El ex líder guerrillero Roberto Perdía declaró en el segundo juicio por la sangrienta contraofensiva montonera: “Evitamos diez años de dictadura”

Lo hizo, por zoom, días antes de cumplirse 45 años del último golpe de Estado. Una vez más defendió el cuestionado accionar de la organización Montoneros. El diálogo del guerrillero con el cardenal Jorge Bergoglio

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La primera declaración del ex montonero Roberto Perdía ante el Tribunal Federal que lleva adelante el juicio contra ex militares de inteligencia por violaciones a los derechos humanos durante la Contraofensiva de Montoneros. (Maximiliano Luna)
La primera declaración del ex montonero Roberto Perdía ante el Tribunal Federal que lleva adelante el juicio contra ex militares de inteligencia por violaciones a los derechos humanos durante la Contraofensiva de Montoneros. (Maximiliano Luna)

A pocos días de conmemorarse los 45 años de la más sangrienta dictadura cívico-militar de la Argentina, la que dejó 30.000 desaparecidos, niños apropiados, detenidos torturados, atentados terroristas, y las venas abiertas en un país que aún debate la violencia de los años ‘70, uno de los líderes de la organización guerrillera Montoneros volvió a declarar en los tribunales federales de San Martín en un nuevo juicio por los crímenes del que fueron víctimas los militantes de esa organización que formaron parte de la llamada “Contraofensiva”.

El juicio es la continuación del anterior -en el cual aún no se dictó fallo- y tiene un solo acusado, que estaba prófugo cuando se celebraron las primeras audiencias. Se trata del ex integrante del Destacamento de Inteligencia 201 del Ejército con asiento en la guarnición militar de Campo de Mayo, Mario Guillermo Ocampo, a quien se acusa por haber tenido un destacado rol en la obtención de información previa a privaciones ilegales de la libertad, tormentos y homicidios.

En el centro Mario Firmenich, a la izquierda Roberto Perdía. Este fue  uno de los cabecillas de Montoneros, que dirigió la Contraofensiva. "La acción política fue ubicada en la línea internacional de la Revolución Sandinista en Nicaragua y la Revolución Iraní contra el Sha”, dijo.
En el centro Mario Firmenich, a la izquierda Roberto Perdía. Este fue uno de los cabecillas de Montoneros, que dirigió la Contraofensiva. "La acción política fue ubicada en la línea internacional de la Revolución Sandinista en Nicaragua y la Revolución Iraní contra el Sha”, dijo.

Perdía, en diálogo exclusivo con Infobae, confirmó su última declaración, explicó que fue a pedido de la defensa del represor acusado y que “ratificó” lo que ya había dicho en la primera audiencia testimonial del juicio de lesa humanidad “citado por la querella y donde están acusados 6 militares de inteligencia” para los cuales la fiscalía pidió prisión perpetua como coautores de genocidio. Llegaron acusados al juicio por los crímenes cometidos contra 94 militantes de la organización Montoneros durante la denominada “Contraofensiva”, en los años 1979 y 1980.

Según entiende Perdía, y así lo manifestó ante el Tribunal Oral Federal N°4 de San Martín: “El golpe militar apuntó a devastar la clase trabajadora pero a partir de 1979 crece la conflictividad. En ese año hay una huelga general y en la fábrica Peugeot de Berazategui se inicia un paro. La dictadura empieza a sentir esa presión y retrocede. En ese marco se da la Contraofensiva Montonera. Es vital entender que la dictadura militar en Uruguay duró 12 años, en Chile 17, en Bolivia 18 y en la Argentina duró 7 años. ¿A qué se debe que duró menos? El pueblo argentino fue el protagonista de esa caída y ése es el fruto conseguido”, por la contraofensiva montonera.

Perdía fue uno de los cabecillas de Montoneros que dirigió la Contraofensiva. Según le explicó el ex guerrillero a Infobae, “la acción política fue ubicada en la línea internacional de la Revolución Sandinista en Nicaragua y de la Revolución Iraní contra el Sha”.

