
Ellos quizás todavía no sean conscientes -son muy chicos aún- del tremendo descubrimiento que ya lograron: su vocación. Pensemos que el común de la gente pasa una vida sin descubrirlo. En cambio, Mateo, Lucio, Franco, Bernie y Joaquín -de entre 10 y 15 años- ya lo saben, lo sienten, están seguros: quieren consagrar su vida al baile. Como Billy Elliot.
Seguramente, todo el mundo recuerda la película; incluso los que no la vieron saben de qué va: estrenada en el año 2000, cuanta la historia de Billy, un niño de clase obrera de 11 años, que crece en el proletario condado de Durham, Inglaterra. Hacia 1984/85 descubrirá su pasión por el ballet justo en los críticos días de Margaret Thatcher, cuando un profundo ajuste estatal dispara conflictos sociales... Entre ellos, la famosa huelga minera, el principal sustento económico de la región, que deja sin trabajo tanto a su padre, Jackie, como a su hermano mayor, Tony, ambos mineros.
Con este trasfondo social, el nudo conflictivo del film se plantea cuando Jackie descubre que Billy, a quien mandó a practicar boxeo “como los hombres”, en realidad se enamora del ballet, luego de ver una clase accidental su gimansio de boxeo. Billy lo sabe, lo siente, está seguro: la danza es su vocación. Y abrazará ese sueño más allá de la oposición familiar y de los prejuicios sociales. The end. Imposible no llorar. Hasta al más taura se le pianta un lagrimón.
Corte a: 2005, el West End londinense...
El film compitió por tres Oscar, tres Globos de Oro y nueve BAFTA (el Oscar británico) y se quedó con tres de estos últimos. Y ante semejante suceso, cinco años después saltó de la pantalla a las tablas para transformarse en musical. Con un detalle de lujo en la conversión, la música es de Elton John. De ahí en más también arrasó en Broadway, Madrid, Barcelona, entre otras ciudades, acaparando varios Tony y Olivier, los premios que todos quieren en el rubro.
Entre esas otras ciudades, a partir de mayo de 2026 entrará en la lista Buenos Aires, cuando Billy Elliot, el Musical se estrene en el Teatro Opera, con entradas a la venta desde esta semana en Ticketmaster. Nadie conoce mejor los detalles que Diego Romay (hijo del histórico Alejandro, Canal 9, largo etcétera), en su condición de productor.
“El proyecto surge a partir del enorme impacto que nos produjo la historia y su potencia artística -cuenta Romay, mientras espía cómo evolucionan los ensayos en una de las salas de la Fundación Julio Bocca, en las Galería Pacífico-. En nuestro Teatro Alcalá, en Madrid, montamos el espectáculo por primera vez en España. Permaneció en cartel durante tres temporadas consecutivas, convirtiéndose en un éxito rotundo. Al ver la recepción del público español, con mi hermano sentimos que había algo verdaderamente universal en la historia: un niño que encuentra su lugar en el mundo a través del arte.

“Llevarlo a la Argentina nació de una mezcla de necesidad y desafío -sigue-. Sabíamos que para montar este título se requiere un elenco infantil con una formación excepcional: ballet, tap, canto, actuación y acrobacia… una combinación casi imposible de encontrar en nuestro país. Esa dificultad, en lugar de desalentarnos, nos impulsó a crear un puente. Así surgió la alianza con la Fundación Julio Bocca, que nos permitió diseñar un programa de entrenamiento inédito en el país, inspirado en los modelos de formación utilizados en Broadway, West End y Madrid.
“El proceso de audiciones en Argentina fue masivo y emocionante. Participaron más de 1.500 niños de todo el país, gracias a una convocatoria organizada por la Fundación Julio Bocca en alianza con centros de formación de ballet de toda la Argentina. Vinieron chicos de diferentes provincias, trayendo consigo no solo su talento, sino también historias conmovedoras de esfuerzo, sacrificio familiar y compromiso con el arte“, explica Romay.
Es el turno de escuachar, entonces, a Bernardo Bernie Banchero, Joaquín Formichelli, Mateo Tognolotti, Lucio Scavino y Franco Leone Molozaj, los cinco elegidos entre aquellos 1.500 aspirantes iniciales...

