueblo y vio el nombre de su padre en el frontis del edificio policial.

“Me molesté”, dice. “Tenía un sentimiento de ir a Managua a denunciar eso, pronunciarme, porque no considero que la policía actual represente la memoria de mi padre. Mi padre sirvió a una policía nacional que si bien es cierto ya venía cometiendo abusos de poder, pero por lo menos el disparar contra un ser humano era castigado y era una baja deshonrosa. Se respetaban ciertas cosas de la integridad humana. Esta de ahora es una policía que ha usado armas de guerra contra el pueblo”.

Gerson Snayder Suazo Báez, acompañado de miembro de la Comisión Permanente de derecho Humanos (CPDH) al denunciar la usurpación del nombre de su padre.  (Cortesía La Prensa)
Gerson Snayder Suazo Báez, acompañado de miembro de la Comisión Permanente de derecho Humanos (CPDH) al denunciar la usurpación del nombre de su padre. (Cortesía La Prensa)

En este tema la familia está dividida. Ya no todos simpatizan con el régimen de Ortega. Pero en el acto de inauguración de la estación policial estuvieron presentes la madre y una hermana del comisionado fallecido.

Mi abuela dio autorización pero ella es una señora de 90 años. A mí no recurrieron porque sabían que me iba a negar”, dice el joven, quien alega que tanto el Código Civil como el de la Familia señalan que es a los hijos a quien primero se debe acudir para usar el nombre de alguien fallecido.

El abogado Gerardo González asegura que la decisión policial de usar el nombre de una persona fallecida sin el consentimiento de sus hijos viola el artículo 26 de la Constitución Política de Nicaragua, que establece que todo ciudadano tiene derecho "al respeto de su honra y reputación".

“Voy a seguir denunciando porque los únicos que podemos autorizar eso somos mi hermana y yo”, dice Gerson Snayder. Asegura que en estos días irá a Plaza El Sol, donde queda la jefatura nacional de la Policía, a meter una carta de reclamo dirigida al jefe nacional de la Policía, comisionado Francisco Díaz. “Si no dan respuesta se tendrá que pasar a otra instancia, meter un recurso de Amparo en contra de esa acción. Ahorita solo estoy en la campaña de pronunciamiento y denuncia en organismos de derechos humanos. En la otra semana comienza el proceso legal. Vamos a agotar toda la vía legal, las migajas que nos quedan de los derechos que tenemos”.

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