El diálogo del montonero con el Papa Francisco

Durante la justificación de la sangrienta contraofensiva, en la que jóvenes montoneros eran torturados y masacrados, mientras parte de la cúpula de la organización guerrillera estaba a salvo en Europa, Perdía aseguró que en esos años oscuros, a los que él llama “luminosos”, el episcopado argentino -a cargo del cardenal Antonio Quarracino- nunca los escuchó. “Más aún, debo decir que años después, varios años después, en una reunión que tuve la oportunidad de hacérselo conocer a Jorge Bergoglio, cuando era arzobispo de Buenos Aires, y le planteé y le expliqué esta situación del silencio que habíamos recibido de parte del episcopado argentino, el cardenal Bergoglio calló en su silencio, y solamente cuando le mencioné después al padre Adur recuperó la posición del diálogo y recordó con simpatía su vida en común cuando iba a tomar mate con el padre Adur. Lo que quiero decir es que el episcopado argentino nos cerró las puertas a cualquier intento de diálogo. Le transmitimos lo mismo al Vaticano. Personalmente me reuní dos veces con el padre Cavalli en Roma, porque ellos también nos manifestaron que transmitieron, a través de su nuncio, al gobierno militar argentino las perspectivas y la oferta de paz que estábamos haciendo e iniciar un diálogo. Al cabo de algunos meses nos convocan del Vaticano para decirnos que la Junta Militar Argentina había planteado que no había diálogo posible. Es decir que junto al calor de la lucha, junto a la resistencia popular, junto al sacrificio de los compañeros, intentamos los caminos que permitieran llegar a un proceso de paz en aquel momento; no nos negamos a ello, por el contrario, lo planteamos y públicamente, pero ello no fue posible”, dijo.

Durante la audiencia contra los seis militares acusados, los familiares de los detenidos desaparecidos durante la Contraofensiva de Montoneros muestran las fotos de las víctimas. El fallo aún no se dio a conocer. (Maximiliano Luna)
Durante la audiencia contra los seis militares acusados, los familiares de los detenidos desaparecidos durante la Contraofensiva de Montoneros muestran las fotos de las víctimas. El fallo aún no se dio a conocer. (Maximiliano Luna)

Esas palabras, en la audiencia, fueron dichas con dureza y tono firme y sin volver a hacer mención al líder de la iglesia católica afirmó: “El destino de cada tarea -de la contraofensiva militar contra la dictadura- era conversado con los compañeros según intereses y objetivos. La mitad llegó al país del exterior, sobre todo desde México y España, y la otra mitad fue reclutada de militantes que estaban en Argentina”.

El cura Jorge Oscar Adur, al que hizo referencia Perdía, era capellán de la organización Montoneros y fue desaparecido el 26 de junio de 1980, durante la Contraofensiva.

El sacerdote fue secuestrado en la ciudad correntina de Pasos de los Libres, cuando salía del país con un listado de desaparecidos que había recibido de manos de Madres de Plaza de Mayo que pretendía entregarle al papa Juan Pablo II para difundir por el mundo.

Adur, según recuerda Perdía, fue párroco de la Iglesia San Miguel de Tournes, en el barrio porteño de Belgrano. Pero se desvinculó de los curas tradicionales para conformar el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del cual fue uno de sus principales impulsores.

Comenzó a ser perseguido luego del asesinato de Fernando Abal Medina, uno de los fundadores de Montoneros, el 7 de septiembre de 1970. Adur, junto al sacerdote Carlos Mugica celebró una misa durante el velorio de Abal Medina. Ante el riesgo de que fuera secuestrado, un grupo de curas lo resguardó en el interior de la provincia de Buenos Aires.

En 1976 el nuncio apostólico Pío Laghi, que fue el representante diplomático de la Santa Sede de 1974 a 1980, lo trasladó en auto hasta el avión que lo llevó a su exilio en Francia. En junio de 1980, mientras Juan Pablo II viajaba a América del Sur, Adur llegó a Brasil, donde había acordado encontrarse con su hermana. Pero no fue a la cita.