—¿Cuántas veces vieron la película y qué les pareció?
Mateo (13 años): —La vi como cinco veces porque mi mamá la compró hace mucho tiempo. La conocía antes de todo esto...
Lucio (14): —Yo la vi dos veces porque trata de lo que yo me dedico. Me gustó mucho.
Franco (15): —Yo también, dos veces, primero a los ocho y después como a los catorce años. Y tambén, me gustó un montón.
Bernie (10): —Yo la vi a principio de año, en verano, cuando llegó la noticia de esta audición. Me gustó mucho, sobre todo por la enseñanza que deja...
Joaquín (12): —Yo la habré visto tres veces, la verdad que me encantó, deja un mensaje hermoso, y me quedó muy grabada.
—¿Qué rescatan del mensaje?
Mateo: —El mensaje principal... lo primero es que rompe con los estereotipos; que hay que luchar por lo que te gusta, no importa lo que te digan los demás ni lo que piensen sobre vos, sino luchar por tus sueños...
Lucio: —La peli te dice que nunca te rindas, que busques tus sueños y que nunca te dejes llevar por lo que dice la gente... Y que hay que enfocarte en lo que a vos te gusta.
Franco: —¡Eso, hay que ser uno mismo sin importar lo que diga la gente!
Bernie: —La enseñanza que te deja es que no tenés que escuchar a los demás; tenés que luchar por tus sueños porque no importa lo que digan los demas; siempre hay otros que van a pensar distinto...
Joaquín: —Sí, y habla de que hay que seguir persiguiendo tus sueños hasta el final; nunca parar, siempre y cuando no perjudiques a los demás, obvio.

—¿A qué edad empezaron en la danza?
Mateo: —Yo estoy en la danza desde que tengo memoria, porque allá en mi pueblo, Magdalena (cerca de La Plata), mi tía enseña clásico y mi mamá enseña español, así que desde muy chiquitito empecé a ir a bailar.
Lucio: —Yo también empecé desde que tengo memoria; veía ballet en la tele y decía “Yo quiero hacer eso”; así que a los tres años mis padres me anotaron en danza clásica y ahí cada vez fui mejorando más y fue un a hermosa experiencia. Aparte de estar en Billly, también estoy en la Escuela del Colón.
Franco: —Yo empecé a los cuatro, cinco años y ya no paré.
Bernie: —Yo también, desde que tengo memoria empecé a bailar... creo que lo primero fue a los cinco años haciendo zumba kid. Dicen que ya desde chico, cada vez que escuchaba música me ponía a bailar. Y ahora estoy en un estudio de danza que empecé a los seis años.
Joaquín: —Yo empecé a bailar a los seis años, aunque ya a los cuatro me empezó a gustar la danza. Era un niño que le gustaba mucho actuar y bailar mucho, y por eso mis papás me anotaron en un estudio e hice tanto clásico como contemporaneo.
—La peli remarca mucho el tema del prejuicio, eso de que está “mal visto” que un chico se dedica al ballet; de hecho, el padre de Billy lo manda a practicar boxeo. Pero la peli habla de los años ‘80 y muchas cosas han cambiado. ¿Cómo están viviendo ustedes hoy el tema de los prejuicios? ¿Alguno sufrió bullyng?
Mateo: —En mi caso no me pasó nunca que me hayan dicho algo. Sí me pasa que la danza no es un tema que les interesara a las otras personas, pero a mí me gusta.
Lucio: —Yo sí tuve algunas experiencias desagradables, me ha pasado que me cargaban. En mi anterior escuela primaria recibía bastante bullying, pero con el tiempo me di cuenta que no valía la pena que me importara eso; y en mi actual escuela, que es una escuela de danza, ya no me pasa más.
Franco: —Yo por suerte nunca tuve ningún problema con esas cosas, aunque me doy cuenta que hoy en día sigue pasando un poco eso, pero no como en el tiempo de la película.
Bernie: —Yo creo que una vez me cargaron cuando estaba en una colonia, pero como que no me importó mucho.
Joaquín: —A mí, afortunadamente, tampoco me pasó nada, pero es verdad que en algunos lugares sigue pasando. Pero como dice la peli: no te tiene que importar tanto lo que te digan los demás.

A la hora de realizar el casting -aclaran desde la producción- “la búsqueda fue extremadamente rigurosa porque el personaje requiere una combinación de talentos que es muy poco frecuente. Nuestros criterios principales fueron:
-Dominio del ballet, como base imprescindible.
-Tap en un nivel sólido o, al menos, la capacidad de aprenderlo rápidamente.
-Canto con naturalidad y expresividad.
-Actuación, especialmente la capacidad de transmitir vulnerabilidad y fortaleza.
-Acrobacia y habilidades físicas, sin las cuales el rol es impracticable.
-Resistencia física y emocional, porque el espectáculo es muy exigente para un niño.
-Personalidad escénica, eso que no se entrena y que define al artista".

—¿Cómo llegaron al casting?
Mateo: —Cuando se empezó a rumorear que venía Billy Elliot yo ya venía entrenándome de mucho antes para poder estar más preparado. Y cuando salió, con mi tía y un montón más de profesores que me ayudaron, hicimos el video, lo mandamos y ahí pude quedar.
Lucio: —Mi mamá me propuso audicionar para ver qué onda, y yo al principio le dije que no porque no me sentía seguro. Yo decía “yo me dedico a la danza clásica, no sé si podría hacer un musical”. Al final me armé de valor, mandé el video y quedé.
Franco: —Yo me enteré por mi profesora de danza, que me mandó la publicación de Instagram y dije “Bueno, lo voy a intentar”. La verdad, no me tenía mucha fe... Yo también, como Lucio, soy más de la danza clásica, no tanto de la comedia musical, pero bueno, sin embargo mandé el video y quedé.
Bernie: —Yo estaba en un día normal, con mi familia, y me avisaron de una audición; algunos seguidores me mandaron... cómo se dice, el flyer. Entonces como que me interesó, pero dije “¡Naaaaah!”. Después me agarró mi profe de danza, me filmó, mandó el video y después quedé. Y estoy acá, aunque tampoco me tenía tanta fe, porque no sabía hacer varias cosas, sólo sabía bailar.
Joaquín: —Yo sí quería hacer una audición, participar en algún casting de alguna obra, porque también me interesa mucho el teatro; me enteré por una amiga de mi mamá que me mandó el video. Creo que fui uno de los últimos en mandarlo, no sabía si mandarlo porque lo que más me costaba a mí justamente era la danza. Pero al final lo mandé y quedé.