Viajó a la Argentina y se reunió con un grupo de Madres de Plaza de Mayo, que le dieron un listado de detenidos desaparecidos.

El plan era que el sacerdote se lo diera al Papa y lograr así que la información se conozca en el exterior. Sacó boleto con destino a Porto Alegre, pero fue secuestrado en Paso de Los Libres. Fue ingresado al centro clandestino La Polaca, dependiente del Batallón de Inteligencia 601, a pocos kilómetros de Paso de Los Libres.

Una sobreviviente Silvia Tolchinsky creyó reconocer su voz durante una sesión de tortura en una quinta cercana a Campo de Mayo. Su cuerpo nunca apareció.

 Roberto Perdía: “El episcopado argentino  -a cargo del cardenal Antonio Quarracino- nunca nos escuchó. Solo recibimos silencio cuando buscábamos la paz"
Roberto Perdía: “El episcopado argentino -a cargo del cardenal Antonio Quarracino- nunca nos escuchó. Solo recibimos silencio cuando buscábamos la paz"

La Contraofensiva

Perdía, que aún practica su profesión, y que patrocinó, por ejemplo, a los usurpadores de los predios de Guernica y de las tomas en el Sur del país, dónde se acusa a grupos Mapuches, explicó también que para concretar la Contraofensiva, el Ejército Montonero planeó que sus miembros más activos se agruparan en dos unidades: las TEI –Tropas Especiales de Infantería-, un grupo comando entrenado en el sur del Líbano “destinado a efectuar operaciones armadas en el país”; y las TEA –Tropas Especiales de Agitación, Prensa y Adoctrinamiento-, que estaban consignadas a tareas de propaganda.

A casi 45 años del violento golpe militar, que finalizó en 1983, después del fracaso de la junta militar en la guerra del Atlántico Sur para recuperar las Islas Malvinas usurpadas por el Reino Unido de Gran Bretaña, el 2 de abril de 1982, Perdía asumió que las principales bajas de Montoneros se dieron por un “error de lectura política” de lo que en realidad sucedía en el país.

Lo dijo así: “El error nuestro fue no prever los alcances de la inteligencia del Ejército. Teníamos necesidad de estar en nuestra tierra y a veces nos exponíamos sin dimensionar el alcance represivo. No estuvimos equivocados con lo estratégico porque es notorio que había un clima de desestabilización, pero sí erramos en la lectura política, en lo táctico. Tengo mucho dolor, respeto y agradecimiento por los compañeros que lamentablemente fueron cayendo. Sobre todo por Armando Croatto, por el cura Adur y Adriana Lesgart, a los que conocía personalmente”.

El manual militar de la guerrilla montonera a través del cual se enseñaba a fabricar bombas caseras y el uso de armas de fuego para "exterminar" al enemigo
El manual militar de la guerrilla montonera a través del cual se enseñaba a fabricar bombas caseras y el uso de armas de fuego para "exterminar" al enemigo

Cuando el tribunal le preguntó cual era el plan militar de Montoneros, el ex guerrillero respondió: “Atacar al grupo económico de Martínez de Hoz, (entonces ministro de Economía). Teníamos información para organizar varios operativos. Pero no fue algo que salió bien. La Contraofensiva no fue un esfuerzo en vano. Tenemos que entender que a mayor sacrificio de la resistencia popular, menor duración de la dictadura, y esto debe entenderse como una memoria del pueblo. Argentina debe agradecer esa gesta, esas vidas perdidas tienen sentido. Nosotros teníamos máxima convicción en lo que hicieron. Sé que no hay ninguna explicación que valga para los parientes de los asesinados. Pero ellos pusieron el cuerpo para que la dictadura no dure más tiempo y lo lograron.