—Supongo que recordarán el día del veredicto final. ¿Cómo lo vivieron?
Lucio: —Cuando me dijeron que había quedado al principio no lo podía creer, pensé que me estaban haciendo un chiste, y cuando me confirmaron dije “¡Gguaaaauuuuu!“ Yo dudaba si estaba para la Escuela de Formación ¡y ahora estoy en un musical, algo que nunca había pensando!
Franco: —Yo viví la experiencia de una manera distinta a los chicos porque estaba de viaje, en Córdoba; entonces ese día me llamaron, vi que había mucho festejo y no entendía bien por qué hasta que me dijeron “¡Bienvenidos a Billy Elliot!” y ahí caí; estaba muy emocionado, la verdad que no lo podía creer.
Bernie: —Yo quedé como muy impactado, no lo podía creer, un poquito más y volaba por los aires.
Joaquín: —Sí, fue pura felicidad, pura emoción. Yo estaba con mi mamá acá, en Buenos Aires (porque vivo en Santa Fe), así que hicimos una video-llamada allá y todos estaban re felices y orgullosos.
Mateo: —Yo al principio como que no entendía lo que había pasado; estábamos haciendo un pogo y de repente como que escucho “¡Quedaron en Billy Elliot!“, fue muy emocionante. También ese día había venido toda mi familia, yo no sabía qué era para eso, y de repente aparecieron todos para felicitarme, fue toda una sorpresa y me puso muy feliz, y a la vez me puse nervioso por lo que iba a pasar.
—¿Gustos particulares, algún ídolo, un referente en el mundo de la danza?
Mateo: —A mí me gusta mucho la comedia musical y como referente me gusta mucho Rada; por suerte pude actuar con él y es una muy buena persona. Trabajé en Matilda y también en School of Rock.
Lucio: —A mí me gusta más el ballet, que es a lo que me dedico, y en ese terreno admiro a una argentina, Marianella Núñez, que está en el Royal Ballet de Londres. De vez en cuando viene a actuar al Colón y cada vez que puedo voy a verla porque me encanta como baila.
Franco: —A mí también me gusta más el ballet en general, y, también, Marianella Núñez es mi referente de toda la vida.
Bernie: —A mí me gusta todo, ¡menos el futbol! Y no sé si tengo algún referente o alguien así.
Joaquín: —Bueno, a mí me gusta mucho actuar, todo lo que tenga que ver con el teatro, y me gusta mucho Francella.

—Por cierto, relación con el fútbol, ¿les gusta jugar a la pelota? ¿De qué cuadro son?
Mateo: —Yo soy de Independiente por parte de mi papá. Con mis hermanos y mis primos hicimos fútbol, pero yo en un momento dije “Esto no me gusta tanto”, así que lo dejé y empecé a dedicarme a esto con todo.
Lucio: —Yo no soy muy fan del fútbol. Al principio lo probé para experimentar y, la verdad, no me llevé muy bien, es un deporte que no me atraía mucho. ¿Hincha? Soy de River por parte de mi papá, porque en la familia había pocos de River y entonces él dijo “Este nene va a ser de River”.
Franco: —Yo desde chiquito hacía fútbol, me gustaba pero hasta ahí, hasta que al final lo dejé para hacer danza. También soy de River por parte de mi hermano que es muy fan.
Bernie: —¡Ya te dije, no soy hincha de ninguno! Aunque antes de empezar danza iba obligado porque soy muy hiperactivo, pero no funcionó. La danza me gusta mucho más.
Joaquín: —A mí si me gusta jugar y divertirme con mis amigos; reconozco que soy muy bueno para marear la pelota. Y como soy de Santa Fe, mi papá me hizo hincha de Colón.
—Ahora sí, para ir terminando, ¿otros gustos al margen de la danza: música, jugar a la Play, lo que hagan...?
Joaquín: —Yo escucho Imagine Dragons y Shakira también me gusta mucho
Bernie: —No tengo una estilo preferido, me gustan toda la música.
Franco: —Yo desde muy chiquito que soy fan de Tini, por Violeta más que nada; me gusta mucho escucharla, la sigo y fui a sus conciertos.
Lucio: —A mí me gusta mucho el pop, escucho a Madonna, Lady Gaga y Ariana Grande, son mis refetrentes.
Mateo: —No tengo un estilo de musica favorito ni un grupo… Cuando ponen cualquier música la disfruto igual.
—Tema escuela, ¿se complica compatibilizarlo con la danza?
Mateo: —Yo voy a la Sagrada Familia de Magdalena, estoy en segundo año y la escuela no se me dificulta. Yo nunca sentí que necesito estudiar mucho para exámenes o para hacer la tarea, así que eso me ayuda; voy a la mañana, así a la tarde puedo venir hasta acá.
Lucio: —Yo voy a la Escuela Aida Mastrazzi, una de las escuelas de danza más importantes de la Argentina; estoy en primer año y la verdad que mucho no se me complica; lo que sí, algunas veces tengo que ponerme a hacer tarea para llegar con tiempo.
Franco: —A mí va bastante bien… Bueno, zafo, tengo algunas materias complicadas, porque, la verdad, le doy más importancia al baile.
Bernie: —Voy a la escuela Tercer Milenio de Paso del Rey, y no se me dificulta; tengo buenas calificaciones, estoy en cuarto grado de primaria y como que estoy bien haciendo las dos cosas... Lo que sí, me tengo que retirar antes de la escuela para venir acá.
Joaquín: —Yo voy a sexto de la primaria, en el Colegio Nuestra Señora del Calvario de Santa Fe. La verdad que me va bastante bien en la escuela. Me tengo que venir todos los miércoles a la madrugada; con mi mamá nos tomamos un colectivo y llegamos acá como a las seis y media, y ya nos quedamos hasta el domingo, y como falto jueves y viernes, me dan un permiso especial. Pero nunca me costó mucho la escuela.