Roberto Perdía: "El episcopado argentino -a cargo del cardenal Antonio Quarracino- no nos escuchó, teníamos una propuesta de paz. Muchos años después, se lo dije a Jorge Bergoglio, el ahora Papa (Francisco), cuando era Arzobispo de Buenos Aires y él también lo silenció"
Roberto Perdía: "El episcopado argentino -a cargo del cardenal Antonio Quarracino- no nos escuchó, teníamos una propuesta de paz. Muchos años después, se lo dije a Jorge Bergoglio, el ahora Papa (Francisco), cuando era Arzobispo de Buenos Aires y él también lo silenció"

La controvertida “contraofensiva”, y la matanza a la que llevó a aquellos 94 jóvenes, fue una de las mayores derrotas de la conducción montonera que, por entonces estaba bajo la férrea conducción de Mario Firmenich y Roberto Cirilo “Pelado” Perdía.

Una de la que con mayor dramatismo y valentía expuso ese fracaso fue Cristina Zuker, la hermana de Ricardo, uno de los jóvenes asesinados por la dictadura de Videla.

Lo expuso con vehemencia y dureza en su libro “El tren de la victoria”. Así habría llamado la cúpula montonera a la pretendida acción militar contra las Fuerzas Armadas que habían tomado el poder a fuerza de bayonetas el 24 de marzo de 1976 derrocando al endeble gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón, la viuda del tres veces presidente general Juan Domingo Perón.

El plan delineado a mediados de 1978 por Firmenich y Perdía comprendía una primera fase de reagrupamiento y entrenamiento de alrededor de 40 militantes en el exterior. Una segunda fase de “aproximación”, en la que se llevaría a cabo una fuerte labor de propaganda y agitación centralizada, emisiones radiales, transmisión del discurso de Firmenich mediante la interferencia de la señal de los canales del Estado, distribución clandestina de volantes y folletos; y como cierre una multitudinaria movilización a Plaza de Mayo, el ataque a la red de transporte y comunicaciones, y la realización de una serie de atentados contra los miembros del equipo económico, que estaba encabezado por el ministro José Alfredo Martínez de Hoz, con el propósito de generar una situación de conmoción y caos que obligara a los militares a abandonar el gobierno.

94 jóvenes militantes montoneros fueron asesinados, desaparecidos y torturados durante la llamada Contraofensiva de esa organización guerrillera que pretendía derrocar al gobierno de facto instaurado en la Argentina el 24 de marzo de 1976.
94 jóvenes militantes montoneros fueron asesinados, desaparecidos y torturados durante la llamada Contraofensiva de esa organización guerrillera que pretendía derrocar al gobierno de facto instaurado en la Argentina el 24 de marzo de 1976.

Sin embargo, la Contraofensiva se convertirá en un fracaso total. Si bien como sostiene Perdía en el juicio contra los genocidas, el retorno de Montoneros coincidió con un aumento significativo de la conflictividad obrera y la realización de la primera huelga nacional contra la dictadura, las brigadas montoneras no tuvieron ninguna incidencia en estos hechos, sufriendo en pocos meses un serio desmembramiento a causa de la deserción y el asesinato de sus integrantes y principales dirigentes.

La junta militar estaba al tanto de las acciones que contra ellos planeaban desde Madrid la cúpula guerrillera que había pasado a la clandestinidad. Esto podría haber sucedido porque en España las células montoneras estaban infiltradas, porque se reunían en locales del Partido Comunista sin estar atentos a los que se decía abiertamente, o porque había “traidores” dentro de la organización.

En la charla entre Perdía y Cristina Zuker, abordaron el tema. Comenzó cuando ella le preguntó por su hermano Ricardo.

“Tengo una nebulosa respecto del tema de tu hermano. Hubo una serie de reuniones preparatorias para la convocatoria de Madrid, y debo haberlo visto muchas veces. Esa fue otra de las metidas de pata. Mientras teníamos esa percepción del peligro, se hizo una convocatoria abierta, tan pública que se dejaba un alto margen para que el enemigo pudiera irse enterando. Era una contradicción”, respondió el ex lider Montonero.

Se trataba de una reunión que se había llevado a cabo en un local del PC madrileño ubicado por entonces sobre la calle Escalona.