—¿Algo que no les haya preguntado y quieran decir...?
Bernie: —A mí, como soy más chiquito, me tiene que hacer ropa más chiquita (risas grupal).
Mateo: —Sí, a mí me gustaría decir que creo que Billy es un personaje muy hermoso, que también llevo ese nervio y esa responsabilidad de poder actuar un personaje tan icónico. Me gusta mucho de Billy su simpleza, que es un chico común que vive en un pueblo y que, a pesar de todo ese ambiente humilde, de huelgas, él no se rinde y sigue luchando.
—La última, ahora sí, ¿el sueño de cada uno? Es fácil adivinarlo, pero qué mejor que lo digan ustedes...
Mateo: —Yo quiero hacer comedia musical, poder estar en teatros y también me encantaría en la tele... eso.
Lucio: —Me encantaría poder vivir de lo que amo, que es la danza, y poder ser un bailarín profesional en un futuro.
Franco: —A mí, poder viajar, llegar al exterior con la danza, formarme ahi y hacer muchos ballet.
Joaquín: —Quiero ser actor, me gustaría... no sé… llegar a hacer películas y, si está Francella, mejor.
Bernie: —Quiero ser actor y bailarín, formarme en eso.

A propósito, Romay aclara: “Los cinco chicos seleccionados forman el elenco oficial y están destinados a actuar, ninguna está ‘a prueba’. Cada uno de ellos aporta algo único y todos han atravesado el programa de entrenamiento intensivo que diseñamos junto a la Fundación Julio Bocca. No obstante, como ocurre en todas las producciones profesionales con protagonistas infantiles, mantenemos un sistema rotativo: esto garantiza su bienestar físico, evita sobrecargas y permite que cada función tenga un intérprete fresco y preparado”.
Entre las tantes escenas dignas de ser repasadas en Billy Elliot, hay una particularmente significativa. Billy finalmente va a rendir examen a Londres, acompañado por su padre. Cuando está a punto de retirarse, la profesora lo detiene:
—Una última pregunta, Billy, ¿puedes decirnos qué sientes cuando bailas?
Billy -enome actuación de Jamie Bell- piensa unos segundos y responde:
—No sé... me siento muy bien. Al principio un poco agarrotado, pero cuando empiezo a moverme me olvido de todo... todo desaparece. Y siento un cambio en mi cuerpo... Como si tuviera fuego adentro. Y me veo volando como un pajaro. Siento como electricidad, sí... electricidad.
Y se va. Su padre -otra enorme actuación, acá de Gary Lewis- lo está esperando para volver a su pueblo y, cuando está punto de cerrar la puerta, el otro profesor de la mesa les dice:
—Que tengas un buen viaje, Billy. Y Sr. Elliot, buena suerte con la huelga.
En eso andan Bernie, Joaquín, Mateo, Lucio y Franco, en su propio viaje... volando como pájaros, sintiendo electricidad en el cuerpo.
Fotos: Jaime Olivos
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