A pesar de la derrota, el plan siguió en marcha; los sobrevivientes llevaron a cabo una seguidilla de atentados sin demasiado éxito ni repercusiones, y se organizó una “Segunda Campaña Popular” en 1980, que tuvo como consecuencia la muerte de prácticamente todos los militantes involucrados, entre ellos, Ricardo Zuker.

  La autocrítica de Roberto Perdía: "Una cosa era imaginar lo que se podía hacer desde el exterior, donde estaban todas las condiciones de seguridad y la contención de la familia, de los amigos, de los compañeros, y otra cosa era después vivirlo". 162
La autocrítica de Roberto Perdía: "Una cosa era imaginar lo que se podía hacer desde el exterior, donde estaban todas las condiciones de seguridad y la contención de la familia, de los amigos, de los compañeros, y otra cosa era después vivirlo". 162

En El tren de la victoria, un libro indispensable para el debate de los años ‘70, Cristina Zuker recuerda una larga interpelación que mantuvo con Perdía, en el cual le preguntó, por ejemplo, cuál fue el criterio de reclutamiento que llevaron a cabo él y Firmenich para llevar adelante la Contraofensiva.

Según describe la escritora, Perdía respondió: “Yo no me acuerdo de cada caso en particular, pero de lo que se trataba era de la disposición que tenían los compañeros de volver en ese momento. En su gran mayoría se trataba de compañeros que habían militado antes, y que habían salido del país. La práctica previa era muy despareja: muchos habían estado presos unos cuantos años, pero la mayoría formaba parte del exilio. Yo creo que ése fue uno de los problemas serios del reclutamiento. Se conformó un equipo para actividades muy especiales con un grupo humano que tal vez no estaba del todo preparado. Una cosa era imaginar lo que se podía hacer desde el exterior, donde estaban todas las condiciones de seguridad y la contención de la familia, de los amigos, de los compañeros, y otra cosa era después vivirlo. Una cosa era el compromiso afuera y otra era el compromiso adentro. Había compañeros en el país que se habían ido incorporando progresivamente, durante distintos momentos de la lucha, pero estos grupos tenían días en que no hacían nada, y al día siguiente tenían que salir a tirarle cuatro tiros a no sé quién”.

El ministro de Economía José Martínez de Hoz y el presidente de facto, general Jorge Rafael Videla
El ministro de Economía José Martínez de Hoz y el presidente de facto, general Jorge Rafael Videla

Ante la doliente mujer, Perdía repitió una serie de argumentos para justificar la Contraofensiva con frases similares a las que acaba de expresar ante el TOF N° 4 de San Martín: “Existía una idea absolutamente correcta: que la dictadura militar comenzaba a atravesar un período crítico. La ofensiva militar estaba agotada, y empezaba el movimiento de avance del campo popular. Lo que habíamos planteado en septiembre u octubre del ’78 se estaba cumpliendo, que el pueblo había empezado a caminar era cierto. Y ahí vienen dos errores nuestros: no quería decir que los montoneros los hacían caminar, y tampoco quería decir que porque habían empezado a caminar tenían simpatía por los montoneros o que los montoneros podían contar con esa solidaridad. Actuamos como si no hubiera pasado nada entre nosotros y el resto del pueblo. El mayor error fue no habernos dado cuenta del efecto que había tenido nuestra actuación desde el ’74 en adelante, y en segundo lugar el peso de la represión. Nos colocaron como el enemigo principal, la bestia peluda, los malos de la película”.

Según los dichos del “Pelado” Carlitos ante el tribunal de San Martín: “La estrategia montonera respecto al golpe de 1976 fue que, producido el golpe y luego de algunas reuniones de sus estructuras internas, concretamente el Consejo Federal, que era la máxima autoridad donde participaba la conducción más los jefes regionales, se acordó la idea de desarrollar una resistencia activa, fundada básicamente en la acción político sindical de lo que sería el campo popular y que las acciones militares que se dieran fueran en apoyo a dichas acciones, preparando de alguna manera las condiciones para pasar de esa defensiva a una etapa de contraofensiva, que es la que se suponía o suponíamos nosotros que se debía dar en alguna instancia en los años próximos”.

Perdía, aún hoy sigue justificando esas acciones militares que la desmembrada guerrilla pretendía realizar contra la dictadura encabezada por el general Jorge Rafael Videla.

Después de la muerte del presidente Juan Domingo Perón, el gobierno quedó en manos de la vicepresidenta, su viuda, Isabel Martínez de Perón
Después de la muerte del presidente Juan Domingo Perón, el gobierno quedó en manos de la vicepresidenta, su viuda, Isabel Martínez de Perón

Dice Perdía: “Entonces el golpe de Estado respondió a esta lógica, la lógica de terminar con ese péndulo que se vivía en el país ¿Y ese péndulo por qué se daba? Se daba porque en definitiva habían visibilizado de qué modo el movimiento popular desde mediados de la década de los ’60 y los ’70 había avanzado, se había hecho del gobierno en el ’73, había producido modificaciones y ese péndulo el campo popular lo estaba por decidir e inclinar a su favor. Frente a eso se da el golpe militar, y ese golpe militar inclusive tiene una explicación muy clara, muy rotunda, que la hace su superministro, Alfredo Martínez de Hoz (...)”.

Para consolidar su idea -finalmente equivocada- que en el país existía una creciente crítica hacia las políticas económicas de la dictadura, que llevó a la clase obrera a protestas y huelgas, Perdía desplegó ante el tribunal un abultado archivo de época del diario La Nación, en la que estos movimientos sindicales se veían reflejados.

“Nos encontramos por ejemplo, todas las investigaciones posteriores y las publicaciones nos indican que la dictadura actuó principalmente sobre el movimiento obrero, sobre los trabajadores. El 67% de los compañeros desaparecidos eran trabajadores. La mitad de ese 67% eran obreros industriales. Era contra ese país, contra ese modelo, contra el avance de esos sectores que se daba el golpe militar. Los trabajadores naturalmente y los sectores populares respondieron, resistían al golpe. Esa fue la política que además asumimos como propia. Tenemos esto: en el año 1977 tenemos 514.000 trabajadores en conflicto. En el año 1978 hay 212.000 trabajadores en conflicto. En el año 1979 hay 1.818.000 trabajadores en conflicto, sin contar la huelga nacional del día 27 de abril de 1980, 362.000 trabajadores”.

El líder de la CGT, Saúl Ubaldini, en la Casa Rosada, junto al entonces presidente Raúl Alfonsín. El dirigente cervecero fue uno de los que encabezó la masiva huelga general contra la dictadura liderada entonces por el general Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue después de la derrota de Malvinas
El líder de la CGT, Saúl Ubaldini, en la Casa Rosada, junto al entonces presidente Raúl Alfonsín. El dirigente cervecero fue uno de los que encabezó la masiva huelga general contra la dictadura liderada entonces por el general Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue después de la derrota de Malvinas

Esa particular situación de efervescencia les hizo creer a la cúpula montonera que vivía en el exterior que un puñado de jóvenes revolucionarios con armas, conseguirían vencer a las Fuerzas Armadas porque los sindicatos, los gremios, la clase trabajadora, terminaría uniéndose a sus filas.

Algo que no ocurrió, al menos de forma masiva, ni antes, ni después del derrocamiento del gobierno de la viuda de Perón.

Antes de la declaración de Perdía, el ministerio Público fiscal, acusó al ex oficial de inteligencia Mario Guillermo Ocampo por los delitos, “en calidad de autor mediato, de privación ilegal de la libertad doblemente agravada por haber sido cometida por abuso funcional y con violencia y amenazas, reiterada en 47 hechos -44 agravadas también por haber transcurrido más de un mes e imposición de tormentos-; y homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía y con el concurso premeditado de dos o más personas en 43 hechos”.

La actuación de Ocampo, según la fiscalía “se habría enmarcado, entonces, en la Sección de Operaciones Especiales (SOE) que dependía directamente del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo, en ese entonces a cargo del general Cristino Nicolaides, montada como respuesta a la Contraofensiva”.

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